ABC (1ª Edición)

LA CHICA DISTINTA

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Bimba era romana, y se llamaba Elenora Salvatore, según el deneí que acaso no usaba, porque era chica de protocolo ninguno, y ningún papeleo. En rigor, Bimba era una criatura indómita de todas partes, y se fue desempeñan­do en los varios costados del mundo como modelo. Pero no como modelo de canon, sino como modelo de lámina distinta, entre la diabla andrógina y un arcángel nocturno, sexual y urbano. Cuando la belleza, en su gremio, tiende a hacerse rutina, porque todas las modelos son la misma monada de oro, Bimba aportaba una distinción de pelo corto, una feminidad de atleta, un exotismo de muchacha que parece un muchacho. Lo suyo era «transgresi­ón y morbo», sí, como titulaban, a veces, sus reportajes diversos, pero morbo y transgresi­ón de modo natural, porque en Bimba el ademán era sinceridad, y el riesgo una manera de empezar o acabar el día.

Posó para Mario Testino, fue póster en «Vogue». Murió hace un año, y su caída fue la resurrecci­ón de una morena distinta de la familia Bosé, donde son todos distintos, cada uno a su manera. Hizo algunas películas, no más de media docena, donde se exploraba y explotaba su carisma frívolo, y su cuerpo de susto. En la última, «El cónsul de Sodoma», acompañaba al protagonis­ta, Jaime Gil de Biedma, por las calles de mala vida.

Tenía algo de musa de poeta maldito, en efecto, y otro algo de pillo en minifalda. Dijo un día que no le daba miedo la palabra cáncer, sino la palabra metástasis. Con su tío, Miguel Bosé, hizo un dueto de mucho aplauso, y la verdad es que estaba imponente en aquel videoclip donde los tacones de aguja le quedaban como lencería de vampira.

Gastaba tatuajes con primor de acuarela, y algún día hizo un desnudo clamoroso, dando una mujer de erotismo infrecuent­e, bajo el lema aquel de André Breton: «La belleza moderna será convulsa, o no será». Bimba era, en efecto, una convulsa belleza de modernidad que igual subía al escenario con su grupo, The Cabriolets, que cumplía de pinchadisc­os en Ibiza, o bien posaba de rareza hembra para un póster de peinados despeinado­s. Es una mujer de amplio registro, que dicen los que saben poco o nada de mujeres, o de lo que sea.

Bimba se quería sólo Bimba, pero es Bimba Bosé, de los Bosé de toda la vida. Le daba marcha de despreocup­ación a la vida, al diálogo, a las entrevista­s. La escuché decir que se iba haciendo mayor, pero que aún no había conseguido organizars­e. Hasta que llegó la metástasis, y se acabó todo. Musa de tantas tentacione­s, fue madre adorable de dos niñas, mayormente, y un ejemplo de coraje cuando la vida se pone entre borde y muy borde. De jovencísim­a, se embarcaba en proyectos musicales, imposibles e idealistas. La belleza que paseaba era la moderna belleza convulsa. Lo contrario a la monada dominical, abrileña y reiterante del oficio de escaparate.

 ?? EFE ?? Bimba Bosé con Jordi Mollá en una imagen del filme «El cónsul de Sodoma». A la izq., desfilando para David Delfín en 2009
EFE Bimba Bosé con Jordi Mollá en una imagen del filme «El cónsul de Sodoma». A la izq., desfilando para David Delfín en 2009
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