20 Minutos Valencia

EN EL POZO MÁS OSCURO DE LAS ALTAS ESFERAS

Carlos Augusto Casas publica ‘La ley del padre’, una novela negra sobre conspiraci­ones familiares ambientada en Madrid

- ALVARO RONDÁN cultura@20minutos.es / @20m

«Es muy difícil saber de dónde nace una novela. Puedes tener pequeños destellos, de ideas o de artículos, pero en el fondo lo que hacemos los escritores es mentir, y mucho, sobre cómo imaginamos y creamos las novelas». Quien responde es Carlos Augusto Casas (Madrid, 1971) y la pregunta, simple, era cómo nació La ley del padre, su último libro, el cual define como «híbrido», porque utiliza elementos propios del thriller para luego darle un volantazo que lo conforma como un noir.

Casas explora la vida de los Gómez-Arjona, familia madrileña de magnates de los medios de comunicaci­ón cuyo patriarca, Arturo, es víctima de un intento de envenenami­ento el día de su cumpleaños. Cualquiera de sus cuatro hijos puede ser el culpable, pero Casas prefiere utilizar el whodunit (¿quién lo ha hecho?) de pretexto para vertebrar la novela en torno a «la crítica social y la violencia». «No solo la física, que la hay, sino también la psicológic­a», que casa con «ese componente de poder y su demostraci­ón día a día en cómo tratan a los subordinad­os».

Por ello, aunque reconoce que «el misterio es adictivo», su intención era demostrar que «las altas esferas son un mundo muy oscuro». «Me apetecía hablar de los ricos, de los influyente­s, sobre todo porque ese tipo de personajes están más ligados a las novelas de Agatha Christie, que se matan mientras toman el té. Y creo que se podía hacer una novela negra sobre ellos. Quería hablar de quienes directamen­te piensan que las leyes no están escritas para ellos», añade.

Ello no es óbice, por supuesto, para que La ley del padre contenga «un componente de clase», pero simplement­e porque «el sentimient­o de clase lo tienen ellos». «Entre sí hablan de que no es lo mismo vivir en el Barrio de Salamanca que en La Finca», argumenta, incidiendo en la necesidad de ambientar su novela en el céntrico barrio de la capital, donde él reside. «Los escritores somos un poco como los asesinos en serie, que siempre empiezan por las zonas cercanas a su casa y luego van ampliando el círculo».

«Quienes se siguen permitiend­o vivir en el Barrio de Salamanca son los de los apellidos compuestos», apostilla, añadiendo

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