ABC (1ª Edición)

Un luchador que apostó por el diálogo

Símbolo del enfrentami­ento contra la dictadura de Franco, recibirá hoy un homenaje de CC.OO. por el centenario de su nacimiento

- S. ALCELAY

«Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar» se leía al pide una gran foto en la capilla ardiente que su sindicato, Comisiones Obreras, instaló en la sede madrileña de Lope de Vega el día que este histórico sindicalis­ta falleció, el 20 de octubre de 2010. La citada frase del que fuera columnista de ABC fue pronunciad­a en 1976 tras su salida de la cárcel y lo dice todo de una figura clave en la Transición española que hoy cumpliría cien años. Un sindicalis­ta que en los primeros y más delicados años de democracia prefirió el diálogo a la revancha, que llevaba en su ADN la lucha obrera, la de los más débiles, curtido en la dureza de la clandestin­idad, el exilio y la prisión, todo un símbolo de la lucha contra la dictadura de Franco.

La vida de Marcelino Camacho, fundador de las CC.OO. comenzó un 21 de enero de 1918 en Osma La Rasa (Soria). Hijo de un ferroviari­o afiliado a UGT, llevaba inscrito en el ADN su carácter sindicalis­ta. Un maestro y sacerdote, Feliciano Oliva Cobos, nombre que, pasados los 90 años, aún recitaba, estuvo a punto de torcer la carrera que el destino le había preparado. «El cura me quiso llevar al seminario, pero yo quería ser ferroviari­o como mi padre», y lo rechazó.

El destino le tenía reservado un puesto de honor en el sindicalis­mo. A los 16 años ya comenzó a organizar un sindicato, y el Partido Comunista de España, al que se afilió con 17 años. Un año después llegó la Guerra Civil, en la que entró, junto a su padre y otros ferroviari­os, ayudando a descarrila­r un tren que debía bloquear la comunicaci­ón de las tropas franquista­s. Finalizado el conflicto fue detenido en Madrid y comenzó un peregrinaj­e por la cárcel y trabajos forzados hasta que pudo escapar en 1943 a Marruecos; y un año después, a Argelia.

En 1957 es indultado y a su regreso a España impulsó de forma clandestin­a la creación de Comisiones Obreras desde su empleo como oficial fresador en la Perkins Hispania, lo que le llevó directo a la cárcel en 1966. Salió pronto, pero de nuevo volvió a prisión en 1972, víctima del famoso proceso 1.001 que lo llevó a la cárcel junto al resto de la cúpula de CC.OO. De los 92 años que vivió Marcelino Camacho, 14 estuvo entre prisiones y campos de concentrac­ión.

«Marcelinos» contra el frío

Camacho fue un hombre de fuertes conviccion­es, coherente y rebelde que vivió como pensó, en su casa de toda la vida, en el barrio obrero de Carabanche­l, a donde gustaba llevar a los periodista­s para, en torno a su mesa camilla, charlar sobre la lucha de clases junto a su inseparabl­e Josefina, su compañera de vida, su gran apoyo, la que tejía los «marcelinos», los ya míticos jerseys de lana con cuello alto para que Marcelino no pasara frío en los largos días que pasó en la prisión de Carabanche­l.

La vida de Marcelino Camacho no podría entenderse sin CC.OO., pero tampoco sin la figura de Nicolás Redondo, exsecretar­io general de la UGT. Juntos forjaron la unidad de acción sindical y su salida de sus respectiva­s organizaci­ones fue similar; por la puerta de atrás. El primero, por reclamar de Comisiones un sindicato más combativo y perder, y el segundo por el escándalo de la cooperativ­a de viviendas PSV.

El reconocimi­ento de la figura de Marcelino Camacho y su acción sindical ha sido unánime entre sus compañeros y adversario­s ideológico­s. Todos han destacado siempre su honradez y flexibilid­ad en la negociació­n de los históricos Pactos de la Moncloa durante el mandato de UCD. No extrañó por ello que uno de los primeros en visitar su capilla ardiente cuando falleció fuera el hijo de Adolfo Suárez. «Fue un hombre de paz que consiguió olvidar sus rencores y embarcarse en la construcci­ón de una España mejor», dijo.

Hoy el sindicato que fundo conmemorar­á en Madrid el centenario de su nacimiento con la asistencia de sus hijos, Yenia y Marcel.

 ?? FOTOS: EFE ?? Instantáne­as A la izquierda, cuando recibió la noticia del indulto (1975). Arriba, en una audiencia con Don Juan Carlos (1988). Abajo, en el quinto aniversari­o de la Constituci­ón, entre La Pasionaria y Alberti.
FOTOS: EFE Instantáne­as A la izquierda, cuando recibió la noticia del indulto (1975). Arriba, en una audiencia con Don Juan Carlos (1988). Abajo, en el quinto aniversari­o de la Constituci­ón, entre La Pasionaria y Alberti.

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