La hora del vermú
No es un destilado ni un licor, como erróneamente se cree. Esta bebida es una infusión de vino con diferentes hierbas
Nuestros abuelos ya lo tomaban antes de comer. Y era tan popular que en muchos sitios de España todavía hoy no se habla de la hora del aperitivo sino de la hora del vermú. Nunca llegó a desaparecer del todo, aunque la cerveza lo desplazó de las barras. Ahora, esta bebida, que es una infusión de vino, tinto o blanco, con diferentes hierbas y no un destilado ni un licor como erróneamente cree mucha gente, ha vuelto con fuerza. Especialmente en Madrid y Barcelona son innumerables los establecimientos que la ofrecen a sus clientes casi como un ritual. Este resurgir ha atraído también a nuevas marcas, hasta ahora desconocidas o poco frecuentes en nuestro país. Tantas que el fenómeno empieza a recordar el que ya vivimos en su momento con las ginebras al hilo de a moda de los gin tonic.
Vermús italianos (ese país lo popularizó en el mundo), franceses y por supuesto españoles. Cataluña es la región con mayor tradición en su elaboración pero se hacen excelentes en toda nuestra geografía, desde Galicia hasta Andalucía, pasando por La Rioja, Madrid o Castilla y León. Vermús artesanos de mucha calidad, presentados en atractivas botellas de diseño, que buscan hacerse un hueco en el mercado y que conviven perfectamente con los populares de grifo que se siguen encontrando en bares tradicionales de las principales ciudades. En Madrid, por ejemplo, aún existen las viejas tabernas que además de sus viejos mostradores de estaño han conservado el grifo de vermú, casi siempre procedente de Reus, que se sirve en un vaso de caña, habitualmente sin hielo y con el único añadido de un chorro de sifón. En sitios más sofisticados sí le pondrán hielo y le añadirán un poco de piel de naranja (o de limón, en el caso de los blancos). A la hora de beberlo, nada mejor que unas patatas fritas, unas aceitunas o unos berberechos de lata. Un aperitivo perfecto.