20 Minutos Valencia

Isabel Luna «En el flamenco no se pasa hambre»

La cantaora aplaude la decisión de que este género musical haya sido declarado BIC en la Comunidad de Madrid y asegura que es un «estilo de vida»

- Por Saúl Ortiz

Isabel Luna tiene la voz dulce, como de terciopelo. Interpreta el flamenco de una forma tan elegante que suele ser contratada para amenizar las fiestas más exclusivas de la sociedad española. Tiene la suerte de que políticos de todos los colores la escuchan despojados de ideologías y avalan su talento.

La Comunidad de Madrid acaba de declarar al flamenco Bien de Interés Cultural (BIC), ¿corre peligro? Espero que no, ya en su día fue declarado patrimonio de la humanidad. Toda la visibilida­d que se le dé, siempre y cuando no entremos en polémicas banales que no van a ningún sitio, es fantástica. Al flamenco hay que cuidarlo como a cualquier expresión de arte, como la moda o la pintura.

¿Cree que no siempre ha sido así? En ocasiones se ha sido muy injusto con el flamenco, pero ahora vive un buen momento, se ha vuelto a poner de moda y eso es muy interesant­e porque el flamenco lo abarca todo en la música. A lo que me refiero es a que se deje ya de hacer ruido y de generar críticas a los artistas, como por ejemplo a Rosalía que, sin ser cantaora, ha bebido del flamenco para encontrar su estilo. El flamenco es una forma de vida. ¿Cómo le sienta el término ‘flamenquit­o’? Me parece horrible porque desmerece al arte. Es como si yo dijera que eres un ‘periodisti­ta’ o que un gran chef es un ‘cocinitas’. Se ha utilizado para recoger aquello que no es cante jondo, pero creo que se ha hecho de una manera errática. ¿Se puede aprender a cantar? Sí, ser cantante y ser artista no tiene nada que ver. Hay gente que canta perfecto, con una ejecución incuestion­able, pero que no llega. El pellizco no se aprende, se nace con él. Es importante cuidar ese don. Ser artista y disfrutar en esta profesión, que no siempre es fácil, también lo es. ¿Se pasa hambre? No, solo pasan hambre los vagos. Si estudias y luchas, tendrás trabajo, si no, las cosas no irán tan bien como deseas. No he sido una artista con una fama impresiona­nte, pero llevo 40 años dedicándom­e a la música y pensando siempre en cómo evoluciona­r. En muchas de sus actuacione­s le acompaña su hijo (Chema del Estad), ¿se puede ser madre y compañera? Por supuesto. Chema, que ahora está en China, es mi mayor crítico, le pago como al que más y es un músico excepciona­l. Hemos sabido siempre separar nuestro vínculo emocional del profesiona­l. Tenemos una relación muy especial. Lo he criado sola, sin el apoyo ni la ayuda de nadie más. ¿Es difícil ser madre en un mundo como este? Sí, y tuve que renunciar a muchas cosas. Y, ojo, no me arrepiento de absolutame­nte nada.

Suele cantar para personajes de la alta sociedad y políticos, ¿bailan mejor los de la derecha o los de la izquierda? No hago distincion­es. Creo que no importa la ideología cuando se trata de disfrutar del arte. Eso sí, te reconozco que hay alguno que me ha sorprendid­o para muy bien. Se hizo popular por su supuesto idilio con Ortega Cano. Ahora

que ha pasado el tiempo, ¿hubo algo entre ustedes? Hemos tenido siempre una relación de amistad, pero ya te digo que no hubo nada más.

¿Quién no quiso dar ese paso? Yo. Creo que él tenía unos sentimient­os hacia mí que yo no podía correspond­erle.

¿Qué tipo de relación mantienen ahora mismo? Ninguna. José no ha cuidado nuestra amistad como tampoco cuida ninguna relación. Siento que esto le pueda molestar, pero conmigo no se ha portado bien ni dio la cara por mí. Pero pensándolo bien, no la dio ni por su exmujer.

Sin embargo, usted sí tuvo palabras de cariño para Ana María Aldón. Es una mujer encantador­a. La última vez que nos vimos fue en la fiesta de José Luis López, el Turronero, y nos saludamos. Sentimos afecto mutuo. ¿Cómo vivió aquel momento? Estar todos los días en el foco fue angustioso. Jamás pensé que mi vida se podía exponer de semejante manera, pero todo pasa. No gané un solo euro. Me ofrecieron hacer exclusivas, pero las rechacé. Y podría haber contado mucho, muchísimo. ¿Le afectó en su profesión? Sí. En este oficio, como en todos, también hay mucha envidia y falsedad. Me sirvió para darme cuenta de que tengo menos amigos, pero que los que tengo son de verdad.

¿Es una mujer feliz? Moderadame­nte. Estoy en un momento muy dulce, pero me cuesta hacerme a la idea de la sociedad tan falta de valores que tenemos. Estoy, como dice la canción, aprendiend­o a vivir. ●

«Hay gente que canta perfecto, pero que no llega. El pellizco no se aprende, se nace con él»

«No hago distincion­es entre políticos. No hay ideología cuando se trata de disfrutar del arte»

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