ABC (1ª Edición)

Arranca el gran banco español que pretende canalizar los 140.000 millones de ayudas europeas

►Favorece la imagen del país ante Europa y aporta músculo financiero a un sector estrangula­do por una eternizada situación de tipos bajos ►El inevitable ajuste laboral queda aplazado hasta marzo, fecha que coincide con la llegada de la primera partida de

- MARÍA JESÚS PÉREZ/ DANIEL CABALLERO

Una operación con toda lógica política: un embajador financiero para la marca España y un comodín para que Europa ponga un «tic» en la columna de deberes hechos de nuestro país si los frugales ponen mala cara al envío de ayuda urgente. Están en juego 140.000 millones de fondos europeos para paliar los efectos del Covid-19 en nuestra economía y hay que tener la experticia y pericia para canalizarl­os de forma correcta y con efectivida­d. De ahí surge el acuerdo de fusión, por absorción, de Caixabank y Bankia, que da como resultado al mayor banco español por volumen de activos en España. Porque el tamaño, en banca, sí que importa. En la actualidad, una operación tal –con sus derivadas político-empresaria­les– favorece la imagen del Gobierno –por ende, y del país– en el exterior y aporta músculo a dos entidades financiera­s estrangula­das, al igual que el resto del sector, por unos eternizado­s bajos tipos de interés que no permiten ganar ni más margen ni más rentabilid­ad.

Y es que lo mismo sin quererlo, pero con toda la intenciona­lidad del mundo por bandera, las partes quedan satisfecha­s más allá de lo negociado a priori. Según ha podido saber ABC, por un lado el Gobierno –sobre todo en la figura de la vicepresid­enta de la cuestión, Nadia Calviño, con la connivenci­a de Pedro Sánchez– mata dos pájaros de un tiro, adelantánd­ose al resto de los países de la Unión Europea, retomando la consolidac­ión del sector bancario, al mismo tiempo que hace un guiño a Fráncfort –donde está sentado en la vicepresid­encia del BCE Luis de Guindos– al seguir con la casi olvidada, pero paulatina, salida del capital estatal en un banco rescatado.

Y, por otro lado, añaden las mismas fuentes, Caixabank –bajo la batuta negociador­a de Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, prácticame­nte dueña y señora del banco– se postula una vez fusionada como vehículo financiero y se pone a disposició­n del país para canalizar una ayuda que el tejido empresaria­l español necesita como agua de mayo para remontar.

Mientras, el Estado, coinciden las fuentes consultada­s, logra defender con esta opción la españolida­d de una entidad que de haber salido a subasta abierta podría haber caído en manos extranjera­s –a pesar de la regulación que limita esta opción en época de pandemia–, en el caso de que hubiese presentado una oferta mejor que la pactada con Caixabank. «Las empresas tienen la obligación por estatutos de buscar siempre la mejor oferta para sus accionista­s, la mejor rentabilid­ad y retorno, y de haberse producido una subasta hubiese podido ocurrir. Ahora bien, con esta fusión, el Gobierno mantiene Bankia en manos españolas y se presenta ante Europa con una entidad más grande, reestructu­rada, y como un vehículo financiero de gran tamaño con el que gestionar con garantías los fondos europeos».

Un gigante nacional

Ahora bien, han sido meses de negociacio­nes al más alto nivel, al menos desde antes de junio, para crear un gigante a escala nacional de alrededor de 630.000 millones de euros. Sumando otros más de 34.000 millones queda la foto completa de la entidad a nivel de grupo. La entidad resultante, además, contará con más de 6.700 sucursales y superará los 51.000 empleados. Todavía quedan pasos por superar, pero lo más duro está ya andado: sus consejos de administra­ción han dado el «OK» a la fusión.

Los números del proyecto de unión, si bien cuesta descifrarl­os con total claridad, están ya sobre la mesa; tanto sobre la ecuación de canje como sobre el consejo y el reparto de funciones. La relación entre la cotización de Bankia y la de Caixabank la víspera del anuncio era de 0,5704 euros, por lo que la ecuación de canje de 0,6845 euros por título supone una prima del 20,011% sobre el día del anuncio nocturno (el pasado día 3). Si bien, lo usual en este tipo de operacione­s es tomar un promedio de cotizacion­es y, usando tres meses, sale una prima del 28%, según las estimacion­es de ambas entidades. Ceder el control siempre implica cobrar una prima de control, que suele estimarse entre el 20 y el 30%.

Fuentes financiera­s consultada­s por ABC coinciden que el precio es muy favorable para Caixabank, que ahora tiene el reto de remunerar ese capital; su rentabilid­ad está en torno al 5%, ahora muy lejos del 10% que exigen los inversores y el BCE. «Si en un año no llega a esa cifra, la fusión no habría alcanzado uno de sus objetivos , aumentar la rentabilid­ad, que es la clave que atrae inversores», dicen.

Mientras, para el economista y experto en banca Carmelo Tajadura, «la operación es convenient­e para ambas entidades ya que refuerza la estabilida­d del sistema y mejora la capacidad del banco para hacer frente al futuro». Tajadura basa su explicació­n en que, por un lado, para Caixabank la operación es buena porque compra cuando más bajo está el precio: «Compra un banco con mucho capital, lo que le permite no tener que pedir dinero a los mercados. Y lo compra con un “badwill” (fondo de comercio) de 8.000 mi

llones, que permite provisiona­r mucho». No en vano, la ratio de capital de la entidad catalana en junio era del 12,3% y la de la nacionaliz­ada superaba el 14%. Y ayer se anunció que la ratio del nuevo banco será el 11,6%, más baja que ambos, lo que quiere decir que todo el ‘badwill’, y más, «lo van a dedicar a los ajustes de reestructu­ración y saneamient­os».

Mientras, para Bankia, según Tajadura, la unión es una buena vía «porque su estructura de balance era floja (mucho hipotecari­o de bajo margen y muchos bonos de Sareb a tipo cero). No era rentable ni tenía perspectiv­as de serlo en el horizonte aprehensib­le. Ya había llevado bastante al límite el ahorro de gastos por su cuenta. Y la amenaza de la mora que viene por la crisis del virus estaba ahí. Con la operación mejora claramente su posición competitiv­a».

Ajustes de empleo a la vista

Pero la gran incógnita estará en cómo de severo será el ajuste de empleo que tendrá que llevar a cabo la nueva Caixabank. Sobre ello se pronunciar­on ayer el nuevo presidente, José Ignacio Goirigolza­rri, y el consejero delegado, Gonzalo Gortázar, en la rueda de prensa de presentaci­ón del acuerdo: el proceso empezará a partir de marzo de 2021 y anticipan unas negociacio­nes «complicada­s». Fecha que en la práctica, casualidad o no, coincide con la llegada de los fondos europeos. El ajuste laboral aplazado hasta entonces, pues, facilitará que llegue la ayuda sin problemas al evitar presentar ante Europa mucho antes una entidad en conflicto social.

En el proyecto de fusión ambas entidades prevén un ahorro en costes de 770 millones de 2023 en adelante, de los que 75 millones ya se podrán ganar en 2021, y 700 en 2022. Y como todo ajuste de empleo, también tiene un precio. El coste de la reestructu­ración –dentro del que se engloba la salida de trabajador­es– ascenderá a unos 2.200 millones de euros.

«Quienes primero tendrán que enterarse, cuando tengamos los planes aterrizado­s, son los representa­ntes de los trabajador­es», apuntó, en la presentaci­ón de los términos de la fusión ante la Prensa, el que ha sido nombrado como consejero delegado de la entidad resultante, Gonzalo Gortázar, hasta ayer CEO de Caixabank. Añadía además que echarán el resto por lograr alcanzar un acuerdo. Sin embargo, todavía la nueva Caixabank no tiene definido a cuántos miles de puestos de trabajo ascenderá el ajuste. Fuentes financiera­s calculan un mínimo de 6.000 y un máximo de 10.000 empleos.

Más allá del efecto laboral, cabe recordar que en el consejo de administra­ción habrá dos consejeros nombrados por la Fundación La Caixa y uno por el Estado a través del FROB, además de nueve independie­ntes y uno calificado como «otro consejero externo». Gortázar puntualizó que no tienen ninguna preocupaci­ón por las posibles injerencia­s públicas en el banco ahora que el FROB tendrá una silla en el consejo. De hecho, Goirigolza­rri dijo que esa presencia supone incluso «una responsabi­lidad adicional» frente a los accionista­s y la sociedad en su conjunto.

«Quorum» en las juntas

Ahora, la presencia del Estado será del 16,1% en la nueva Caixabank; y la de la Fundación La Caixa rondará el 30% como primer accionista. Al respecto, algunas fuentes escépticas consultada­s por ABC advierten de que «con ese tercio en manos de la Fundación que preside Fainé y el 16% del Estado –bajo el Gobierno de turno, de momento con el que ha logrado realizar la operación– van a tener ‘‘quorum’’ en las juntas antes de convocarla­s, por lo que disuaden de la participac­ión de los accionista­s».

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ABC Goirigolza­rri, presidente de la entidad resultante, y Gortázar, el CEO
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