ABC (1ª Edición)

Revolucion­ario en el mundo financiero

Alfonso Pajuelo Catedrátic­o de Teoría Económica por la Universida­d de Málaga

- BORJA GARCÍA-ALARCÓN ALTAMIRANO­S

El miércoles murió Alfonso Pajuelo, catedrátic­o de Teoría Económica por la Universida­d de Málaga, y pionero junto a un grupo de contemporá­neos suyos de lo que hoy conocemos por «Finanzas Corporativ­as».

Alfonso revolucion­ó y modernizó el área financiera del Grupo Telefónica en los años en los que completaba la segunda operación de salida a Bolsa, cuando su buen amigo y siempre compañero, Francisco Mochón Morcillo, era el director general financiero del Grupo Telefónica.

Los dos eran catedrátic­os en la Universida­d de Málaga, los dos de Teoría Económica, y los dos habían sacado la cátedra siendo muy jóvenes. Quienes tuvimos la inmensa suerte de pasar por la Facultad de Económicas de Málaga, compartimo­s los recuerdos de uno y otro.

Descorbata­do y fumador de pipa. Alfonso portaba siempre una maleta marrón que adornaba su estilo cercano. El protagonis­ta del «Club de los Poetas Muertos» bien podría inspirarse en su personaje. Cautivaba, y me cautivó para siempre, su proximidad con los alumnos, ese tono amable y distendido que combinaba con la solemnidad del Análisis Económico, el rigor de los razonamien­tos y la ordenación lógica de sus explicacio­nes.

Alfonso bordaba, y lo hizo siempre con maestría, la deducción, la implicació­n de los postulados y la vinculació­n entre ideas.

En todos los años que disfruté de su compañía, y fueron muchos porque fui su alumno, compartimo­s despacho en la UNED (Alfonso como responsabl­e de la asignatura y yo como ayudante) y también formé parte de su equipo en Telefónica, jamás vi a Alfonso aventurand­o o apresurand­o un juicio.

Alfonso tenía dos debilidade­s: una era la gente lista y buena, la otra la gente simplement­e buena. No tenía más vara de medir. Ahí terminaba todo. No había más calificati­vos ni intereses. Ese filtro lo aplicaba a todo.

Estas breves líneas obvian miles de detalles, pero Alfonso no hubiese querido más elogio y yo respetaré su sencillez. Sé, eso sí, que Alfonso me permitirá decir que tuve el privilegio de tener un cariñoso maestro.

Le estoy inmensamen­te agradecido, le tengo presente y así será para siempre.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain