GUERRA Y ESPERANZA: IMAGINARIO DE UN ARTISTA JUDÍO Y EXILIADO
LA CULTURA DE SU PUEBLO
La comunidad judía de la que formaba parte Marc Chagall, con la que mantuvo una estrecha relación durante toda su vida, aparece representada en muchas de sus obras, ya sea de fondo o con personajes protagonistas como músicos (en
1923-1924) y rabinos (como
Le Violoniste vert [El violinista verde], Rabbin en noir et blanc / Juif en prière [Rabino de blanco y negro / Judío rezando], de 1923). También recoge elementos de la vida tradicional rusa: religiosos y músicos itinerantes, pero también barberos o tratantes de ganado (Le Marchand de bestiaux [El vendedor de ganado], c. 1922-1923). Su estilo estuvo influido por las ilustraciones tradicionales rusas (lubok) y la imaginería popular. Retrató a su familia, a su esposa Bella y a sí mismo, su tierra natal... siempre con un poso de desarraigo aunque sin renunciar a la esperanza.
ESPIRITUALIDAD
La religión está directamente presente en obras como Résurrection [Resurrección], 1937-1948 o Les Pâques [Pascua], 1968. De hecho, el calvario de Cristo y la crucifixión fueron algunos de sus motivos recurrentes y obsesivos, pues simbolizan el sufrimiento del pueblo judío y su persecución. Por primera vez en 1912, Chagall pintó un calvario con solo un talit (paño de oración) sobre las caderas y sin la corona con las que se suele representar en las crucifixiones cristianas. Volvería a este símbolo una y otra vez, especialmente después de ‘la noche de los cristales rotos’ (1938).
ENSOÑACIÓN Y EVASIÓN
Otra de sus figuras más reconocibles son los ángeles y otros personajes (o animales, algunos de ellos alter ego del pintor) que flotan suspendidos en el aire. Estos elementos simbolizan su condición nómada y se han identificado con la palabra yidis Luftmensch, en referencia a un individuo soñador, alguien con la cabeza en las nubes y desprovisto de raíces (por ejemplo, en Homme-coq au-dessus de Vitebsk [Hombre-gallo sobre Vítebsk], 1925).
La simbología de sus cuadros, esas escenas de ensoñaciones con elementos mágicos tan características de su obra, le sirvieron para evadirse de la cruda realidad que marcó su vida. Su pintura es un diálogo entre lo real y lo imaginario que refleja sus inquietudes.
AUTORRETRATOS
Este género ocupa un lugar relevante en la producción del pintor ruso. En la exposición de Fundación MAPFRE se puede contemplar el primer autorretrato de Chagall del que se tiene constancia, de 1907. Solía representarse con aspecto joven y pintando, frente al caballete o con la paleta, con una mirada penetrante que interpela directamente al espectador. En algunos de sus lienzos, su autorretrato aparece escondido entre otras figuras. Muy a menudo se plasmó como un ángel (de nuevo, los seres volantes) o como un animal (gallo, asno, cabra o macho cabrío).
GUERRA Y PAZ
Su pintura fue el testimonio del antisemitismo que creció en Europa desde la llegada de Hitler al poder en 1933. También reflejó la tensión y la barbarie de las dos guerras mundiales, con la esperanza de que no se repitiera. En su última etapa, quiso transmitir un mensaje de paz.