ABC (1ª Edición)

El neonazi del ataque junto al Wanda había sido detenido por la muerte de Zabaleta

Ignacio Racionero, uno de los radicales del fútbol más peligrosos, salió de prisión en agosto tras doce años

- CARLOS HIDALGO MADRID

La Brigada de Informació­n de la Jefatura Superior de Policía de Madrid detuvo a primera hora de la madrugada de ayer al presunto autor del triple acuchillam­iento grave de un joven del Frente Atlético. Se trata de otro ultra (fue miembro destacado de Bastión, la rama racista de los radicales rojiblanco­s), Ignacio Racionero Fernández, conocido en ese mundillo como «Nacho el Raciones», de 40 años. Este sujeto ya fue arrestado por la muerte del aficionado de la Real Sociedad Aitor Zabaleta, ocurrida en las inmediacio­nes del estadio Vicente Calderón en diciembre de 1998. Hoy declarará ante el juez.

El suceso del miércoles ocurrió apenas veinte minutos antes del inicio del partido de la Copa del Rey entre el Atlético y el Sevilla, en el bar El Rifle (y no El Zapatones, como se informó en un primer momento), situado junto a la avenida de Niza, en las cercanías del Wanda Metropolit­ano. A las 18.40, unas treinta personas se concentrab­an dentro del local, frecuentad­o por forofos rojiblanco­s. Entre ellos también había integrante­s del Frente Atlético, explicaron a ABC fuentes de la investigac­ión. Uno de ellos era Fernando, de 22 años y considerad­o por los agentes «un cachorro» de estos ultras. El encartado y su víctima se conocían de antes.

Y allí apareció Ignacio Racionero, buscando bronca. Nuestros informador­es precisaron que se encontraba bajo los efectos de las drogas, puesto que había estado consumiend­o cocaína. Las cámaras de videovigia­ncia del local grabaron el momento en que se enfrentó a Fernando, que presentaba evidentes signos de embriaguez, y se enzarzaron en una discusión, supuestame­nte, por una chica llamada María, a la que se quiere tomar testimonio. Así consta en uno de los audios obtenidos por la Policía. «El Raciones» sacó una navaja y se la clavó tres veces al chaval, en un muslo, un brazo y la espalda.

Los primeros testigos indicaron que «solo vieron un gran revuelo, sangre y cómo un hombre de complexión fuerte y cabeza rapada salía corriendo hacia la calle». Racionero huyó a la carrera y por el camino arrojó entre unos setos de un parque infantil una navaja, supuesta arma homicida. Fue hallada por la Policía poco después del suceso, junto a un cuchillo; aunque este segundo instrument­o no está claro que fuese utilizado por «El Raciones», ya que podría estar allí tirado desde antes. La Brigada de Policía Científica está analizando ambos objetos. El herido, durante la reyerta, se dirigió a otro miembro del Frente Atlético, al que le rogó: «¡Protégeme! ¡Protégeme!». Salió del local y se acercó a uno de los furgones de la Unidad de Intervenci­ón Policial (UIP) o antidistur­bios.

En un primer momento, explicó a los agentes que había sido víctima de un atraco; pero luego reconoció la pelea con «un tal Nacho». Los testimonio­s iniciales solo proporcion­aban el nombre de pila. El Samur halló a Fernando en un banco junto a la boca del Metro. Había dejado a su paso un reguero de sangre que conducía a El Rifle. Tras estabiliza­rlo, lo trasladó a La Paz, donde fue operado de urgencia. Debe pasar 48 horas en la UCI.

Las grabacione­s de las cámaras del bar y el testimonio de los testigos ayudaron a identifica­r al sospechoso. Fue arrestado a las 00.45 horas en su casa, junto a Alonso Martínez (Chamberí), donde reside con su madre, de 82 años. Una detención rápida de la que se encargó el Grupo 30º de Informació­n, especializ­ado en violencia en el deporte.

Atracos a farmacias

«El Raciones» fue arrestado en 1998 por la muerte de Aitor Zabaleta, junto a Ricardo Guerra y otros individuos, todos neonazis. Miembros del grupo Bastión, él y Guerra entraron en prisión provisiona­l; finalmente, por el crimen solo fue condenado este último, a 17 años. Muchos le señalan como un «cabeza de turco» y se especuló con que el autor material fue Racionero. Pero solo le condenaron por desórdenes públicos. La Fiscalía no consideró que Bastión fuera una asociación ilícita. A raíz de aquella sentencia, en 2001, el club le retiró el carné de socio. En 2005, junto a otros radicales, «reventó» uno de los entrenamie­ntos del Atlético en su ciudad deportiva del Cerro del Espino (Majadahond­a).

Ese año entró en la cárcel, con sentencia firme, por robos a punta de navaja. Al menos, cometió tres, algunos a farmacias, y se lamentaba: «Me han metido en el trullo por solo 600 euros».

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EFE Ignacio Racionero Fernández, en 2000, durante el juicio a Bastión
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Momento en el que fue atendido el ultra acuchillad­o junto al Wanda

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