Preysler escribe cartas de amor
LUNES
Isabel Preysler escribe cartas de amor, cartas de amor de madre. Acaba de llegarme una de ellas, donde me agradece algún adjetivo amable, y me recuerda de paso que
Tamara es mejor que ella. «Y no es amor de madre», insiste Isabel, con una caligrafía sosegada, bien vencida, y a pluma. Isabel, como toda elegante, aún practica el género epistolar, y no usa el servicio de correos, naturalmente, sino un chófer que te lleva el papel a tu propia casa, cuando convengas. El chófer es un señor infalible que usa el usted, por whatapps. Sé que Isabel asoma en sus letras «el amor de madre» porque yo he escrito a menudo que Preysler no tiene relevo, como primera y última Nefertiti de la gran peluquería nacional. Pero ya veo por las insinuaciones en su carta que vislumbra y casi acredita heredera en Tamara, con lo que me está diciendo que yo me ponga más atento. Lo que sí veo claro es que Tamara era un fichaje pendiente, para la popularidad absoluta, hasta que de pronto salió campeona en «MastercChef». Entró al concurso de pija de espejo y salió poetisa de las sartenes. De modo que le vimos al fin el encanto. Para aquella gran coronación de famosa con mérito, se llevó al plató a un premio Nobel, y a su propia madre, Isabel Preysler, que es premio Nobel en lo suyo. Ahí empezó la Tamara otra, la nueva Tamara, que ahora encima es marquesa de titulación. Porque marquesa a su aire ya lo era.
DIGNA SUCESORA «PREYSLER CASI ME ACREDITA COMO HEREDERA A TAMARA»
MARTES
José María Gutiérrez, Guti,y Romina Belluscio han tenido el segundo hijo. Se llama Romeo. A Guti y Romina los presentó Susanna Griso, y desde aquello hasta hoy. Romina es una belleza argentina que ha hecho carrera guadiana en los platós, y Guti es Guti. Tiene talento, y no disimula su mala leche, y gente así no se encuentra todas las temporadas. El carácter de Guti, tan rico en dinamitas, le ha apartado a veces de la afición, en general, pero a mí me lo acerca. Desde siempre. Cuando el Madrid se metía en el vestuario, iba Guti y les ponía a Sabina, que jode, porque Joaquín se jacta de colchonero y porque hace versos, que es una cosa que a los futbolistas les suena a chino con esdrújulas. Estuve en su boda primera, cuando casó con Arantxa de Benito, que dejó de ser colchonera por amor. Es el único día que he visto a Guti con frac o esmoquin, casi como si fuera a la boda de otro. Los peinados despeinados han sido siempre una rebeldía que iba por dentro.
MIÉRCOLES
Amainó el temporal y le faltó tiempo a Cristina Pedroche para dar el campanazo de salir desnuda en medio de la nieve. A Pedroche y a otras Pedroches, igualmente alegres. Instagram es ya un álbum con vistas a las famosas, con bikini o mejor sin él. Va a resultar que Pedroche se viste demasiado cuando va a dar las campanadas. En España no teníamos profesionales del striptease, porque todas se jubilaron cuando el destape. No hay, ya digo, en España una profesional del strip-tease, salvo
Chiqui Martín, que ya casi no ejerce, y alguna «ex» novieta industrial de Paquirrín,
que da lo mismo. Pero hemos cambiado el arte noble de desnudarse al ralentí por el cromo crudo de ahorrar en tanga. El inolvidable Luis García Berlanga siempre me dijo que no soportaba el porno porque ahí todo el mundo sale desnudo. Razón llevaba, razón lleva. En instagram ya ocurre lo mismo. O sales desnudo o no constas, porque nadie te sigue si sólo promueves colecciones de bufandas. El erotismo es el suspense del desnudo, y para el suspense hace falta ropa. Instagram es un cabaret, pero al contrario. De pronto nieva, y salen al frío de pulmonía las guapas que lo quitan todo para no enseñar nada.
JUEVES
Consejo de Truman Capote: si hemos de vivir otra vez, que sea de rubia.
VIERNES
Rosa López cumple cuarenta años. La conocimos de niña más bien llorona, cuando ganó «OT». Era algo así como una joven Pantoja, pero en versión virgen y casi mártir. Tuvo fe en su voz de relámpago, y tuvo miedo al susto de subirse a la báscula. Más allá de penas varias, se fue haciendo famosa, entre la miss de pueblo y la Beyoncé de Graná. Canta como quiere, canta como una Caballé de huerta. O de discoteca. Pasó de animadora en la tele a chavala monumental que yo no sé cómo no llevaba tres o cuatro novios en curso. Ahora ha encontrado quizá al hombre de su vida. Y yo que me alegro. Porque en Rosa siempre hubo bastante de moza de cántaro que se metió en las varietés para sufrir mucho. Fue gordita, pero ya no lo es. Ella dirá que no, pero molaba de las dos maneras.