ABC (1ª Edición)

«Deudas», la nueva comedia de Carmen Maura

- ÓSCAR RUS

A Carmen Maura no hay quien le tosa. Ni en el rodaje de «Deudas», la nueva serie de Antena 3 que hoy estrena Atresplaye­r Premium ni durante su promoción, con una entrevista por videollama­da detrás de otra junto a Mona Martínez, su archienemi­ga en pantalla. La actriz grabó «a toda leche» entre julio y octubre los trece episodios de esta deslenguad­a comedia sobre dos familias malavenida­s. La trataron como a una figurita de porcelana. «Hacen bien porque tengo 75 castañas. A veces les pregunto qué edad tiene su abuela o su madre y se dan cuenta… ¡porque los tengo!», asegura.

Maura interpreta en «Deudas» a la mandamás de una academia de artes y baile, pero también de una familia que le da más disgustos que alegrías... empezando por su marido mexicano. Una de sus hijas es Carmen Ruiz. «No habíamos trabajado juntas. Fue conocernos y enseguida nos entendimos muy bien. Ella ha sido un grandísimo apoyo; y los chicos, que me han hecho reír», comenta. Uno de ellos, el más apalominad­o, es Salva Reina («Allí abajo»). Ellos tienen más escenas de acción; ella está «mayor» para que la pongan a «saltar sitios». Porque esta Chica Almodóvar –con mención a «Pedro» en el primer episodio– no quiere ser la estrella de esta función: «No soy protagonis­ta y quiero que quede bien claro. Somos muchos actores y hay gente que habla más que yo». A ella la llamaron directamen­te para el papel. «Nunca he hecho casting porque cuando empecé no había tanta prueba», reconoce. Solo se presentó a pruebas en su época universita­ria, cuando decidió ser actriz. «No me cogían nunca».

Maura quería descansar tras «Deudas» y tampoco sabía cuándo le apetecería volver a rodar con mascarilla. «Me he vuelto muy selectiva, sobre todo porque no tengo un ansia enorme de trabajar como una burra como hasta ahora». Le encanta estar en su casa con su perrita, a la que incluso se lleva al teatro. «Nunca he tenido esa angustia. De todas maneras, en estos cuarenta y tantos años nunca he estado en paro porque, al servir igual para un roto que para un descosido, me llaman tanto para una simpática como para una antipática».

Pensó, tras el confinamie­nto, que la gente iría «tristona» a la grabación de «Deudas». Se equivocó. «Estaba preocupada, como todo Dios, por el follón de todo esto. Lo primero de lo que me di cuenta es lo mucho que me gusta el equipo. Los primeros días era de llorar, de pena», cuenta. Su público en cine y televisión son sus propios compañeros en rodaje: «Son a quienes tú miras, si les está gustando o no… Aquí desaparece­n las caras y es dificilísi­mo acordarse», relata.

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