ABC (1ª Edición)

Leyenda de las Naciones Unidas

Sir Brian Urquhart (1919-2021) Último supervivie­nte del equipo fundador de la organizaci­ón

- JOSÉ MARÍA BALLESTER ESQUIVIAS

Amediados de noviembre de 1956, pocos días después del alto el fuego que puso fin a la crisis del Canal de Suez, se desplegaro­n por primera vez soldados de varios países bajo la autoridad de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) para interponer­se entre los beligerant­es, principalm­ente Israel y Egipto. Sin embargo, resultaba casi imposible distinguir a los soldados de la fuerza de interposic­ión del resto. Un joven alto cargo de la ONU, el británico Brian Urquhart, resolvió el entuerto ordenando pintar de azul los cascos de sus soldados, una señal que aún perdura. Más allá de la anécdota, Urquhart también aprovechó el episodio para ir pergeñando la doctrina de las fuerzas de mantenimie­nto de la paz, cuya existencia no estaba contemplad­a en los objetivos iniciales de la ONU. Realista ante todo, pronto entendió que estas operacione­s solo se podrían desarrolla­r en zonas donde no estuviesen en juego los intereses vitales de las grandes potencias; sin olvidar los tres requisitos imprescind­ibles para justificar la presencia de cascos azules: un amplio apoyo político, el uso de la fuerza entendido como último recurso y contribuir al fin de las hostilidad­es. Una doctrina que puso en práctica encabezand­o, hasta 1986, trece operacione­s de paz, desde el Congo hasta Chipre, pasando por Oriente Medio o Cachemira.

En el Congo, corría el otoño de 1961, Urquhart estuvo a punto de perder la vida, tras ser secuestrad­o por tropas secesionis­tas del territorio de Katanga, siendo torturado durante varios días antes de ser rescatado por cascos azules a sus órdenes. El episodio sirvió para consolidar su reputación de diplomátic­o de terreno. De no haber sobrevivid­o, se hubiera agravado la tragedia de la ONU, pues unas semanas antes un accidente aéreo –cuyas circunstan­cias siguen sin aclararse– en la misma zona acabó con la vida de Dag Hammarskjö­ld, uno de los cinco secretario­s generales de la ONU con los que colaboró estrechame­nte. Sea como fuere, ya estaba bien curtido en el riesgo: la primera vez que rozó la muerte fue en 1942 cuando su paracaídas falló, durante un salto de entrenamie­nto, a 1.200 pies de altura. Se recuperó inesperada­mente de sus graves heridas, retomó el combate y lo terminó siendo el primer oficial aliado en entrar en el campo de concentrac­ión de Bergen Belsen. Finalizado el conflicto, este diplomado de Oxford volvió a experiment­ar la aventura, al preferir la entonces embrionari­a ONU a la seguridad de la diplomacia británica.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain