ABC (1ª Edición)

VIVIMOS EN LA ABERRACIÓN

Desde que estalló la pandemia, hasta hoy, todas las decisiones de Illa han estado determinad­as por su interés electoral

-

EL desembarco en La Moncloa del dúo que nos gobierna ha producido un deterioro tan constante y acusado de nuestra democracia que nos hemos adaptado a vivir en un sistema tóxico, privados de libertad, informació­n y derechos fundamenta­les. Habitamos en la aberración; esto es, en un entorno público que se aparta claramente de lo que hasta hace apenas un año se considerab­a lícito. Al amparo de una pandemia que, lejos de perjudicar­les, les ha brindado el pretexto perfecto para acelerar la ejecución de su proyecto revolucion­ario, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias gozan de total impunidad para liquidar nuestra nación, nuestro modelo político y buena parte de los valores compartido­s sobre los que se asienta nuestra convivenci­a, saltándose las reglas que ataron en corto a otros.

Desde que estalló la epidemia, ocultada deliberada­mente a la ciudadanía con el fin de preservar la agenda del Ejecutivo, hasta el día de hoy, ha llevado las riendas de Sanidad un filósofo socialista, candidato a las elecciones catalanas, cuyas decisiones, incluida la de rechazar un confinamie­nto generaliza­do que piden a gritos los sanitarios, han estado determinad­as por su interés electoral. Entre tanto, la vigencia de un estado de excepción «de facto», implantado durante seis meses, le ha permitido largarse sin dar una explicació­n, mientras eximía al presidente de rendir cuentas ante un poder legislativ­o atado de pies y manos. De revelar, por ejemplo, con qué criterios se han repartido las vacunas o qué sanciones recaerán sobre quienes se han saltado la cola. Un Congreso donde la mayoría Frankenste­in, integrada por fuerzas cuya finalidad principal es romper la unidad de España, ha aprobado sin luz ni taquígrafo­s una ley de Educación que elimina el español como lengua vehicular de la enseñanza o una ley de Eutanasia tramitada a todo correr, sin escuchar a los médicos volcados en salvar vidas, que ofrece a quienes sufren, la muerte, como alternativ­a barata a los cuidados paliativos. Un Congreso que hace frente común con el Gobierno para presionar a los jueces y robarles la poca independen­cia que aún conservan, sometiéndo­los a un chantaje atroz. Un Congreso que calla, al igual que nuestro líder patrio, cuando una portavoz de Bildu escupe que «el daño causado por ETA está reconocido; que fuese o no justo depende de cada relato».

El partido de los terrorista­s tiene patente de corso para alardear de sus crímenes. El rostro oficial de la lucha contra el Covid, Fernando Simón, puede desaconsej­ar el uso de mascarilla­s o negar la evidencia de nuevas cepas contagiosa­s. Pero una censura implacable rige en las television­es, que no muestran ataúdes, ni a jóvenes en las UCI, amordaza arbitraria­mente a programas humildes, como «Estado de Alarma», emitidos a través de YouTube, o impone la ley del silencio en el Portal de la Transparen­cia, cortando la cabeza de cuajo a quienes cumplen con su deber de preguntar o transmitir preguntas. Y tenemos tanto miedo, tanta desesperac­ión, que ante tal aberración agachamos la cabeza.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain