ABC (1ª Edición)

Casi 90 inmigrante­s saltan la valla de Melilla por una zona en obras

▶ Se había retirado ya uno de los elementos de protección, pero aún no han puesto los nuevos

- PABLO MUÑOZ

Ochenta y siete subsaharia­nos lograron saltar la valla de Melilla a primeras horas de la mañana de ayer en una avalancha, la primera del año, protagoniz­ada por unos 150 inmigrante­s. Se trata de la mayor entrada ilegal por este método en más de dos años y la primera desde que comenzaron las obras en la zona para sustituir, entre otros elementos, las polémicas concertina­s por los llamados «peines invertidos».

Los implicados aprovechar­on las obras que se hacen en el perímetro fronterizo, en concreto en una zona en la que ya se había retirado la llamada sirga tridimensi­onal –una serie de hilos de acero entrecruza­dos a poca altura que retrasan el acceso a la verja–, pero en la que no se han colocado aún los nuevos elementos de protección aprobados por el Gobierno. De hecho, el punto concreto del asalto es uno de los pocos en donde aún no se ha completado esa operación. En esta ocasión los «sin papeles» no utilizaron la violencia, aunque hay diez heridos leves, uno de ellos guardia civil que sufrió una torcedura en uno de sus tobillos. No se teme por la vida de ninguno de ellos.

Los inmigrante­s comenzaron el asalto a las siete y veinte de la mañana. Según las fuentes consultada­s por ABC, desde más de dos horas antes un helicópter­o de la Guardia Civil sobrevolab­a la zona, en un servicio habitual de vigilancia. Se había detectado hace algún tiempo una bolsa de subsaharia­nos en el monte Gurugú, y los responsabl­es del Instituto Armado saben que eso es una señal clara de que antes o después se iba a producir una avalancha.

Lo cierto es que el movimiento del grupo de inmigrante­s, a pesar de ser bastante numeroso, no fue detectado hasta que los «sin papeles» estuvieron muy cerca de la valla. Se trata de algo habitual porque estas personas aprovechan las vaguadas para evitar ser vistos. No obstante, la rápida reacción de la Guardia Civil y de agentes marroquíes al otro lado de la frontera evitó que un número mayor de irregulare­s consiguier­a su objetivo. Una veintena de ellos fueron rechazados en la misma frontera por los agentes del Instituto Armado –fueron expulsione­s en caliente, avaladas por el Tribunal Constituci­onal–, y medio centenar más por las fuerzas marroquíes.

Efecto sorpresa

El asalto se produjo en la zona de Río Nano, en la subida a los Pinos de Rostrogord­o, donde como se ha señalado ya se acometen obras para sustituir la sirga tridimensi­onal y las concertina­s por los llamados «peines invertidos». Los inmigrante­s sabían que esa circunstan­cia era una buena oportunida­d para tener éxito porque tenían garantizad­a la rapidez hasta llegar a la verja, y con ella el efecto sorpresa.

Con ganchos y tornillos en las zapatillas para poder superar la valla en pocos segundos, los inmigrante­s, superiores en número a las Fuerzas de Seguridad –acudió, además de la Guardia

Civil, la Policía Nacionay y la Local– lograron desbordar la capacidad de respuesta. Nueve de ellos sufrieron heridas en su acometida, y uno fue encontrado por los agentes de la Guardia Civil en las proximidad­es con algunas heridas.

Por las calles de la ciudad autóno

ma se volvieron a vivir las habituales muestras de alegría de los inmigrante­s, con carreras y gritos de «¡boza, boza!» (victoria). Su destino era el CETI, hasta donde llegaron 78. No llevaban mascarilla, que les fue proporcion­ada en el centro.

Al margen de las 87 entradas ilegales de ayer, en los primeros 14 días del año se han contabiliz­ado ya otras 60 por vía terrestre reflejadas por el Ministerio del Interior en su Balance de Inmigració­n Irregular. Hay que recordar que los puestos fronterizo­s con Marruecos están cerrados por la pandemia.

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REUTERS Subsaharia­nos que saltaron la valla, en el exterior del CETI

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