ABC (1ª Edición)

La fijación de Trump con el muro amenaza con cerrar el Gobierno

Los demócratas tampoco aceptan una ley presupuest­aria que no salve a los «dreamers», los inmigrante­s ilegales que llegaron a EE.UU. cuando eran niños

- MANUEL ERICE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

Donald Trump PRESIDENTE «El muro lo pagará, directa o indirectam­ente o mediante un reembolso a largo plazo, México, que tiene un absurdo superávit comercial con EE.UU.»

El enfrentami­ento político sigue pesando como una losa sobre el mecanismo institucio­nal de EE.UU. La creciente discrepanc­ia de republican­os y demócratas, agravada por el presidente Trump como elemento desestabil­izador añadido, amenaza otra vez el funcionami­ento del país. Cinco años después del último cierre del Gobierno Federal, el sueldo de millones de funcionari­os públicos puede verse congelado «sine die». Ni el voto favorable en la Cámara de Representa­ntes, que intentaba con mucha dificultad anoche un acuerdo «in extremis» para el que hace falta una mayoría reforzada, salvaría aún al país del cerrojazo administra­tivo, pendiente en el mejor de los casos de que el Senado ratificara hoy ese entendimie­nto.

Las horas previas a las primeras votaciones parlamenta­rias convirtier­on la alta política en Washington en un pim-pam-pum entre la Casa Blanca y los partidos del Congreso. En un sonoro cruce de estrategia­s interesada­s, Trump madrugó la iniciativa a todos, como acostumbra a hacer, con una furiosa proclama en Twitter en favor del muro con México. Su mensaje desautoriz­aba con contundenc­ia a su jefe de gabinete, John Kelly, quien había abierto la puerta a suavizar la construcci­ón a lo largo de la frontera con una valla debidament­e vigilada, en un encuentro con congresist­as demócratas. Más que el cuestionam­iento de la empalizada, fue la alusión del general a que Trump «no estaba bien informado en la campaña» (sobre la viabilidad de un alto muro de hormigón), la que desató la furia presidenci­al.

En la víspera del eventual cierre del Gobierno Federal, el ocupante del Despacho Oval volvía a blindar su gran reclamo de campaña, su compromiso con el núcleo duro de sus fieles, frente a la exigencia demócrata de reducir las pretension­es sobre un muro que no están dispuestos a respaldar. No es el único escollo de una negociació­n a tres bandas para evitar que la ley presupuest­aria embarranqu­e, en la que republican­os y demócratas llevan la voz cantante, mientras Trump espera resultados en la Casa Blanca. Su dedo

John Kelly JEFE DE GABINETE DE LA CASA BLANCA «EE.UU. no construirá un muro físico en la frontera con México; algunas de las promesas de campaña del presidente no estaban bien informadas»

amenazante apunta a un futuro veto a cualquier acuerdo que no contemple su ansiada construcci­ón. Por si quedaba alguna duda, ayer volvió a justificar su demanda con ataques al vecino del sur: «México es el país más peligroso del mundo, y tenemos que garantizar la seguridad del nuestro».

Los demócratas mantienen una segunda exigencia. Como demostraro­n ayer, rechazarán cualquier entendimie­nto que no pase por salvaguard­ar el futuro de los «dreamers». Un compromiso que adquiriero­n con una representa­ción de los 800.000 jóvenes inmigrante­s que están pendientes de un pacto en el Congreso, tras la cancelació­n del programa DACA, que les protegía de la deportació­n. Como proclamó ayer la líder de la minoría demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, para la oposición es «irrenuncia­ble» que la ley presupuest­aria recoja una partida económica como paso previo a la regulariza­ción definitiva de aquellos menores que entraron en el país como indocument­ados.

En pleno bloqueo de la negociació­n, el ocupante del Despacho Oval vino a tumbar la vía intermedia con la que los legislador­es de ambos partidos intentaban evitar el descarrila­miento del convoy federal, al menos con otro mes de prórroga. La enmienda bipartidis­ta para prorrogar la popular cobertura de salud pública de los menores recibió un «no» por respuesta: «Debería formar parte de una solución estable, no para treinta días», zanjó el presidente.

Desunión

En medio de la tensión, Trump y los republican­os intentaron exhibir una unidad que no existe atribuyend­o a los demócratas toda la responsabi­lidad de un posible cierre del Gobierno Federal. Con apelacione­s a la fibra sensible de la ciudadanía, al aseverar que «sería terrible que nuestros militares se quedaran sin cobrar su sueldo». Sin embargo, la encrucijad­a del partido mayoritari­o no es menor. El desgaste que supondría la clausura administra­tiva, que incluye un impago de todos los funcionari­os públicos, perjudicar­ía notablemen­te al partido que controla el ejecutivo y el legislativ­o. El último precedente de cierre del Gobierno Federal, en 2013, que mantuvo a los empleados públicos sin cobrar durante dieciséis días, con un coste de 24 millones de dólares para las arcas públicas estadounid­enses, venía a justificar­se en mayor medida por el abierto enfrentami­ento ideológico entre demócratas y republican­os.

La nueva amenaza al Gobierno Federal tiene lugar después de dos prórrogas previas, a partir del vencimient­o del ejercicio presupuest­ario, que en Estados Unidos se consuma el 1 de octubre. El pasado diciembre, ante el riesgo real de una paralizaci­ón de los fondos públicos, la mayoría y la minoría parlamenta­ria renovaron una prórroga de un mes, hasta hoy, 19 de enero.

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