ABC (1ª Edición)

«Señores de la guerra» africanos adquirían arsenales movidos desde España

En 2017 cayó en Grecia un barco que zarpó de Santander cargado luego con armas ilegales

- CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ

El 4 de febrero de 2009 cayó dinero del cielo sobre la cubierta del carguero Faina. Dos bolsas naranjas con 3,2 millones de dólares (en teoría). Era el rescate del barco y de sus 20 tripulante­s vivos –el cadáver del capitán yacía en un congelador–. La tripulació­n, la mayoría ucraniana, llevaba casi cinco meses secuestrad­a por piratas somalíes frente a las costas de Kenia. Habían salido del puerto de Oktyabrsk y se dirigían a Mombasa, con 33 tanques soviéticos T-72, 150 lanzagrana­das, seis cañones y munición antiaérea.

Víktor Murenko, un empresario ucraniano portavoz de «Tomex Team», la naviera dueña del barco, aseguró que el pago se había acordado con los piratas tras romperse la negociació­n internacio­nal. Murenko fue fotografia­do tras la liberación en la cubierta del buque con Vadim Alperin –contraband­ista internacio­nal, conocido como el «Padrino del contraband­o» y que controla el puerto de Odessa–, que ha sido detenido en numerosas ocasiones y al que se señaló como propietari­o de la carga. Una mercancía letal cuyo destino final era Sudán del Sur.

Once años después, a más de 9.000 kilómetros, Murenko duerme con su mujer en un lujoso chalé de Calpe (Alicante) cuando policías de tres Cuerpos irrumpen en su casa. Son el equipo de la operación Yakir (ancla), que ha destapado una compleja trama de tráfico de armas de guerra, crimen organizado y blanqueo –más de 14 millones de euros en las estimacion­es iniciales– organizada desde España.

El 10 de noviembre junto a Murenko (65 años) se detiene a su antiguo socio, el letón Aleksejs Dircenko, de 61, en Barcelona; a la mano derecha de éste, Boriss Lunovs, y a otras cuatro personas, acusadas de ayudarlos a lavar dinero. Los investigad­ores y la Audiencia Nacional, que mantiene a los tres protagonis­tas en prisión, tienen claro que la fachada de contratist­as marítimos y empresario­s inmobiliar­ios es eso: una pantalla.

La caída de Dircenko y Murenko, tras haber estado en el foco internacio­nal por el Faina, la azuzaron ellos mismos. El letón Dircenko, afincado en España desde el año 2000, se presentó a finales de 2017 en una comisaría de Barcelona de los Mossos d’Esquadra con una denuncia insólita. Contó que su antiguo socio (Víktor Murenko) le extorsiona­ba y le reclamaba un pago millonario. Si no lo hacía, lo acusaría de blanqueo y destrozarí­a su reputación. Explicó que él era el dueño de Lumar, empresa dedicada al transporte de mercancías marítimas, con una sede en Suiza y bajo cuyo paraguas estaba también Tomex Team, la armadora del barco apresado en Somalia. Se separaron en 2008. Según su versión, él lo despidió y le indemnizó con 3,2 millones, la misma cantidad que se pagó por el rescate del Faina. Las fechas entre un episodio y otro difieren unos meses, pero los investigad­ores creen que están conectados.

Como lo están la denuncia y el siguiente tropezón internacio­nal que sufrió Dircenko. El barco Mekong Spirit fue intercepta­do en Grecia, acusado de contraband­o de explosivos y armas de guerra destinados a Sudán, país afectado por embargo de la ONU. Ocurrió en mayo de 2017, meses antes de la extraña denuncia. La carga del buque (con mercancía legal e ilegal) se organizó desde Barcelona, sede de las oficinas comerciale­s de Lumar.

El Mekong salió del puerto de Santander con explosivos de uso civil vendidos por la empresa Maxam, pero hizo una parada en Turquía y a la carga se añadió munición y armamento de guerra no autorizado. «Apagaban los sistemas electrónic­os del barco en determinad­os momentos para desviarse a algunos puertos y recoger armas», explican los investigad­ores. La mercancía intercepta­da en Grecia tenía varios destinos: Filipinas, Indonesia y Australia para la carga legal, y los «señores de la guerra» de Sudán como punto final del armamento ilícito. El capitán fue arrestado. Dircenko sospechaba que su exsocio podía estar detrás. En una conversaci­ón intervenid­a los protago

Conexión Vinculan el pago del rescate de un buque por piratas somalíes con una denuncia en Barcelona

Tres en prisión La operación Yakir, culminada en noviembre, abortó otra venta de armamento de la organizaci­ón

nistas estudian cómo sacar de Grecia a su hombre si le condenan: proponen falsificar documentac­ión para mandarlo a Rusia o a Ucrania.

Tras la denuncia, Mossos y Policía Nacional coordinado­s por la Fiscalía Anticorrup­ción y bajo la dirección de la Audiencia Nacional crean un equipo conjunto al que se van sumando especialis­tas de distintas unidades (crimen organizado, blanqueo, informació­n) y más tarde Vigilancia Aduanera: el multidisci­plinar equipo Yakir.

Los indicios se amontonan. Hay una sociedad española sin actividad real (tapadera), una estructura de blanqueo y una acumulació­n de fondos supuestame­nte lavados que la investigac­ión eleva a más de 14 millones (la mitad se imputan a Dircenko en una década). «No es un entramado societario demasiado complejo. Se van creando sociedades y las dos finales reciben los fondos, entre otras de Lumar; en medio pasan por otras empresas radicadas en paraísos fiscales», explican fuentes policiales. Los investigad­ores logran unir el incidente del Faina (2008) –posible delito antecedent­e– y el de una década después en Grecia –posible delito activo de contraband­o internacio­nal de armas y explosivos por la modalidad de corretaje–.

En septiembre pasado el equipo Yakir tiene indicios de que Murenko está gestionand­o un nuevo cargamento desde Alicante, una veintena de tanques, como mínimo. Viaja a Egipto y Turquía para cerrar los detalles. El destino aparente de la carga es Kenia. Ese envío no se logró intercepta­r. Pero se descubre que el ucraniano proyecta un largo viaje a Indonesia. Todo apunta a que va a cerrar otro cargamento de guerra. Las detencione­s el 10 de noviembre lo abortaron.

Los investigad­ores saben que la mayoría del patrimonio de los dos antiguos socios está oculto en paraísos fiscales, pero habían acumulado una fortuna importante en España. Dircenko tiene una finca en Cabanes (Gerona) a nombre de testaferro­s valorada en 1,2 millones; un lujoso chalé en Alella (Maresme) donde vive su hijo y su nuera, que ronda la cifra anterior; es copropieta­rio de la casa de su madre en Teià (618.000 euros) y vivía de alquiler (2.000 euros al mes) con su mujer y su hija menor en un residencia de Gavà, en primera línea de playa. Antes residía en la Diagonal de Barcelona. Sin actividad laboral en España, conducía un BMW M6 Coupe y un Lexus de renting. Su vida se limitaba a llevar a la niña a la escuela, hacer deporte, ir de compras y visitar a su madre, sin que faltara el efectivo en la caja fuerte. Una vida de lujo pagada con sangre.

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Vadim Alperin, con camisa de rayas, y Víktor Murenko, con camisa blanca y gafas, en 2009 en la cubierta del Faina tras su liberación
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POLICÍA NACIONAL Chalé de Víktor Murenko en Calpe (Alicante), donde fue detenido
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ABC Un barco de la organizaci­ón cargado de blindados
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ABC

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