«Es difícil reconocer como vicepresidente a Iglesias»
–¿Insulta Pablo Iglesias al exilio español del 39?
–El propio Iglesias se autoexilia de la realidad, en la vida se valora a las personas que tienen la humildad de reconocer errores. Perseverar en ellos es un acto de soberbia. Hasta su mujer y compañera de gobierno ha reconocido la grosera desproporción de comparar el exilio republicano con las armas humeantes de una guerra civil, con la cobardía de Puigdemont. Iglesias es un mero apoderado, al modo taurino, de los separatistas de ERC y Bildu. Nada más. Con sus extravagancias verbales es difícil que en cualquier lugar del mundo le reconozcan como vicepresidente de un país democrático.
–¿Ofende la democracia al señalar que hay exilidos y presos políticos?
–Insisto en que es un insulto a la inteligencia y a la historia reciente de España. Observo un afán desmedido de Iglesias por tener foco mediático, pero en esta ocasión su obsesión le ha jugado una mala pasada. Podemos es consciente de que tiene una sangría de votos y pretende congraciarse con una parte del electorado catalán haciendo un guiño a ese caladero de voto separatista. Otro error. Sus declaraciones son propias de quien pretende pescar peces a martillazos.
Podemos «Existe una izquierda radical que alienta el odio social para hacerse notar»
–¿Impugna Podemos el camino de la izquierda democrática en su abrazo con la derecha en el 78?
–Aunque quisiera, no podría. En la Transición, ciertamente, había una dura confrontación ideológica, real, pero al tiempo existía un abrazo social de la ciudadanía por encima del duro enconamiento ideológico. Solo así se entiende que el PSOE obtuviera 202 diputados en 1982. Hoy, existe una izquierda radical, minoritaria, más grupal que de partido, que alienta el odio social y busca una forzada radicalidad estética y retórica para hacerse notar. A veces, desde la derecha se le da más fuerza mediática que lo que socialmente representan.