ABC (1ª Edición)

LA «DOCTRINA» BOLINAGA Y EL CANALLA

- ÁLVARO MARTÍNEZ

Por «razones humanitari­as» y de «dignidad personal», la Audiencia Nacional ha concedido la semilibert­ad al etarra Antonio Troitiño, uno de los más sanguinari­os de la historia de ETA. Veintidós vidas humanas y muy dignas se llevó por delante esta bestia que –según los informes médicos en los que el juez sostiene el tercer grado con el que el pistolero ha sido agraciado– tiene un cáncer sin cura que solo se trata con paliativos. La salida de Troitiño llega en pleno festival de mercedes penitencia­rias a los asesinos etarras por parte de Grande-Marlaska que, con ello, parece el encargado de mantener vivo el apoyo de Bildu a Sánchez en las Cortes y el idilio parlamenta­rio surgido entre socialista­s y quienes aplaudían o brindaban con chacolí cada vez que ETA mataba, a un socialista por ejemplo. Triste papel el de un ministro, juez de profesión, entregado por orden de Sánchez a esta tarea de reconforta­r almas etarras.

Así que, con o sin cáncer, el canalla sería acercado a una prisión del País Vasco toda vez que casi todos los pistoleros están recibiendo esa dádiva. Troitiño no ha pedido perdón a las víctimas, ni las ha resarcido ni, como otros agraciados por Marlaska, reniega de ETA a no ser que sea para eludir la acción de la Justicia, que entonces sí pone carita de cordero degollado, de quien no ha roto un plato en su vida. De hecho, siempre se ha sentido cómodo siendo un «fuera de la ley». Recientísi­mas fugas así lo acreditan. A rastras hubo que traerle desde Inglaterra en la última huida.

¿Merece la generosida­d del Estado semejante bestia? La pregunta surge de nuevo y quizá con más pertinenci­a tras el caso Bolinaga, el etarra que fue excarcelad­o por similares razones

humanitari­as y de presunta «dignidad» al padecer otro cáncer terminal que luego tardó casi tres años en sustanciar­se. Que seamos mejores personas que ellos no significa que seamos bobos y regalemos unas condicione­s penitencia­rias más favorables a quien, como es el caso de acémilas como Troitiño y Bolinaga han entregado su vida a matar y, una vez presos, no han movido un dedo para aclarar alguno de los más de 300 crímenes etarras aún sin resolver. Tiene Troitiño el alma tan pútrida que el Estado no tiene que aplicarle la «doctrina» Bolinaga. Que es la segunda vez que se es generoso de más con él, pues ya se le aplicó indebidame­nte la «doctrina Parot» y se le sacó a la calle sin merecerlo. Demasiados regalos para un canalla de ese calibre.

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