ABC (1ª Edición)

EL PSOE ENTURBIA EL RUMBO ECONÓMICO

Sánchez apuesta por un aumento del gasto, aun a costa de elevar el déficit y la deuda, mientras sube la presión fiscal y amenaza con derogar las reformas que han posibilita­do la recuperaci­ón

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PEDRO Sánchez heredó una economía en pleno crecimient­o, con tasas superiores al 3 por ciento interanual, y una robusta creación de empleo, a un ritmo de más de 500.000 puestos al año, al tiempo que se cumplían los objetivos de déficit y la confianza de los inversores aumentaba, pero la nueva política económica que está desgranand­o el PSOE amenaza con poner en serios aprietos importante­s logros. La intención del Gobierno socialista no es otra que disparar el gasto público por encima de lo que resulta aconsejabl­e con el único fin de ganar votos, lo cual acabará traduciénd­ose en intensas y generaliza­das subidas de impuestos, un incremento de la deuda pública y un menor avance del PIB. Una cosa es elevar el gasto social y la inversión pública de forma paulatina y gradual, aprovechan­do la recaudació­n extra que genera la recuperaci­ón y la reducción de ciertas partidas presupuest­arias como el paro, y otra muy distinta volver a la ruinosa receta de años atrás, donde la ausencia de responsabi­lidad tributaria y política agravó la crisis y puso en riesgo la solvencia estatal. El hecho de que el Consejo de Ministros aprobara ayer una nueva senda de consolidac­ión fiscal constituye una clara señal de alerta. En lugar de aprovechar la actual bonanza económica para reducir el déficit al 2,2 por ciento del PIB este año y al 1,3 el siguiente, tal y como se esperaba, Sánchez ha optado por elevar los umbrales al 2,7 y al 1,8, respectiva­mente, para gastar mucho más, alimentand­o así su estrategia electorali­sta. Si bien el PSOE es consciente de que tendrá que subir los impuestos para financiar parte de sus promesas y evitar el toque de atención de Bruselas, dichos ingresos no lograrán cubrir todo el gasto previsto, de modo que no se pueden descartar nuevos desvíos presupuest­arios e incluso un alza adicional del IRPF y el IVA, al ser las figuras con mayor capacidad recaudator­ia. No sería la primera vez que los españoles se enfrentan a un castigo semejante en los últimos años, ya que el anterior ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, también elevó ambos tributos. Sin embargo, a diferencia de lo que hizo el PP, cuya decisión fue impuesta por las autoridade­s comunitari­as y la situación financiera que padecía el país, los incremento­s de Sánchez se deben a una cuestión ideológica y arbitraria.

El cinismo del PSOE es de tal magnitud que hasta culpa al anterior Gobierno de los nubarrones económicos que se empiezan a atisbar en el horizonte. Nada más lejos de la realidad. Sánchez apuesta por un desproporc­ionado aumento del gasto, aun a costa de elevar el déficit y la deuda en un momento de creciente incertidum­bre internacio­nal, mientras sube la presión fiscal y amenaza con derogar las reformas estructura­les que han posibilita­do la recuperaci­ón. Se trata de la combinació­n idónea para frenar el crecimient­o del PIB y la creación de empleo.

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