Rachel Levine, una doctora transgénero en la Casa Blanca
Pediatra de 64 años y hasta ahora secretaria de Salud en Pensilvania, será la encargada de ayudar a contener la pandemia y proteger y mejorar la salud y el bienestar de los estadounidenses
Dada la crispación en la que parece estancada la sociedad norteamericana en esta larga y polémica agonía de la presidencia de Donald Trump, una elección por unanimidad en el Senado se presentaba como una misión imposible. Pero la apuesta de Joe Biden por la doctora Rachel Levine (64 años) como Subsecretaria de Estado de Salud ha obrado el milagro. Pediatra, profesora de pediatría y psiquiatría, se ha convertido en la primera funcionaria federal transgénero que llega, además, a un puesto de tan alto rango. Nació en Wakefield, cerca de Boston (Massachusetts), y ha reconocido que celebró su «bar mitzvah» en unos tiempos en que los rabinos no hablaban de cuestiones como la homosexualidad. Siempre mostró su pasión por la medicina, que pudo ejercer en uno de los más prestigiosos hospitales del mundo, el Monte Sinaí de Nueva York (de 1988 a 1993). Su carrera ha estado salpicada de grandes éxitos profesionales y el reconocimiento a su trayectoria es unánime en la comunidad médica. Rachel Levine hizo su transición en 2011, separándose de su esposa Martha en 2013, con la que tuvo a su hija Dayna y a su hijo David. Esa decisión vital vino acompañada de otras vinculadas a su compromiso con la defensa de los derechos LGTBI+, apoyando a distintas organizaciones como activista. No dudó en prestar toda la colaboración necesaria para dar visibilidad a otras personas transgénero que, como ella, mostraran abiertamente su realidad.
Acostumbrada a las burlas
Porque Rachel Levine representa todo lo que más odia Donald Trump, que apostó por el borrado sistemático de toda presencia «trans» en el Ejército de los Estados Unidos y, también, en la sociedad civil: derogó la orden de Obama que permitía a los adolescentes decidir libremente el baño o vestuario que quisieran compartir en el instituto e intentó derogar la regulación contra la discriminización en la atención médica contra pacientes «trans», prohibida finalmente por la Corte Suprema de los Estados Unidos. Ya está acostumbrada a la burla y a los ataques feroces, por su aspecto, por su cambio de sexo e identidad, por sus políticas; ha asumido que parte del odio y la de la ira que ha crecido en la sociedad se deben al miedo y a una pandemia que ha sacudido al mundo, en lo sanitario y en lo económico.
En su perfil de Twitter, la doctora Levine tiene un tuit fijo desde el pasado 19 de octubre: «Pido a cada ciudadano de Pensilvania que se descargue lo antes posible la aplicación Alerta Covid para recibir notificaciones en caso de haber estado en contacto con alguien que haya dado positivo, o para comunicar a otros su positivo de manera anónima».
La hasta ahora Secretaria de Salud de Pensilvania es muy activa en redes, «posteando» vídeos explicativos e informaciones pedagógicas sobre el virus, la pandemia o las vacunas. Así, mientras el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos desde 1984, se hacía famoso en todo el mundo por los «memes» y «gifs» creados con sus caras de desesperación y reacciones de vergüenza ajena hacia los comentarios de Trump (recuerden que sopesó la idea de beber lejía para combatir el virus), Levine ha mantenido una feroz batalla en defensa de la ciencia como solución a la pandemia, aplicando medidas políticas siguiendo parámetros médicos: las mascarillas, la distancia social y todas las medidas -que tan bien conocemos los españolespero por las que nunca apostó la anterior administración. Levine trabajará a las órdenes del ex fiscal general de California, Xavier Becerra, hijo de emigrantes mexicanos, formando una pareja política que refleja el cambio radical de Joe Biden a la hora de conformar equipos. El presidente electo anunció que su gabinete sería «reflejo de ese crisol de culturas» que es el país. Y por ahora va cumpliendo esa promesa.