«¿Puigdemont en el exilio? Eso es una aberración mental»
La izquierda política y cultural responde al líder de Podemos por insultar la memoria del exilio y deslegitimar la democracia y el abrazo de 1978
«Lecciones de la derecha, ni una», vino a decir Pablo Iglesias después de mancillar el exilio español de la posguerra comparándolo con la fuga de Carles Puigdemont. Pero es su propia familia, la izquierda, la que se escandaliza ante tamaño dislate y le exige que se retracte. Como vicepresidente, deslegitimó la democracia afirmando que existen presos políticos y exiliados. El líder de Podemos, mirando a las elecciones en Cataluña, pisoteó la memoria común. De fondo, supone impugnar la propia trayectoria de la izquierda que se fundió en el abrazo de 1978, para Podemos, una «traición». Una decena de voces progresistas de la política y la cultura denuncian en ABC la perversión que encierran las palabras de Iglesias. Lo raro, como apunta el escritor Daniel Gascón en «El Periódico de Aragón» es que se sorprendan, porque es lo que ha hecho siempre.
Los colectivos memorialistas, indignados, exigieron el lunes una rectificación que no llegó. Paca Sauquillo, comisionada de la Memoria Histórica en el Madrid de Manuela Carmena, insiste en ello: «Es una barbaridad democrática comparar a quienes defendieron la legalidad de la República frente a un golpe militar que ocasionó la guerra y sufrieron un duro exilio, con quien se saltó y vulneró la legalidad constitucional actual y vive en Bruselas. El exilio español fue uno de los más duros. Muchos murieron en el camino, lo perdieron todo y sufrieron condiciones infrahumanas. Efectivamente, tendría que rectificar».
Ramón Tamames, dirigente comunista durante la Transición, lo considera «una aberración mental». «No tienen nada que ver los refugiados de la República con un señor que se va a Waterloo para darse buena vida y aprovecharse de los resquicios y reírse de los españoles desde el Parlamento europeo». Acusa a Iglesias de ser el caballo de Troya: «Está en la inopia histórica y en la absoluta aberración moral. Se apunta a un bombardeo porque es un admirador de los independentistas. Ha jurado la Constitucion y lealtad al Rey, y ninguna de las dos cosas cumple».
Cristina Almeida, abogada y fundadora de IU, cree que «Iglesias devalúa
Paca Sauquillo
«La comparación es una barbaridad democrática. El exilio español fue uno de los más duros. Efectivamente, Iglesias debe rectificar», opina quien fue comisionada de la Memoria Histórica de Carmena Nicolás Redondo Terreros
«Impugna la vuelta de Alberti, de la Pasionaria, el abrazo de concordia que legitima la democracia»
la democracia» y denuncia la fascinación de una parte de la izquierda con el separatismo. «Les parece progresista el derecho de autodeterminación cuando es lo más arcaico». Sobre Puigdemont: «No se le ha expulsado de aquí. Lo suyo fue una decisión personal».
César Antonio Molina, ministro de Cultura en el Gobierno de Zapatero que impulsó la Ley de la Memoria Histórica, considera que «comparar el exilio republicano con un villano como Puigdemont es de tal vileza que no da para más comentarios». Y pregunta al viento: «¿Son acaso comparables Azaña, Machado, Buñuel, Falla, Ortega, Alberti, Picasso, Juan Ramón y tantos otros con ese traidor?» Responde el escritor Andrés Trapiello, exmilitante del viejo PCE: «Iglesias es solo un político ignorante y sin escrúpulos. De los exiliados no sabe nada, le dan lo mismo. El único que le importa es alguien tan mediocre y cobarde como él». El editor Jaume Andreu tampoco se deja sorprender: «Siempre ha manifestado su simpatía por etarras e independentistas. Se trata, una vez más, del inaudito prestigio del que goza el nacionalismo entre la izquierda». Si Puigdemont es la víctima, traduce el intelectual mallorquí, Iglesias es su represor.
Carrillo, traidor
Ni el PCE ni IU han cuestionado las palabras de su jefe de filas, pese a la afrenta a su historia en la clandestinidad. «¿Pero qué va a decir Enrique Santiago (actual secretario general de los comunistas) si veranea con Pablo?», desliza un crítico apartado de Podemos. Ignacio Latierro, cofundador de la librería Lagun, doble símbolo de la resistencia antifranquista y contra ETA, señala dos obviedades: «Se quiere tapar la gravedad de los hechos cometidos por Puigdemont. Pero lo más grave es la poca consideración que el señor Iglesias tiene a la democracia española, en la que ejerce de vicepresidente del Gobierno». Secretario general de los comunistas vascos en 1981, afirma que «el PCE actual tiene poco que ver con el que actuó en la Transición y en el franquismo». «Esto da para un libro, pero no sigue el mismo ánimo que impulsó a Carillo», tercia Latierro.
«Iglesias impugna la Transición, el abrazo de la izquierda y la derecha. Impugna la vuelta de Alberti, de La Pasionaria y Carrillo, que certifica y legitima el sistema democrático español», asevera Nicolás Redondo Terreros. «Es la máxima expresión de generosidad. La política necesita concordia pero Iglesias no puede prosperar si no es en la división», dice el exlíder del PSE e hijo del histórico sindicalista de la UGT. El socialismo se incendió por la ofensa al exilio, pero el partido templó gaitas para no desestabilizar más a la coalición de Gobierno. «Iglesias no valora nada, es un personaje que vive de la polémica. Lecciones a la izquierda ninguna», replica un expresidente autonómico del PSOE que pide guardar el nombre.
Hubo quien habló claro: «Apreciado Sánchez, con un vicepresidente así no vamos a ninguna parte. Merece ser cesado. Te lo sugiere un hijo, y también nieto, de republicanos exiliados en Francia», escribió el exdiputado catalán Joan Ferrán en un mensaje de Twitter que tuvo 350.000 impactos. El PSC ve tras el titular de Iglesias un intento desesperado por mantener puentes y buscar una alianza postelectoral con ERC. «Quiere ser bisagra, muñidor», recalca Ferrán, que recuerda que Jaume Asens, diputado de los comunes y asesor íntimo de Iglesias, le preparó la fuga a Puigdemont como abogado en 2017. Su «exilio» judicial.
Hasta Ada Colau se desmarcó del desatino, aunque acabó culpando al periodista. «No es comparable la situa
ción de Puigdemont o ninguna persona de la actualidad con los exiliados republicanos». Joan Coscubiela, exdiputado de la órbita de Podemos hurgó en la herida abierta: «No hay nada peor para una fuerza política que romper el vínculo emocional con su gente». José Luis López Bulla, exsindicalista del PSUC lo condensó así en su blog: «Es una comparación históricamente grotesca, políticamente aberrante y muy dolorosa en el terreno personal. Argelés-sur-Mer (campo de internamiento donde recalaron muchos exiliados españoles en Francia) no es Waterloo».
«Símil muy dañino»
El PNV, tan dado a evocar la represión y el Gobierno vasco en el exilio, declinó corregir a Iglesias. Pero un histórico diputado, Iñaki Anasagasti, hijo del exilio, resume el sentir: «El símil de Iglesias es muy dañino. No estamos aquí en una situación en la que a nadie vayan a fusilar, en todo caso tendría (Puigdemont) que comparecer ante la Justicia. No se puede usar la Historia para arrojarla. La memoria de Companys merce más», apunta Anasagasti. El expresidente de la Generalitat, de ERC, fue entregado por la Gestapo a Franco. Antes de ser ejecutado. pidió permiso al pelotón para quitarse los zapatos y pisar la tierra del castillo de Montjuic. Mientras que Puigdemont puso pies en polvorosa. La propia ERC debería corregir a Iglesias.
Los historiadores censuran al vicepresidente, informa César Cervera. «¿Acaso Iglesias considera que la democracia española es equiparable a la dictadura de Franco? Debería rectificar esta barbaridad histórica», apunta José Luis de la Granja. Coincide Álvarez Tardío, lo peor es ese «equiparar la democracia con el franquismo y utilizar la mentira como sostén de un redivivo antifascismo». Reig Tapia pone al separatista ante el espejo, desnudando su mentira: «Tarradellas vivió dignamente el exilio en un pueblecito francés, Saint Martin le Beau, en una humilde morada y las pasó canutas. Puigdemont vive en un palacete, con personal de servicio y funcionarios, conserva su escandaloso sueldo y vive a cuerpo de rey, Como dijo el mismo Tarradellas: En política se puede hacer de todo menos el ridículo».
«Estas declaraciones son propias de una persona carente por completo de conciencia nacional y gravemente ofensivas para el exilio republicano que empuñó el nombre de España hasta el final», se suma García de Cortázar. «No es ignorancia, es indecencia. En el fondo del fondo se encuentra el desprecio manifiesto de Iglesias y los suyos a la democracia», resume Jordi Canal.