Propuestas en busca de promotor
La denuncia de Sudáfrica a Israel por crímenes de guerra ante la Corte Internacional de Justica (CIJ) y el posicionamiento inicial de la misma –procurando una equidistancia casi imposible– ha permitido que las acciones y reacciones de unos y otros sean prácticamente idénticas. No se aprecia, en principio, la comisión de genocidio por parte de Israel, pero se insta a su Gobierno para que controle a sus Fuerzas Armadas e impida la comisión del mismo, que reprima cualquier manifestación que lo aliente, entre otras.
La complejidad aumenta por los ataques a tropas estadounidenses desplegadas sobre Jor- dania, Siria e Irak. Este hecho era previsible analizando la es- calada de acciones sobre intere- ses e instalaciones de Estados Unidos en el Golfo Pérsico. De la misma forma, era previsible la extensión de la amenaza de re- presalias norteamericanas, no solo a esas milicias chiitas responsables de los ataques, sino también a su patrocinador, Irán. De otra parte, llegan adverten- cias al régimen de Teherán res- pecto a las acciones de su pro- xi, los hutíes de Yemen, y su al- teración de la seguridad del tráfico marítimo por el mar Ro
jo. En esta ocasión es la Repúbli- ca Popular China la que advier- te a Irán que de persistir los hu- tíes en su actitud, las consecuen- cias serán graves.
Por último, un conjunto de paí- ses de la zona, apoyados en Qa- tar y en coordinación con Israel y Estados Unidos, está muñen- do un acuerdo de alto el fuego de cierta duración (entre 35 y 60 dí- as) a cambio de la liberación de un número considerable de rehenes (en torno a 100). El que salga adelante o no este acuerdo estará en función de las perspec- tivas de Hamás acerca de su ren- tabilidad. Necesita financiación, retaguardia y apoyos político- ideológicos. Si quien los propor- ciona decide modular su apoyo, Hamás será más proclive a la ne- gociación.
Israel y la inteligencia de Esta- dos Unidos estiman que Hamás aún mantiene operativo un 80% de su infraestructura de túneles y depósitos de armas, y que tie- ne la capacidad de reinsertar cé- lulas combatientes en zonas previamente aseguradas por las Fuerzas de Defensa de Israel
(FDI). Se impone el realismo en el campo de batalla: solo se pue- de pelear lo que se puede ga- nar, aun a costa de un esfuerzo ímprobo o heroico. Llegados a este punto conviene sopesar a qué responde exactamente el in- terés por prolongar un conflicto que, a la postre, no se va a po- der ganar en los términos en que se planteó por parte de Israel.
La solución de Estados Uni- dos, la Unión Europea, los paí- ses árabes y otros actores inter- nacionales es la de dos Estados. Una solución aparentemente susceptible de ser adoptada en breve espacio de tiempo y con costes asumibles. Israel en este momento no la puede aceptar de ninguna manera, Hamás la rechaza abiertamente, la Auto- ridad Palestina la rechazó en su día después de los acuerdos de Oslo cuando su credibilidad era muy superior a la actual y, en fin, ningún país árabe ni veci- no quiere que Hamás, un mo- vimiento terrorista, lidere un pa- ís soberano en la zona. Así que esta primera aproximación no parece muy real.
Una segunda solución sería un solo Estado, con los palesti- nos de Gaza y Cisjordania como ciudadanos de pleno derecho de un nuevo Estado de Israel. Probablemente, la bondad, sim- plicidad y pureza conceptual de la solución oculte que el odio que se profesan mutuamente unos y otros haga inviable esa única ciudadanía, máxime des- pués del 7 de octubre y de las atrocidades que deliberadamente se cometieron para dina- mitar un proceso regional de co- operación y progreso. Si a lo an- terior sumamos el problema de los refugiados y su derecho re- conocido a retornar a sus luga- res de origen (hablamos ya de más de cuatro generaciones y unos 6 millones), deducimos la imposibilidad de esta vía por- que supondría la dilución del es- píritu fundacional de Israel.
Una tercera solución sería la incorporación de Cisjordania y Gaza a los Estados soberanos que inicialmente eran sus orí- genes hasta la guerra de los Seis Días: Jordania (Transjor- dania) para Cisjordania y Egip
to para Gaza. Los problemas en este caso están directamente relacionados con el rechazo de los Estados citados para admitir como nacionales a los palestinos y otros (israelíes colonos entre otros) que habitan esos territorios. Todo es posible si hay voluntad y beneficios a obtener, aunque por el momento no parece que sea una hipótesis plausible.
Y, por último, lo que en otro tiempo y entorno don José Ortega y Gasset definió como la conllevanza, es decir la aceptación tácita de un problema insoluble, a sabiendas de que, periódicamente, estallará y exigirá medidas traumáticas para su gestión. Desgraciadamente, se muestra como la hipótesis más probable, un nuevo Hamás, quizá con distinta apariencia y objetivos más limitados, pero, a la postre, con la voluntad, la capacidad y el conocimiento necesario para impedir una solución definitiva y, simultáneamente, un riesgo aceptado por aquel que le tendrá que hacer frente antes o después.