Alemania y Francia propondrán al G-20 la regulación del bitcoin
Ambos estudian opciones como limitar sus operaciones o fiscalizarlas
Sólo 112 inversores atesoran aproximadamente el 20% de todos los bitcoins, lo que ofrece una pista importante del riesgo permanente que corre la estabilidad de la criptomoneda.
Que todos los caminos de blanqueo de dinero pasan ahora por el bitcoin es un secreto a voces y, con el paso de los meses, resulta también evidente que parte considerable del dinero gratis que el BCE está inyectando en la economía, con su política hiperexpansiva, no llega a la economía euro sino que desaparece en un producto digital que se infla con fuerza, sin autoridades monetarias que tutelen ni garanticen su funcionamiento.
El BCE, que largamente ignoró la existencia y boyante crecimiento del bitcoin, ya ha dado la voz de alarma. Uno de los miembros de su Consejo, Ewald Nowotny, ha pedido públicamente la regulación de lo que define como un «objeto puramente especulativo que intenta hacerse pasar por una moneda».
«Bastaría con aplicar la regla de base de todas las transacciones financieras: cada participante tiene que divulgar su identidad y con eso solamente se rompería el bitcoin», ha señalado, «además necesitamos un IVA sobre el bitcoin, que no es una moneda sino un producto». Estas palabras de Nowotny, que también es el presidente del Banco Central de Austria, pronunciadas la primera semana de enero, han servido de pistoletazo de salida a la búsqueda de una regulación en Europa, un recorrido que encabezan Francia y Alemania.
Los ministros de Finanzas francés, Bruno Le Maire, y alemán, Peter Altmaier, han declarado que quieren regular el bitcoin, además de otras monedas virtuales, y que trabajan en una serie de propuestas comunes que presentarán al G-20 de Finanzas, que se celebrará en Argentina en marzo.
Sobre la mesa hay por ahora varias opciones, que van desde una limitación de sus operaciones en Europa y en varias potencias más, hasta un hipotético establecimiento de fiscalidad sobre su tenencia o transacción. Cualquiera de ellas podría suponer el principio del fin de la criptodivisa. «Compartimos la ambición de regular el bitcoin», ha planteado Le Maire. «Existe la responsabilidad de explicar a los ciudadanos los riesgos y reducirlos a través de la regulación», ha justificado Altmeier.. El anuncio llega después de que esta semana el bitcoin cayera por debajo de los 10.000 dólares por primera vez desde el 30 de noviembre, ante las restricciones en China y la amenaza de una prohibición en Corea del Sur, que provocaron un desplome. Pero el principal motivo que hay detrás de este impulso regulador europeo es la facilidad para el delito que ofrece la criptomoneda debido a que, en sus transacciones, emisor y receptor permanecen en el más absoluto anonimato. Las operaciones no van asociadas a un DNI, ni siquiera a una cuenta de usuario, sino a una clave alfanumérica de hasta 34 dígitos, a excepción de portales como Coinbase, que sí tienen acceso a la IP real y a la identidad de las personas que están tras esas cuentas. Este punto al menos debería quedar resuelto según los deseos de Francia y Alemania.
A pesar de que la UE no lo reconozca como tal, hay ya algunos países miembros que reconocen el BTC como una moneda alternativa. Suiza, por ejemplo, acepta pagos en sus administraciones mediante este método, y Estonia se ha planteado crear una moneda propia paralela y de las mismas características, el Estcoin. En sus primeras reuniones al frente del Banco de Pagos Internacionales en Suiza, Agustín Carstens solo habla de un tema que considera fundamental: cómo evitar que las criptomonedas se transformen en una megaburbuja que derrumbe el sistema financiero. Sobre este tema tratará el primer plenario de la entidad en Basilea, a finales de enero.