20 Minutos Sevilla

«Las actrices más grandes son las más cercanas»

Toni Acosta protagoniz­a ‘El sonido oculto’, un ‘thriller’ sobre la misteriosa relación entre una profesora de escritura y uno de sus alumnos

- ADOLFO ORTEGA cultura@20minutos.es / @20m

Julia y Hugo son dos almas solitarias refugiadas obsesivame­nte en la literatura, que traban una conexión especial bajo el gélido e inquietant­e ambiente que les rodea, afrontando enfermedad­es del cuerpo y el alma, hasta alcanzar una dolorosa confianza. El sonido oculto, de Adam Rapp, triunfó en Broadway desde su estreno en 2019 y ahora se representa en el Teatro Pavón dirigida y versionada por Juan Carlos Rubio, con Toni Acosta como Julia y Omar Ayuso en el papel de Hugo. La actriz nos recibe en el teatro, advirtiénd­onos entre risas de su tendencia a la locuacidad.

¿Cómo surgió la idea de hacer ‘El sonido oculto’?

Fue casual. El texto cayó en mis manos porque se frustró su estreno por la pandemia. Lo iba a hacer otra actriz y luego ya no le cuadraba por agenda.

La obra es una especie de ‘thriller’ con elementos de misterio. Eso me atrajo muchísimo. Además, creo que los giros inesperado­s de esta función son los que atrapan al público. La gente piensa que es una historia de amor entre profesora y alumno, pero no tiene nada que ver. A él no le gusta que le toquen, por ejemplo.

Su personaje se dirige constantem­ente al público y luego regresa a la acción. ¿No saca un poco de concentrac­ión?

Ahora ya no. Es el ejercicio más difícil que he hecho en mi vida. Audiovisua­lmente, Fenómenas, la película de Netflix; y en teatro esto, porque requiere salir y entrar. Me preocupaba que todo sonara con la naturalida­d de un diálogo, pero con lo elevado del discurso de una profesora de literatura creativa, sin resultar pedante.

La eutanasia es uno de los asuntos que aparece en la obra.

Esta función plantea temas actuales como la eutanasia, ¡pero lo hace con humor! Los mensajes, cuanto más macarras, mejor con humor. Hay frases como «hay una máquina que en vez de ponerte morena vas y te mueres», «¿una bolsa en la cabeza? No sé, es muy poco glamuroso», «Pago un kit de suicidio por Paypal y me lo traen por MRW». ¡Y es que vamos hacia eso!

¿Cuáles son los rasgos fundamenta­les de su personaje?

Julia es una mujer que no sabe gestionar las normas sociales. No sabe encontrar amigos y eso le va llevando a una soledad que ella cree elegida. Te puedes refugiar en la literatura, en Instagram, en las redes sociales o en las series. Aparte de la enfermedad que le sucede en la función, Julia está enferma de soledad.

Ella puede pensar que su refugio son escritores como Dostoievsk­y, Salinger o Salter, pero necesita una compañía real, ¿no es así?

Leí una entrevista de Juan José Millás en la que decía que no quiso nunca visitar Moscú porque ya la había leído, y yo pensé, ¡esa es Julia! Los escritores crean mundos en su cabeza y no están en la realidad. Por eso cada vez se van aislando más.

¿Son Julia y Hugo dos personajes destinados a conectar entre ellos?

Creo que Julia se enamora de Hugo, de lo que él representa: un joven apasionado por la literatura. Si te digo la verdad, con Omar me ha pasado lo mismo. Él me ha reconcilia­do con una generación de actores que ves más entregados a la fama, al número de seguidores y, sin embargo, aparece Omar, con una cultura cinematogr­áfica increíble. Ha dirigido un corto, es escritor y tiene ganas de subirse a un escenario. Ya ves tú qué necesidad, con los proyectos audiovisua­les que le ofrecen. Creo que Julia se enamora de Hugo y yo me he enamorado de Omar. Espero que él se haya enamorado de mí también (ríe).

¿Es aficionada a la literatura?

Mucho, y además me gusta leer en papel. Tengo torres de libros que no me da tiempo a leer, pero el reto que supone empezar un libro y dejarte llevar, imaginarlo todo en tu cabeza, me parece fascinante. Un amigo me dijo que sales de esta función con ganas de ir a una librería. Y me dije, ¡vaya piropo! Esta función es un canto a la literatura.

Debutó en el cine con José Luis Garci en ‘Luz de domingo’

(2007), con grandes como Alfredo Landa, Kity Mánver, Carlos Larrañaga o Manuel Galiana. ¿Le trataron de tú a tú, o desde un pedestal?

En España, pocos pedestales. Te diría que se sube a pedestales gente que ha hecho poca cosa. Verónica Forqué, Pilar Bardem… Nuria Espert te habla de tú a tú. El otro día vino Charo López, que está fantástica. Las más grandes son las más cercanas.

Forma parte de la saga ‘Padre no hay más que uno’, de Santiago Segura. ¿Se ningunea en cierto modo el trabajo de este director?

No sé si la palabra es ningunear, pero no se le tiene suficiente­mente en cuenta. Santiago Segura ha rescatado la taquilla española algunos años. A mí me ha hecho un regalo con estas películas. De vez en cuando le pongo un mensaje diciéndole que le quiero mucho y que muchas gracias, porque me ha acercado a un público multitudin­ario. Hacía mucho tiempo que la gente no te conocía por una peli y no por la tele. Me gustaría que los que nos dedicamos a este oficio hiciéramos un ejercicio de humildad y le otorgáramo­s el lugar que merece, porque gracias a estos taquillazo­s se puede hacer cine de autor, que a mí también me encanta.

¿Se puede elegir un rumbo en la carrera o hay que amoldarse a lo que se les ofrece?

Elegir, no elegimos. No me puedo quedar esperando ‘el proyecto’ porque puede no llegar nunca. Fui a muerte con la ficción y creo que me salió bien y he hecho un caminito. Y luego el teatro. Nunca he dejado de hacerlo ni siquiera en épocas en que tenía trabajo audiovisua­l. ¡La gente parece que sólo hace teatro cuando no tiene una serie! Me he empeñado en que me respeten en el teatro y lo consigo.

«Ser actriz es subir a un escenario y hacerte un viaje completo con el personaje, de principio a fin, sin cortes»

«Hay que otorgar a Santiago Segura el lugar que se merece»

¿Qué es lo más agradecido de volver a las tablas del teatro?

«Me he enamorado de Omar Ayuso. Espero que él se haya enamorado de mí también»

El aprendizaj­e. Creo que se aprende más aquí y no hay nada igual a la energía del público en directo. Los jueves es un día flojo de público, pero con esta función tan íntima me da igual. Si hay sesenta espectador­es, se la dedico a esos sesenta. El otro día, cuando se apagaron las luces todos se pusieron en pie a aplaudir. Para mí ser actriz es esto: subir a un escenario y hacerte un viaje completo con el personaje, de principio a fin, sin cortes. Y no hay error, porque el error lo conviertes en otra cosa.

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