La UE pide el alto el fuego y liberar a los rehenes
Los peores presagios sobre Oriente Medio empiezan a ser una realidad difícil de frenar. La escalada de violencia que arrancó en la Franja de Gaza suma cada vez más aristas. El mapa de la zona, plagado de conflictos, podría llevar al engaño de pensar en una guerra a gran escala, sin embargo, los ataques cruzados en los que se han visto envueltos Irán, Pakistán, Irak, Siria, Yemen, Jordania y, por su puesto, Israel contra la Franja, tienen motivos muy distintos. No obstante, la chispa de los secuestros de Hamás y la respuesta israelí que ha dejado de momento más de 24.600 palestinos muertos ha prendido la llama de una zona donde los bombardeos se han convertido en una macabra rutina. Solo ayer, Pakistán respondió a los ataques iraníes
Con 312 votos a favor, 131 en contra y 72 abstenciones, el pleno del Parlamento Europeo de Estrasburgo aprobó ayer una resolución en la que pide un alto el fuego «permanente» en Gaza. Al mismo tiempo llama a la liberación de todos los rehenes secuestrados por Hamás desde el pasado 7 de octubre, momento en el que los ataques terroristas sobre Israel desembocaron en un conflicto que todavía dura. ●●● ● del martes con un bombardeo en el sureste de Irán que dejó nueve muertos, incluidos cuatro niños. Un ataque aéreo en el sur de Siria que se le atribuye a Jordania provocó otros diez fallecidos. A lo que hay que sumar las operaciones en Gaza del Ejército israelí y el fuego cruzado de este con la milicia libanesa Hizbulá, así como los ataques de la coalición de Estados Unidos y el Reino Unido contra los hutíes en Yemen. Todos ellos episodios de disputas cuyo origen se remontan al pasado.
El estancamiento de conflictos como el palestino-israelí, las guerras civiles de Yemen o Siria y las tensiones transnacionales entre pueblos como el kurdo (Irán, Irak, Siria y Turquía) y el baluchí (Irán, Pakistán y Afganistán) se han convertido durante décadas en un elefante en la habitación que no se ha querido abordar. Ahora que la guerra entre Israel y Hamás ha reabierto la herida de viejos conflictos, la red de intereses geopolíticos y la lucha por la hegemonía regional están provocando una espiral en la que están involucrados más de una decena de países.
Los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre provocaron la respuesta del Ejército israelí, que en su objetivo de acabar con el grupo islamista continúa bombardeando la Franja y ha aumentado los ataques en Cisjordania. Fue entonces cuando en defensa de la causa palestina varios grupos asociados a Irán decidieron atacar a Israel. «Oriente Medio se enfrenta a una escalada de tensión en la región sin precedentes y eso beneficia sobre todo a una de las grandes potencias regionales: Irán, que está en el centro de todos los conflictos armados de la zona», asegura a Alfredo Rodríguez, director del Máster en Seguridad Internacional de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
El primero de estos grupos en actuar fue la organización libanesa chií Hizbulá y, tras ella, grupos en Siria, Irak y Yemen. En este último, los hutíes, en vista de que sus lanzamientos de 20minutos drones y misiles no hacían el daño que querían a Israel, optaron por atacar los buques mercantes que pasaban frente a sus costas en el mar Rojo. Esto provocó que las grandes navieras y petroleras se negaran a pasar por esa ruta, provocando un desvío y, por tanto, un encarecimiento de productos con destino a países occidentales. Estados Unidos, junto con el Reino Unido y otros aliados, decidió intervenir y bombardear posiciones hutíes en Yemen. Unos ataques que han continuado hasta ayer. Para Rodríguez, esta respuesta de la coalición que lidera Estados Unidos irá más allá, entre otros motivos por la política interna estadounidense. «Se está echando un pulso entre hutíes y Estados Unidos y el Reino Unido. Puede ocurrir que se empeore el conflicto, pero estamos al inicio del periodo electoral, por lo que no creo que Estados Unidos vaya a entrar directamente en una guerra, porque eso le haría perder las elecciones a la Administración Biden», afirma.
Instituto Smithsonian de EEUU, autor principal de esta investigación y de otra en 2007. «Las señales coinciden con lo que se podría esperar de presuntas capas de hielo y son similares a lo que se observa en los casquetes polares de Marte», indica su autor. La primera investigación de esta misión (2007) mostró que esta cavidad era transparente y de baja densidad, dos características perfectamente compatibles con capas de hielo, aunque también se barajaba la posibilidad de que lo detectado pudiera ser acumulaciones gigantes de polvo, ceniza volcánica o sedimentos arrastrados por el viento.
El coautor de la investigación, Andrea Cicchetti, del Instituto
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ambos territorios donde se encuentran pueblos enfrentados con Irán y que cuentan con grupos nacionalistas que piden la independencia. «La escalada del conflicto que se está produciendo en Oriente Medio puede haber animado a Irán a ser más proactivo persiguiendo esos objetivos más allá de sus fronteras», explica el profesor de la UNIR.
La situación de inestabilidad no es nueva en Oriente Medio, pero sí el aumento de las actividades bélicas entre países. Las implicaciones de esta escalada afectan ya a la región y «hay peligro de que los conflictos de baja intensidad que se estaban llevando a cabo pasen a ser enfrentamientos armados», manifiesta Alfredo Rodríguez. A cada ataque de un Ejército, grupo insurgente o milicia, se le responde con otro mayor. Y mientras tanto, la mecha de Oriente Medio se acorta cada día más. ●
Nacional de Astrofísica de Italia, explica que, debido a la gran profundidad de la cavidad, si la MFF «fuera simplemente polvo, esta se debería compactar debido a su propio peso», indica, por lo que «sería mucho más denso de lo que observa Marsis». Como consecuencia se llevó a cabo una recreación del posible comportamiento de los materiales de esta cavidad si no hubiese hielo, y en ningún caso «se reproduce lo que actualmente se observa en la MFF, lo que hace indicar que el material descubierto sería hielo», confiesa. Si se derritiera todo ese potencial hielo podría cubrir Marte con una capa de agua de entre 1,5 y 2,7 metros de profundidad.