Tiene narices que hablen de los cuartos gastados en el Zendal al mismo nivel que los despilfarrados en la Ciudad de la Justicia
EL negacionismo de Ayuso es más extraordinario que el del Holocausto (el único verdadero). Más extraordinario que el del virus. Hacía tiempo que no veía tantas furgonetas de la Policía Nacional como las del sábado por la manifestación de esa gente (unas 1.300 personas) sin mascarillas que proclamaba que el coronavirus no existe, que es una falacia. Pues vaya un desgaste tan tonto el de Ayuso contra algo que no existe. «Contra todo y contra todos» se titula la entrevista que le han hecho en «Vanity Fair». «Creo que se ha realizado una gestión mucho mejor de lo que los ciudadanos pueden ver porque las campañas en contra han sido insólitas. Insisto: abrir un hospital público nunca puede ser una mala noticia y, sin embargo, llevamos dos meses defendiéndolo». Lo más sorprendente en el odio contra Ayuso (dejamos aparte la adoración de Sostres, que es como la Gata Loca con Ignacio) es que, entre tonta y mala, gana la consideración de mala. Creo que eso es valorarla.
Ayer había una carta de un lector de ABC en la que contaba su experiencia en el Zendal durante 23 días. Conoció tres secciones: hospitalización, cuidados intermedios y UCI (sedado y entubado). Es sólo su experiencia. Pero es de primera mano. Dice que las incomodidades se compensan por los medios técnicos y el personal; que el día de la nevada fue crítico, pero se salió adelante; que la zona de las duchas es un poco justa, sobre todo cuando todos quieren ducharse a la vez. No va a ser perfecto, pero tiene narices que hablen de los cuartos gastados en el Zendal al mismo nivel que los despilfarrados en la Ciudad de la Justicia (que sí se puede negar). Que no tiene quirófanos. Es para Covid. Que hay alas vacías en hospitales. También será importante no utilizar hospitales generalistas y aliviarlos en una catástrofe invasiva como esta.
Ves volar el hospital de campaña de Valencia y a los pobres pacientes evacuados y piensas en «Los tres cerditos». En que Ayuso es la cerda lista.