El envío de armas de los 27 a Ucrania se estanca y Borrell se desespera
«Nos esperan muchas sorpresas antes de que se lance la contraofensiva ucraniana. Deben preparar algo», comentaba recientemente un militar en el frente del Este. En las últimas semanas, se venía debatiendo en Ucrania cómo repetir la sorpresiva estrategia seguida para liberar la región de Jarkov, allá por septiembre, cuando todo el mundo esperaba el asalto al sur del país. Y ayer por la mañana el país despertó con dos noticias: la primera, los bombardeos más intensos sobre Dnipro –aunque sin víctimas– desde que comenzó la invasión del Kremlin; la segunda, el ataque contra la ciudad de Belgorod, situada en Rusia.
Las redes sociales ucranianas se llenaron con mensajes de que Kiev «empezaba su contraofensiva» donde nadie la esperaba… en territorio ruso. «Ese debe ser el truco esperado», dijeron algunos. La noticia parecía en principio un bulo de la propaganda rusa, pero en varios canales de Telegram empezaron a aparecer vídeos de ataques contra el puesto de control fronterizo del distrito de Gayvoronskyi, en la región de Belgorod.
El Ejecutivo ruso culpó a Kiev. Vyacheslav Gladkov, gobernador de la región, dijo que un «grupo de sabotaje y reconocimiento de las Fuerzas Armadas de Ucrania» había entrado supuestamente en el territorio del distrito de Hraivoron.
Al mismo tiempo, los miembros del Cuerpo Ruso de Voluntarios (RDC) asumían la responsabilidad
Los Estados miembros de la Unión Europea buscan nuevos recovecos para seguir sancionando a Rusia, aunque el margen de maniobra se estreche con el paso de los meses. De momento, el camino lo ha marcado el G7 con la decisión de penalizar a quienes ayuden a Moscú a esquivar las medidas coercitivas que ya se están aplicando, y sobre esa base trabajaron ayer los ministros de Exteriores
de los 27 reunidos en Bruselas. «Habrá un debate sobre si es necesario añadir nuevas sanciones y cómo podemos ser más eficaces en la aplicación de sanciones.
«No se hablará de países en concreto, sino de las sanciones actuales y de la posibilidad de que haya más», expresó precisamente el titular español, José Manuel Albares, a su entrada al cónclave. Por otro lado, la gran preocupación del alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, está en el envío de armas a Kiev, que sigue estando muy ralentizado: «Cada día de retraso debe medirse en vidas humanas», avisó a los Estados miembros. Y es que, además, la ayuda económica está pendiente de desatascarse.
«He pedido a todos los ministros que aceleren los suministros, participen en adquisiciones conjuntas para Ucrania y finalicen el trabajo para el próximo tramo del Fondo para la Paz», aseveró el dirigente español.
Por otra parte, el Ministerio de Defensa ha cifrado en 3,5 millones de euros el coste de reparar los últimos cuatro tanques Leopard que España tiene previsto enviar a Ucrania para que se utilicen en el frente. Así se observa en la Plataforma de Contratación del Sector Público, que no da más detalles sobre este proceso. Ya la reparación de los anteriores que se mandaron costó en torno a otros cinco millones de euros. ●