Un Martes Santo con final amargo
Hermandades hicieron su estación: El Cerro, S. Benito, La Candelaria, El Dulce Nombre y S. Esteban EL RIESGO de lluvia dejó en sus templos a Los Estudiantes, Los Javieres y Santa Cruz, las últimas del día
Sevilla alcanza hoy el ecuador de una Semana de Pasión marcada, hasta ahora, por la inestabilidad meteorológica y las miradas al cielo cargadas de fe en un fin de fiesta mayor espléndido, tras un Martes Santo que empezó pintando bien, pero que al final tampoco pudo ser completo. Los augurios, cierto es, no son buenos ya desde este mismo miércoles. Pero la Esperanza, con mayúsculas, es lo último que se pierde.
La jornada de ayer arrancó excepcionalmente temprano y con un frío que en Sevilla ya no se esperaba. Pero ni los termómetros por debajo de los 10 grados ni las fuertes rachas de viento impidieron que mucha gente se echara a la calle para ver los traslados de las hermandades que el Domingo de Ramos tuvieron que refugiarse en la Catedral por la lluvia. El Lunes Santo había resarcido un poco, pero había ganas de más, ante la incertidumbre, de nuevo, de lo que pasaría unas horas después.
El Señor de la Victoria de la Paz, los dos pasos de Jesús Despojado y los tres de La Cena iniciaron a las 9.00 h su camino de vuelta al Porvenir, Molviedro y los Terceros, respectivamente. Tenían que estar recogidos a las 11.00 h como tarde, para evitar coincidir con el Cerro, la primera del día, pero la Virgen del Subterráneo se dejó querer en su barrio y las puertas de la iglesia de la calle Sol, el mismo que brillaba entonces, no se cerraron hasta pasado el mediodía.
A esas horas, el barrio del Cerro del Águila era ya un hervidero con los primeros nazarenos en la calle de la hermandad con el recorrido más largo de toda la Semana Santa de Sevilla y la única que toca el himno de Andalucía a la salida de la Virgen de los Dolores («¡guapa!»). Apenas le cayeron unas gotas al cortejo al mediodía y, aunque el viento fue a más a lo largo del día y las nubes amenazaban, el resto de cofradías siguieron la estela del barrio de la humildad e iniciaron sus estaciones.
Volvió a llover, pero poco, a media tarde con cinco cortejos en la calle: El Cerro, San Benito,
La Candelaria, El Dulce Nombre y San Esteban. Las únicas que finalmente realizaron su estación. Porque poco después de las 18.30 h llegó el primer varapalo del día, al anunciar Los Estudiantes, que este año celebra su centenario, que no salían por la «incertidumbre» meteorológica. El mismo
motivo que esgrimieron Los Javieres y Santa Cruz, que también se quedaron en sus templos ante el riesgo de lluvia.
Fue la de ayer, en definitiva, una jornada inédita por los numerosos cambios en la nómina; con un par de parones en la carrera oficial por dos desprendimientos en fachadas de Sierpes que se resolvieron sin mayor repercusión; con un inicio soñado y un final truncado. Lo que queda es seguir mirando al cielo, y a la Aemet, y confiar en que las previsiones que se auguran no se cumplan.