ABC (1ª Edición)

CIAO, APOLO

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Llegó a Madrid antes de haber venido, porque así son las vísperas de las estrellas, y luego ha sido noticia incluso cuando no había noticia. Solo que ahora sí se va.

No habrá otro, para bien, o para mal. Con él, fichamos a un futbolista, pero también a un titán de spot y a un macho con pendientes de club de fans. No ha dado un ruido del fútbol de discoteca, y así ha servido siempre el cromo de un Ronaldo familiar, que es como decir que la imagen de Ronaldo siempre sirve. Luego está que Cristiano se cambia consigo mismo la camiseta, al final de algún partido, o incluso antes, cuando mete un gol de obús.

De modo que da estampas de calendario de apolo casi erótico sin posar para calendario alguno. Le regaló a Irina Shayk la fama, y ahora tiene con Georgina Rodríguez una intimidad de mucha foto.

Soledad populosa

Cristiano ha sido noticia si se lesiona, y lo ha sido igualmente, si no se lesiona. Se ha ido varias veces, sin irse, y ahora se va a la Juve desde un yate. Sus abdominale­s de photoshop sin photoshop han promovido una Champions de opiniones vivas en internet, que no cesa nunca. Es el amo en la soledad populosa de las redes sociales. Ahí, y en el área. Está entre el increíble Hulk y un bronceado de culebrón. Le quitó el trono de póster planetario a David Beckham, y le gana incluso si se pone a anunciar calzoncill­os, que es más o menos lo que anuncia cuando se quita la camiseta.

Viene de familia con más conflictos que posibles. Los suyos, en una época, caminaban el costado salvaje de la vida. Tuvo la biografía adversa, y se lo ha montado.

Peloteo de rumores

A Cristiano le salvó la droga benéfica del fútbol, y se ha hecho un atleta máximo que cobra el puntapié a precio de porsche. Prefiere los coches de lujo, la gomina de metrosexua­l y las chicas de pasarela. Cuando rompió con Irina Shayk, se jugó por ahí mucho peloteo de rumores para esclarecer si él la dejó, si fue al contrario, o qué. Pero todo eso daba igual, y da igual, porque importa del caso que Cristiano era, y es, mucho más famoso que su «ex» consorte. Y con «ex» consorte nos referimos a Irina, y a las que fueron o serán. Cristiano e Irina componían una pareja de escaparate, lo que no quiere decir que fueran un escaparate de pareja. Ella, con la ruptura, fue más novia de Cristiano que nunca, hasta que ha llegado a ser otro Cristiano Ronaldo, un Cristiano de la pasarela, pero en hembra maravillos­a y con bikini de Instagram. Cristiano, no obstante, tiene siempre algo de pichichi de la soltería, un arrebato de narciso de su talento. David Beckham inauguró el futbolista de mechas, el pelotero de tatuajes. Cristiano ha cumplido la lámina del futbolista de anuncio, pero de anuncio de sí mismo. Nunca le hizo falta una Spice para multiplica­rse, promociona­lmente. Porque para Spice, incluso, ya está él. Ciao.

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Cristiano Ronaldo fue uno de los grandes protagonis­tas de la celebració­n de la Decimoterc­era Copa de Europa del Real Madrid
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