Los países redoblan la guerra para hacer tributar a los gigantes digitales
La tasa Google global pasa su prueba de fuego, con Biden ya en el poder, y Reino Unido, Francia, Italia y España cobrando el impuesto por su cuenta
En plena «era del confinamiento» como la ha llamado el FMI y ante una crisis global, los gigantes tecnológicos han logrado aumentar sus beneficios a niveles récord pero continúan pagando de forma perfectamente legal una factura fiscal exigua en muchos de los países en los que están presentes. La idea de una tasa Google global, que asegure que tributan donde operan, lleva sobre la mesa de la OCDE desde 2013 pero sigue siendo una entelequia. Ante ello, 2021 será el año que entierre o resucite definitivamente el proyecto, ya que una batería de países han aprobado el cobro y entrada en vigor de impuestos a las plataformas digitales de forma unilateral para presionar a la comunidad internacional y, sobre todo, a EE.UU.
España es uno de los que la implantarán antes: el impuesto entró en vigor ayer y Hacienda procederá a cobrar la primera liquidación trimestral en julio, y no en abril, ya que va a retrasar la liquidación al no haber aprobado aún el correspondiente reglamento. Pero nuestro país no es el único que opta por recurrir a la solución unilateral ante el fracaso de la OCDE y la UE en acordar un plan común. El Reino Unido cobrará la su impuesto en abril e Italia también lo hará en febrero de 2021.
La última en anunciarlo ha sido Francia. El país galo, tras las presiones de EE.UU. en el Foro de Davos para imponer aranceles al vino, decidió suspender su tributo, aprobado hace dos años, para tratar de llegar a alguna solución acordada. Pero finalmente ha dado marcha atrás y comunicó a las tecnológicas que liquidará el impuesto a principios de este año. La razón es que antes de las elecciones la Administración de Donald Trump amenazó a ocho países –España, Francia, Reino Unido, Italia, Austria, India , Brasil, República Checa– con aranceles si no aparcaban sus proyectos de impuestos y abandonó la negociación de una tasa Google mundial en la OCDE.
Desde entonces, Joe Biden ha llegado al poder lo que abre una nueva rendija de esperanza al proyecto de negociar un impuesto mundial, si bien el rechazo a las tasas unilaterales se mantendrá. EE.UU. ve como un pulso geoestratégico que se obligue a los gigantes digitales a tributar desde Europa ya que la plana mayor de ellos son norteamericanos. Por el momento se abre una tregua y Washington postergará la entrada de aranceles a bienes franceses que tenía prevista en respuesta al impuesto galo. Eso sí, el Departamento de Comercio ha atacado los impuestos de los cuatro países por «discriminatorios». Sobre España y el Reino Unido lo anunció el pasado jueves, reservándose la posibilidad de adoptar sanciones, pero
instando a «que los países trabajen juntos para encontrar una solución».
«No creemos que nadie pueda pronosticar que las posiciones negociadoras de la nueva Administración americana en este ámbito vayan a diferir sustancialmente de las mantenidas por su predecesora», indica el socio responsable de Fiscalidad Corporativa de KPMG Abogados, Julio César García, quien apunta que, no obstante, en la OCDE se estudia la posibilidad de que se retome la negociación con la nueva Administración. Sin ir más lejos, el equipo de Biden ha mantenido contactos con otros países en los últimos meses, como ha sido el caso del gabinete del presidente galo, Emmanuel Macron.
División en Europa
La OCDE afronta esta negociación para la primera mitad del año cuando, precisamente, su secretario general Ángel Gurría finaliza su mandato. Si no se retoman las negociaciones, la UE lo hará por su cuenta. «El consenso para una solución europea podría ser factible», considera García ante «el creciente número de estados miembros» con soluciones unilaterales implementadas o a punto de entrar en vigor.
No obstante, tampoco será tarea fácil. La UE ya fracasó a la hora de aprobar en 2020 una tasa Google comunitaria por la oposición de países que acogen las sedes europeas de gigantes tecnológicos como Irlanda, Suecia o Finlandia. Pese a que los Estados partidarios de este impuesto reclamaban aprobarla mediante cooperación reforzada –mecanismo de coordinación que permite impulsar de forma parcial medidas en la UE sobre las que no hay unanimidad–, la fiscalidad requiere que todos estén de acuerdo.
De no haber consenso, una seguidilla de impuestos en todo el mundo estarán en vigor de forma permanente en un momento en el que pese a la crisis los beneficios de los gigantes tecnológicos en pleno confinamiento se han disparado: las ganancias conjuntas de Google, Apple, Amazon y Facebook aumentaron un 31,5%. Ante ello, los impuestos a las tecnológicas dejarán en 2021 de ser meras amenazas encriptadas para volverse algo físico y real.