Plumilla se permite dar un consejo a los Pantoja

No está claro que el «machismo estructural» exista, pero si existe, lo sufren dos mujeres en España. Dos mujeres que padecen dos auténticas estructuras dedicadas a su escarnio y vilipendio: Ayuso y la Pantoja. Se da la curiosidad de que en ambos casos hay edificios para simbolizar la inquina: el Hospital Zendal, convertido en arquitectura diabólica, y Cantora, casa encantada donde boquea la última España Negra.

Ayuso/Zendal sufre la orquestada psicopatía de la izquierdona, que silencia los barracones volanderos de Ximo Puig, y Cantora/Pantoja convierte a Telecinco en un canal temático, igual que el Canal Historia con Hitler.

A esto ha ayudado Kiko Rivera, que llegó al plató con la palabra «TRUE» tatuada en los nudillos, como Robert Mitchum en «La noche del cazador», y la mirada nublada del boxeador camino del ring. Sin negar sus razones, el asunto a Kiko se le ha ido un poco de madre (valga la expresión). Una cosa es reclamar el dinero y otra es poner a la madre de chupa de dómine, o como no digan dueñas, o de vuelta y media y perejil, que todo eso hizo en sus entrevistas en Telecinco, donde los colaboradores le escuchaban con una curiosidad clínica, anormal, comentando como un coro cada revelación:

–¡Uf!

–Qué fuerte...

Kiko hizo el retrato de una mujer fascinante, su madre. Una artista que pone a trabajar a los fans, que se escucha en bucle en los youtubes, y que cuando le recuerdan que no se puede fumar contesta: «Yo sí».

Una diva auténtica, megalómana, obsesiva e intransigente, y no como las divas razonables que Jorge Javier entrevista en los Deluxes, todas «estupendas y maravillosas», abiertas aún al hedonismo (¿por qué no?) y a la sabiduría almodovariana. ¡No seas antigua Pantoja!

Porque al final, ¿qué cosas le dijeron? Dejan caer que es xenófoba y que Agustín es homófobo. Después, eso sí, de preguntar si se pone la ropa de su hermana. ¿Podría alguien en España hacer pregunta tan zafia e indecorosa y salir indemne?

Soy un vulgar plumilla, pero daría un consejo a los Pantoja: abracen la causa gay a la comisarial manera de Jorge Javier y digan sí al PSC. Serán perdonados.