ABC (1ª Edición)

Carlsen reina en el ajedrez de Fischer

El número uno se proclama campeón oficioso de «ajedrez 960», donde se sortea la posición inicial de las piezas

- FEDERICO MARÍN BELLÓN

Bobby Fischer no inventó el ajedrez aleatorio, pero fue un gran impulsor de esta variante, en la que se sortea la posición inicial de las piezas (los peones siguen en su sitio) para evitar la preparació­n casi científica en las primeras jugadas. El estudio obsesivo de las aperturas ya amenazaba en la era preinformá­tica con condenar el juego a un exceso de tablas. O al menos eso pensaba el campeón. Esta modalidad también se conoce como ajedrez 960, además de Fischer Random Chess (o FRC), porque ese es el número de posibilida­des con las que puede empezar cada partida. Imposible anticipars­e a todas, como se ha podido ver estos días en la ciudad noruega de Høvikodden, cerca de Oslo.

Allí han celebrado un duelo a 16 partidas el campeón del mundo, Magnus Carlsen, y el estadounid­ense Hikaru Nakamura, consumado experto en diversos azares (también juega al póquer) y número ocho. El noruego se impuso por 14 a 10 puntos, resultado dentro de lo previsible. Las primeras ocho partidas, más lentas, valían dos puntos, mientras que las ocho rápidas finales contaban como uno.

El enfrentami­ento tuvo emoción y buen juego, al igual que Federer y Nadal son capaces de brillar en cualquier superficie. Pero sobre todo se pudo ver un ajedrez distinto, más alegre y, como quería Fischer, con menos tablas. Nueve de las 16 partidas terminaron con un vencedor y solo cinco acabaron en empate. También se pudo constatar –aunque la muestra es pequeña– que la ventaja de llevar las blancas se mitiga bastante. Es más difícil aprovechar la ventaja del «saque». De hecho, las negras ganaron el duelo por 5 a 4.

Otro atractivo para el público es que los grandes maestros necesitan pensar desde la primera jugada. En una partida «normal», pueden llegar a efectuar entre 15 y 20 movimiento­s de memoria. Aquí el territorio virgen empezaba en los primeros pasos, con lo que eso tiene de aventura.

Salvaje Oeste

El duelo permitió comprobar también que el estilo de cada jugador es impermeabl­e al entorno. Carlsen buscaba enseguida posiciones familiares, lógicas, en las que aplicar su extraordin­aria fuerza bruta, su comprensió­n sin par de las leyes más secretas del ajedrez. Nakamura, por el contrario, comprendió pronto que su única opción era convertir el tablero en un escenario del salvaje Oeste, donde es más importante ser rápido que respetar las reglas.

El momento más sorprenden­te llegó en la octava partida. Carlsen perdió por tiempo un final con pieza de más. No quiso conformars­e con las tablas y, ofuscado, apretó demasiado en busca de la victoria, su mejor virtud. «En el calor del momento, perdí la cabeza y no reclamé tablas a tiempo», confesó el número uno. Sobra decir que se repuso sin titubear.

 ?? AFP ?? Carlsen domina el juego en todas sus variantes
AFP Carlsen domina el juego en todas sus variantes

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain