INMUNES A TODO
Cada vez son más las comunidades autónomas que ponen freno al proceso de vacunación por falta de ampollas y de jeringuillas adecuadas con las que administrarlas. Incluso el Gobierno ha tenido que modificar su estrategia de inmunización para dejar al margen a los profesionales que hayan superado la infección del Covid-19. Pedro Sánchez insiste en ponerle fecha a otra nueva normalidad –prevista para el verano, con el 70 por ciento de la población presuntamente vacunada–, pero los contagios, acelerados por la cepa británica, amenazan con un nuevo colapso hospitalario. Hay prisa por dejar atrás una pesadilla viral a la que el Ejecutivo ha dado alas con su política de ausencia y transferencia, de irresponsabilidad y cogobernanza. Las restricciones a la movilidad se agudizan y la paciencia de la sociedad, tras más de diez meses de decretos y recortes de las libertades, se resiente. La mayoría se resigna, pero en los márgenes de la opinión pública se concentra una minoría hechizada por las conspiraciones y las conjuras e inmune a la realidad que proyectan las unidades de cuidados intensivos y los tanatorios. Ayer quedaron en Madrid para organizar un festival de desafueros e improperios. No solo niegan la enfermedad y rechazan la vacuna, sino que se ofrecen como salvadores de los que hacen cola para inmunizarse.