ABC (1ª Edición)

Cayetano: «Si mi hijo quiere ser torero, lo mando a Australia»

Mano a mano con Curro Vázquez, cuelga el cartel de «No hay billetes» en Las Ventas

- ROSARIO PÉREZ MADRID

Un nuevo Cayetano –«casi seguro será ese el nombre, aunque todavía estamos en negociacio­nes Eva y yo»– vendrá al mundo a principios de marzo. Otro Rivera para alargar una de las sagas toreras más importante­s de la historia. Aunque el deseo del padre es «que la dinastía acabe conmigo, por mucho que sea una profesión que admire y respete, con valores únicos, pero es de alto riesgo y no la quiero para ningún ser querido». En las palabras de Cayetano confluyen el hoy y el ayer, ese ayer de hace apenas una década en el que tomó la firme decisión de ser torero con todos los suyos en contra. Ni su estancia en Suiza y Estados Unidos lo alejó de aquello que vivió desde niño. Su destino estaba escrito desde la cuna. «Más lejos me tenían que haber enviado. Si tengo que mandar a mi hijo a Australia, lo haré», dijo entre risas en el epílogo de su encuentro con Curro Vázquez en Las Ventas.

Precisamen­te Curro intentó, en colaboraci­ón con Espartaco, quitar de su mente la idea de ser torero. Cayetano reunió a ambos para comunicarl­es su propósito. «Esto es una locura», fue la primera reacción. «Cuando vieron que no les estaba pidiendo permiso, sino que era una decisión meditada», urdieron un plan «para ver si me aburría: pasar el verano en Sevilla, entrenando a 40 grados, con Espartaco padre». Aquella estrategia solo sirvió para ver que la intención del nieto de Ordóñez no era un juego: «Tenía cualidades y mucha afición», sentenció el maestro. Buscaron un apoderado y no encontraro­n a nadie, pero el mejor mentor lo tenía a su lado: «Curro fue y con Curro acabaré, eso está claro».

Sin fecha de retirada

«Me retiro definitiva­mente». Son las palabras que Curro Vázquez más desea escuchar de Cayetano, pero de momento tendrá que esperar. «Ese día aún no ha llegado», aseguró el hijo de Paquirri durante el mano a mano con su apoderado en la sala Bienvenida, rebosante de expectació­n en un acto organizado por la Unión de Abonados de Madrid y moderado por Chapu Apaolaza.

«Yo no quería que fuese torero. Me pedía un capote y una muleta y le decía que no. Lo que no había querido para un hijo tampoco lo quería para Cayetano», afirmó Curro, que apenas había dormido pensando en la «vuelta» a «su» plaza. Tan grande era el ambiente que se colgó el cartel de «No hay billetes» como en pleno San Isidro, feria en la que aún no está cerrado si Cayetano actuará una o dos tardes. Lo que sí sabe es que arrancará su temporada en las Fallas de Valencia: «Nos han llamado de Castellón e Illescas, pero coincide con el nacimiento de mi hijo y no quiero perdérmelo por nada del mundo».

Cayetano aprovechó para ensalzar el camino de la independen­cia y advertir,

Histórica saga «Espero y deseo que la dinastía acabe conmigo. Es una profesión con valores únicos, pero de alto riesgo»

siempre con respeto, «del peligro de esas casas que tienen la fuerza, que son empresario­s, ganaderos y apoderados, y se reparten los cromos». Con «sinceridad y franqueza», se dirigió a un grupo de alumnos de la Escuela: «Llegará un momento en que tendréis que tomar una decisión importante y difícil. Hay casas que te abren puertas y otras que te cuidan más. Hay apoderados que van por libre y se preocupan por su torero como de ellos mismos. Es un camino más largo y duro, pero eres tu propio dueño. El resurgir y la fuerza de algunas casas no solo afecta a los toreros, sino al aficionado, y eso hay que decirlo».

Habló también de la Fundación del Toro de Lidia: «Me preocupa y molesta que algunas grandes empresas no estén. No he tenido oportunida­d de averiguar los motivos, pero es una tarea pendiente de la Fundación involucrar a todos y remar en la misma dirección».

Casi dos horas después del comienzo de la jugosa charla, Cayetano, un matador clásico y a la vez un hombre del siglo XXI –«algunos me han criticado hasta por ser imagen de Armani, cuando mi prioridad siempre ha sido el toreo»–, seguía regalando sonrisas y lo más valioso, su tiempo, a la multitud que buscaba un selfie. Entre foto y foto, en su mirada se adivinaba un pensamient­o: la arena de Madrid. Y tantos y tantos ruedos: «Me siento satisfecho con mi proyección. Pero un torero nunca deja de soñar, y yo sueño con faenas y triunfos que todavía no han llegado...»

Fundación «Me preocupa y me molesta que algunas grandes empresas no estén en la Fundación del Toro»

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BELÉN DÍAZ Curro Vázquez y Cayetano Rivera Ordóñez, ayer en Las Ventas

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