ABC (1ª Edición)

La trama amenaza a Génova: «Se pueden contar cosas que aún no se han contado»

∑Crespo y el Bigotes mantendrán su estrategia de supuesta colaboraci­ón y seguirán «tirando de la manta», en las piezas pendientes del caso Gürtel

- LUIS P. ARECHEDERR­A MADRID

En un sótano de un polígono industrial cambió, el pasado martes, el curso del caso Gürtel. Sucedió en el locutorio de los calabozos de la Audiencia Nacional, en su sede de la localidad madrileña de San Fernando de Henres, donde se reunían el número dos de la trama, Pablo Crespo, preso preventivo, y su letrado, Miguel Durán.

–¿Eso que ha dicho Correa es verdad?–, preguntó el abogado, tras el cristal grueso, con rejilla, que separaba a ambos.

Minutos antes había finalizado la segunda sesión del juicio por la financiaci­ón ilegal del PP de la Comunidad de Valencia, una de las diversas ramas de este caso de corrupción.

Durán aludía a la acusación que Correa había lanzado en la sala de vistas: el cabecilla de la Gürtel relató que el PP valenciano forzó a las empresas de la trama a cobrar los trabajos electorale­s que prestaron al partido en 2007 y 2008 a través de facturas falsas abonadas por empresario­s, contratist­as de la administra­ción pública, que tenían prohibido donar dinero al PP.

La declaració­n de Correa había involucrad­o a Crespo, que se enfrenta a 22 años de prisión en esta pieza. El cabecilla aseguró que su número dos le comentó que fue el político popular Ricardo Costa, ex secretario general del PP valenciano y acusado en el juicio, quien les exigió el método ilegal.

En los calabozos, en torno a las cuatro de la tarde, Crespo respondió asintiendo: lo que había manifestad­o Correa era verdad (siempre según el acusado). Acababa de cambiar el curso de los acontecimi­entos: el letrado decidió pedir una suspensión de la declaració­n del número dos de la red corrupta, prevista para el día siguiente, con la intención de aportar «datos relevantes». A esta petición se adhirió el miércoles a primera hora el letrado de Álvaro Pérez, conocido como el «Bigotes», el hombre que captaba negocio para la red en Valencia.

Su letrado, Javier Vasallo, no improvisó: ya tenía planeado que su cliente, la pieza clave en Valencia, revelará informació­n, consideran­do que era el momento adecuado para su defendido.

El juez del caso, José María Vázquez Honrubia, aceptó. Nueva cita: el viernes 19 de enero, el día en el que los gestores de la Gürtel reconocerí­an, a su manera, los hechos expuestos por la Fiscalía Anticorrup­ción, que les atribuye delitos electorale­s, falsedad documental y delitos fiscales. Crespo y el Bigotes se unían a Correa en una nueva estrategia: reconocer los hechos y aportar explicacio­nes, «sin callar nada», en busca de que la Fiscalía y los jueces valoren tal actitud. Objetivo claro: suavizar el horizonte entre rejas.

Correa, Crespo y Pérez se encuentran en prisión preventiva, condenados a trece años de cárcel por amañar contratos de Fitur, su primera condena, y tienen más penas y procesos judiciales pendientes. La Fiscalía les considera los responsabl­es de una extensa trama de corrupción –formada por empresario­s, políticos y funcionari­os, corruptore­s y corruptos– que anidó en numerosas administra­ciones del PP en la España próspera previa a la crisis económica. El Ministerio Público les acusa de consolidar un sistema corrupto estructura­l y de violar todas las normas administra­tivas en la adjudicaci­ón de contratos para enriquecer­se ilícitamen­te. Su rostro simbolizan una era de la corrupción.

Así, diez años después de que estallara el caso, los gestores admitían por

Confesión «¿Eso que ha dicho Correa es verdad?», le preguntó a Crespo su abogado

primera vez los hechos y rompían su tregua con los políticos, a pesar de no lograr por escrito un acuerdo con la Fiscalía. En la sala de vistas, Crespo reconoció la financiaci­ón ilegal y señaló a Costa. El Bigotes declaró desatado y acusó a Francisco Camps, el expresiden­te de la Generalita­t Valenciana, de crear la financiaci­ón ilegal del PPCV.

La confesión, sin embargo, estaba controlada: los gestores de la Gürtel no reconocier­on un acuerdo con el PP para la financiaci­ón ilegal y se desligaron de la facturació­n falsa atribuida a los empresario­s. Se desmarcaro­n así de los delitos electorale­s y de falsedad, los más graves del caso.

Esta actitud de supuesta colaboraci­ón va a continuar en las piezas restantes. Según ha podido saber ABC, Crespo y el Bigotes volverán a «tirar de la manta» y mantendrán esta estrategia a partir de ahora. «Se pueden contar cosas que aún no se han contado», amenazan a Génova, según fuentes cercanas a su entorno. Ambos acusados esperan que Anticorrup­ción recule. Aun así, la defensa de el Bigotes no cambiará de estrategia en los dos juicios más que le esperan, incluso sin un pacto.

El Bigotes lo avisó el viernes, al anunciar que puede narrar «el tercer testamento» en la vista oral que enjuiciará las actividade­s de la trama Gürtel por la visita del Papa a Valencia en 2006. Nuevos nombres de empresario­s y políticos podrían salir.

Crespo tiene más causas pendientes, como las relativas a la segunda época de la trama, las irregulari­dades en las localidade­s de Jerez y Boadilla, y la de los supuestos sobornos a altos cargos de Aena. Continuará.

Controlada Los gestores de la trama no admitieron la falsedad y los delitos electorale­s, los más graves

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POOL El banquillo de los acusados, con Pérez, Crespo y Correa en primer término

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