«El pecado mortal más peligroso es la lujuria»
«Pecados mortales» examina mañana (D-Kiss, 22.00) los motivos que empujan a las personas más allá de los límites de la ley, y lo hace de una forma distinta a lo que se ha visto hasta ahora. «Utilizamos los siete pecados mortales para analizar un comportamiento extremo que termina en el peor de los pecados mortales: el asesinato. A partir de ahí contamos una historia», asegura a ABC el abogado criminalista Darren Kavinoky, en conversación telefónica.
El programa, del que ya se han emitido seis temporadas en Estados Unidos, ilustra los asesinatos a través de cuidadas reconstrucciones y testimonios de los implicados: «Trabajamos durante más de nueve meses para encontrar a personas envueltas de alguna forma en los casos, como abogados o testigos. Además, intento dar un toque sarcástico a la narración para enganchar al espectador».
Envidia, pereza, soberbia o ira son algunos de los pecados que aparecen la primera entrega de «Pecados mortales». «El más peligroso es la lujuria», asegura Kavinoky. «Es el que motiva más pérdidas de control que cualquier otro. Roban, matan, hacen lo que sea por la lujuria», añade. Para ilustrar las consecuencias que puede traer ese intenso deseo de sexo está el caso de Richard Marc Evonitz, un depredador sexual de niñas adolescentes. Tras acechar, secuestrar y asesinar a varias jovencitas, la tranquila comunidad de Virginia en la que actuaba entró en pánico, le echó a la policía encima y provocó una persecución a lo largo de cinco estados. También tratará el caso del joven fanático Matthew Mirabal, que desató sus deseos lujuriosos sobre sus feligreses. El resultado fue la destrucción de su propia familia y de toda su iglesia. Según el abogado, todo ser humano es «víctima» de los pecados capitales. El problema empieza cuando no podemos controlarlos. «La situación se complica cuando pierdes el control. Cada acción empieza en nuestra mente. Es imposible hacer algo sin pensarlo antes más allá de respirar o pestañear. El problema real es ese pensamiento roto», reflexiona. Puede que ahí resida el secreto del éxito del programa. «Los casos que más me gustan son aquellos que muestran situaciones extremas, las que dejan a la gente pensando “¿cómo pudo pensar alguien que eso era una buena idea?”. Aunque se cuenten en un idioma diferente, las historias son universales. Es como cuando hay un accidente de coche. Todo el mundo mira. Simplemente no puedes no mirar», asegura Kavinoky.