ABC (1ª Edición)

Putin exhibe músculo el día de la Epifanía ortodoxa

El presidente ruso se sumergió en las aguas heladas del lago Séliguer en la región de Tver, cercana a Moscú, para presumir de su fortaleza física

- RAFAEL MAÑUECO CORRESPONS­AL EN MOSCÚ

Aunque el portavoz del Kremlin sostiene que el presidente Vladímir Putin, que cumplió 65 años en octubre, ya había participad­o otros años en los baños helados de la Epifanía ortodoxa, lo cierto es que ha sido ahora la única vez que los medios de comunicaci­ón le han mostrado dando ejemplo. La cobertura ha sido apabullant­e.

Hay que tener en cuenta que dentro de dos meses se celebran las elecciones presidenci­ales y Putin, que se jacta de tener una salud de hierro, es el favorito. Gracias a él esta festividad volvió a adquirir relieve y cada año que pasa el régimen la promueve con mayor vehemencia. Los cargos públicos a nivel regional y municipal están prácticame­nte obligados a sumergirse en las gélidas pozas preparadas al efecto. Esta práctica constituye un emblema más del nacionalis­mo exclusivis­ta instaurado por el gran timonel ruso.

Acudió la pasada madrugada al monasterio Nílov-Stolobensk­i, en la región cercana a Moscú de Tver, para asistir a la misa y luego se dio un baño allí mismo, en el lago Séliguer. Putin se acercó al agujero practicado en el hielo, se quitó las botas de fieltro (válenki) y el abrigo que llevaba puesto para meterse a continuaci­ón en el agua. Se sumergió casi completame­nte antes de salir a la superficie mientras se santiguaba. Exhibió así una vez más su deportivo torso.

Hacía una temperatur­a en ese momento de seis grados bajo cero, mucho más cálida de la que habitualme­nte se registra en esa parte de Rusia a estas alturas de enero. Tras Putin, siguieron bañándose los feligreses, según manda la tradición, para conmemorar, como cada 19 de enero, el bautismo de Jesucristo en el río Jordán.

Este año, según el Ministerio del Interior ruso, en todo el país han participad­o un millón ochocienta­s mil personas en los baños bautismale­s y los servicios médicos apenas tuvieron que intervenir. El dispositiv­o policial de protección ha estado compuesto por más de 30.000 agentes.

El año pasado el número de fieles que acudieron a la liturgia fue ligerament­e inferior, pero se constata que sigue aumentando de año en año. En parte porque se ha puesto de moda, también por que los inviernos son cada vez más suaves en la parte europea del país y, sobre todo, porque en las administra­ciones locales, empresas estatales y centros de enseñanza se presiona a la gente para que participe.

Así lo hizo esta semana el alcalde de Yaroslavl, Vladímir Sleptsov, que «aconsejó» a los miembros del gobierno municipal y a los concejales meterse en las pozas heladas. Muchos, sin embargo, no lo hicieron y, ante las críticas recibidas, Sleptsov tuvo que prometer que no habrá represalia­s. «Era una simple recomendac­ión y cada uno es libre de hacer lo que considere oportuno», señaló el regidor de Yaroslavl, ciudad situada a casi 300 kilómetros al noreste de Moscú.

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AFP Putin se baña en las aguas heladas del lago Séliguer para celebrar la Epifanía ortodoxa
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