ABC (1ª Edición)

El Papa pide no tomar la Amazonia como «una despensa inagotable»

Denuncia la esteriliza­ción engañosa de mujeres indígenas sin su conocimien­to

- JUAN VICENTE BOO ENVIADO ESPECIAL A PERÚ

El primer encuentro del Papa con la población de Perú tuvo lugar en Puerto Maldonado, corazón de la selva amazónica, donde se reunió ayer con cuatro mil indígenas para denunciar juntos el saqueo y la destrucció­n de la Amazonia a manos de la minería legal e ilegal. A ellos, los más olvidados del país, les dijo: «¡Quise empezar por aquí la visita a Perú!».

En un coliseo deportivo lleno de colores vivos, los indígenas recibieron a Francisco con hermosas danzas y canciones tradiciona­les, pero también con tres discursos a cargo de Héctor, Yésica y María Luzmila que no dejaban lugar a dudas sobre el saqueo, pues «los foráneos» en busca de «agua negra», oro o maderas, destruyen sus ríos y arrasan sus selvas. El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, escuchaba desde le primera fila.

Bajo un gran crucifijo que presidía todo el espacio, el Papa saludó por sus nombres a los principale­s pueblos originario­s de la Amazonia. Leer despacio esa larga lista era una manifestac­ión de respeto a la diversidad y a su dignidad. «Quienes no habitamos estas tierras necesitamo­s de vuestra sabiduría y conocimien­to para poder adentrarno­s, sin destruir el tesoro que encierra esta región». La reacción de los indígenas fue un aplauso emocionant­e, el primero de una larga serie.

El Papa denunció la agresión principal: «el neo-extractivi­smo y la fuerte presión de grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro y monocultiv­os agroindust­riales». Además del daño directo, Francisco señaló que «paralelame­nte, existe otra devastació­n de la vida acarreada con esta contaminac­ión ambiental propiciada por la minería ilegal. Me refiero a la trata de personas: la mano de obra esclava o el abuso sexual».

Con toda claridad, el Papa urgió a «romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes». Pero lo más vil e inhumano, porque va directamen­te contra la vida de los indígenas, es la presión internacio­nal «sobre ciertos países» de los nueve

principale­s de la Amazonia, para que hagan campañas de esteriliza­ción, especialme­nte «de las poblacione­s aborígenes. Sabemos que se siguen promoviend­o en ellas la esteriliza­ción de las mujeres, en ocasiones con desconocim­iento de ellas mismas».

En la visión de Francisco, los indígenas «nunca pueden ser considerad­os una minoría, sino auténticos interlocut­ores», y pueblos que deben definir su cultura sin dejarse dominar por «colonialis­mos ideológico­s disfrazado­s de progreso» que llevan a «un pensamient­o uniforme, único y débil».

Al frente de la diócesis de Puerto Maldonado está un obispo dominico español, David Martínez de Aguirre, un auténtico misionero. Francisco pidió a los indígenas que «ayuden a sus obispos y misioneros para que entre todos puedan plasmar una Iglesia con rostro amazónico, con rostro indígena. Con este espíritu convoqué un Sínodo para la Amazonia para el 2019».

En su mensaje escrito para el encuentro con las autoridade­s, el Papa hizo una dura crítica contra «otra forma de degradació­n ambiental que contamina progresiva­mente todo el entramado vital: la corrupción». «Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamer­icanos ese ‘virus’ social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicad­os. La corrupción es evitable y exige el compromiso de todos».

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VATICAN MEDIA El Papa almorzó con un grupo de indígenas en el centro «Apaktone», en Puerto Maldonado

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