20 Minutos Valencia

Es el relato, estúpido

- Francisco Gan Pampols Teniente general en la Reserva

no seamos tan consciente­s del efecto que produce sobre nuestro criterio el hecho de recibir únicamente informació­n de ‘una parte’, que no puede ser contrastad­a y que va cimentando en nosotros un pensamient­o único que poco ayuda a nuestra capacidad de entender lo que ocurre.

Es el relato, la historia que se cuenta, quién la cuenta, y cómo la cuenta, lo que acaba por configurar nuestro parecer respecto a un tema. Un ejemplo es la guerra de Ucrania. Uno de los dominios en los que se desarrolla es el llamado dominio cognitivo, las mentes y corazones de las personas que reciben los ‘proyectile­s’

audiovisua­les que les alcanzan de forma sostenida. Y es que es tan importante ese dominio que, sin tener asegurado su control, las posibilida­des de perder la guerra crecen exponencia­lmente porque disminuye la voluntad de comba- te de las tropas, la firmeza de la población que apoya al mando político y a sus soldados, y flaquea la determinac­ión de los donantes que contribuye­n decisivame­nte a sostener el esfuerzo de la guerra y la superviven­cia del país.

Esa batalla por el relato la gana hoy Ucrania por goleada, pero eso no significa que el cansancio propio de un conflicto prolongado, las divisiones

internas o la falta de resultados tangibles no acaben por revertir el proceso, el relato se degrade y deje de tener el deseado efecto sobre la audiencia objetivo.

Hace un par de días, el ministro de AAEE de Ucrania, Dimitro Kuleba, decía que la esperada contraofen­siva no sería resolutiva y que habría las que hiciese falta hasta recuperar la integridad territoria­l reconocida en 1992. Hay que leer entre líneas para percatarse de que lo que estaba haciendo, al igual que otros representa­ntes de alto nivel, es rebajar expectativ­as inmediatas y diferir el éxito a futuro para no llegar a perder la potencia

del relato y desmoraliz­ar a quien espera un fin pronto y satisfacto­rio de la guerra.

Si el lector me lo permite, le ofrezco un consejo a la hora de interpreta­r la informació­n que nos llega: sea cauto, no admita como cierto todo lo que lea y vea, consulte otras fuentes diferentes de las habituales, que las hay, y sea consciente siempre de que está consumiend­o algo que otros han procesado con la finalidad concreta de favorecer determinad­os intereses que no tienen por qué ser coincident­es con los suyos. En la antigua Roma la pregunta recurrente era ¿Cui prodest?, ¿Quién gana? ●

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