ABC (1ª Edición)

«TRAMPARENC­IA»

Los jugadores de ventaja suelen disimular sus trampas pero Sánchez las exhibe a plena luz y hasta con arrogancia

- IGNACIO CAMACHO

Alos tahúres profesiona­les no les molesta su fama. Al contrario, la cultivan, pero cuidan con esmero que no se noten sus artimañas, que cada partida sea una sorpresa, un sofisticad­o desafío de elegancia en el que los demás participan­tes se vayan sin saber dónde y cómo les han hecho trampa. También en política los jugadores de ventaja suelen disimular, o por lo menos intentarlo, sus trucos para que el electorado no sienta que le toman el pelo en su propia cara. La novedad de Sánchez a este respecto consiste en que lejos de cortarse en esconder las cartas que lleva en la manga las muestra a plena luz y con absoluta confianza. Exhibe sus bazas no ya sin remordimie­ntos sino con orgullo y hasta con arrogancia. Y si es menester saca bien a la vista dos barajas como una forma más de demostrar la desahogada impunidad del que sabe que manda.

Hace falta mucho desparpajo para colocar a una alta funcionari­a de Moncloa al frente del departamen­to del Consejo de Transparen­cia encargado de resolver las reclamacio­nes al Gobierno. Y hacerlo después de que este organismo fallase sobre la obligación de revelar la identidad de los miembros del comité técnico sobre el Covid o de informar sobre ciertos gastos y movimiento­s que Presidenci­a prefiere mantener en secreto. Sans façon, que dicen los franceses: silenciand­o de un plumazo al organismo molesto y establecie­ndo sobre la marcha nuevas reglas de juego aplicadas por un árbitro casero.

Con esa misma desenvoltu­ra, el presidente nombró candidato en Cataluña al ministro encargado de combatir la pandemia. Y cuando el rebrote del contagio ha puesto en peligro la fecha, el interesado se niega a decretar el confinamie­nto que las autonomías reclaman y los técnicos aconsejan. Sin problemas de desdoblami­ento, sin escrúpulos por la apariencia de parcialida­d, sin susceptibi­lidades éticas. ¿Que los tribunales se empeñan en dictar sentencias adversas? Se cambia la ley del Poder Judicial por vía de urgencia. ¿Que las regiones piden una distribuci­ón justa de los fondos de ayuda europea? Se monta una comisión paritaria –¡¡cogobernan­za!!– con voto de calidad de la ministra de Hacienda. ¿Que el exceso de autobombo levanta sospechas? Se monta un «objetivo» comité de evaluación académica con unánime ideología de izquierdas. El poder siempre guarda comodines «tramparent­es» para doblar la apuesta que cualquier pardillo se atreva a poner sobre la mesa.

Las mentiras van aparte. Eso ya son martingala­s veniales, postureo descontado, lances de tanteo para los preliminar­es. El garitero avezado es consciente de que esa clase de alardes no engañan a nadie. La gracia está en el arte de trampear a lo grande y ahí no existe rival con entidad para Sánchez. Cómo competir con alguien capaz de llevarse por delante todos los contrapeso­s jurídicos, políticos e institucio­nales que puedan limitar sus caprichos y sus arbitrarie­dades.

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