ABC (1ª Edición)

El cine de estreno se muda a los salones

«Bajocero» y «Cosmética del enemigo» se saltan la gran pantalla y llegan directas a Netflix y Filmin tras nuevos cierres de cines

- FERNANDO MUÑOZ

Fuera de los cines

«Nos tenemos que adaptar a las nuevas medidas, y el cine no es una excepción», dice Lluís Quílez

Más consumo online

«Las plataforma­s saldrán reforzadas de la pandemia», ratifica Kike Maíllo

Suena a noticia repetida, pero es más bien una pesadilla recurrente: la mayoría de los cines de España vuelven a cerrar a la espera de que la tercera ola del coronaviru­s rebaje su impacto y las grandes distribuid­oras se atrevan a estrenar. Este martes, la cadena de cines Yelmo anunció que apagaba la mayoría de sus 500 pantallas repartidas en 50 complejos, salvo los de Madrid y Las Palmas de Gran Canaria. Una medida muy similar a la que tomaron antes las otras cuatro grandes exhibidora­s, Cinesa, Ocine, Kinépolis y MK2. Entre todas suman el 55 por ciento de las salas, según FECE –Federación de Cines de España–, que temen que este lunes, cuando actualicen el número de cines en activo, descubran que este fin de semana dos tercios no han levantado el cierre.

Con ese panorama, dos títulos españoles concebidos para la gran pantalla, «Bajocero» y «Cosmética del enemigo», se saltan la cartelera y llegan directamen­te a los catálogos de Netflix y Filmin, respectiva­mente. Un mal menor para los productore­s, que palian el daño de no cobrar taquilla a cambio de abrir antes la ventana de la exhibición en VoD; y una alternativ­a con la que sus creadores se tienen que conformar a cambio de llegar a más «público potencial». «Semana a semana nos tenemos que adaptar a las nuevas medidas, y el cine no es una excepción», apunta Lluís Quílez, director de la impactante «Bajocero». «Nuestro camino es estrenar en Netflix, que ha sido un socio que ha estado desde el primer día, y que va a llevar la película a las casas de 190 países», continúa, repitiendo un mantra bien aprendido. «Mi objetivo y el de la mayoría de los directores cuando hacemos una película es llegar a la gente, y en este sentido Netflix es el socio adecuado en este momento», sentencia.

Kike Maíllo, que regresaba a la dirección tras «Toro» (2016) y «Eva» (2011), firma en «Cosmética del enemigo» una adaptación del «bestseller» de Amélie Nothomb con actores internacio­nales: «Las plataforma­s saldrán reforzadas de la pandemia», dijo a la colaborado­ra de ABC Mariló García. El cineasta, que presentó su película en el último festival de Sitges lo tiene claro: «Hay mucho ansia por hacer proyectos, no tanto por los creadores como por la gente que financia las películas», resumió.

Inteligenc­ia y «spoilers»

«Bajocero» y «Cosmética del enemigo» tienen mucho en común, más allá de su triple salto –¿mortal?– desde la sala de montaje a la televisión. Dos «thrillers» con tantas cargas vitales y morales en sus protagonis­tas como giros de guion esconden sus tramas.

«Me sentí un privilegia­do al ver que llega un guion en el que apuestan por ti, uno para protagoniz­ar una película de acción, que nunca lo había hecho», presume Javier Gutiérrez, protagonis­ta de «Bajocero». «Es una película muy cruda, muy dura y muy exigente para los actores», resume sobre su personaje, un recto policía que tiene que trasladar un furgón de presos a una cárcel y se ve inmerso, a mitad de trayecto, en una emboscada que recuerda a «Asalto a la comisaría del distrito 13», de John Carpenter, para después cruzarse con «El diablo sobre ruedas», de Spielberg. Y, al final del todo, y sin riesgo ninguno de caer en el destripe, chocarse con un muro de realidad social de esa que el espectador se ha topado en las páginas más oscuras de la crónica de sucesos patria. «Es que esta película tiene cosas de género carcelario, de “thriller”, con pinceladas de terror... Y plantea cosas de índole moral, social, jurídico, de qué es viable, y de qué es legitimo, de las dudas de qué haría yo si vivo una cosa así... Toda esa locura plantea el guion», promete un entusiasta Karra Elejalde.

Y es que el director, que ya demostró su potencial con «Graffiti», un corto con el que llegó a colarse en la «shortlist» de los Oscar, promete que

hay escenas en «Bajocero» que «no se habían rodado nunca en el cine español». El propio Karra Elejalde va más allá. «Las películas americanas de este género no entran en los dilemas que entra esta. Los “thrillers” que hace Stallone solo le vemos que mata a 250 tíos, no sabemos si son niños, abuelos o lo que sea, y aquí vemos otras cosas», ratifica.

Entra rápido al trapo Javier Gutiérrez, que va más allá: «Aquí los personajes son agentes de la ley que traspasan todas las líneas rojas y no sabes si está bien o mal cuando lo hacen, y deja el poso en el espectador de dudar si lo él haría. En el cine americano no se deja dudar al espectador: se pone del lado de los buenos porque hay buenos muy buenos o malos muy malos. Aquí puedes empatizar con todos», asegura sobre un guion que, más allá de su parte más entretenid­a, pone en la meta un giro final de esos que dejan pensando al público.

Por su parte, en la adaptación de Kike Maíllo de la novela homónima de Amélie Nothomb el duelo es más directo: dos personajes antagónico­s –un arquitecto de relumbrón al que da vida Tomasz Kot y una misteriosa joven interpreta­da por Athena Strates– coinciden en el aeropuerto y se ven atrapados en una conversaci­ón en espiral tan atrapante como el remolino de un huracán. Todo ello en el interior de un aeropuerto, con el estrés que ya de por sí generan esos lugares. Una película que llega a Filmin tras su paso por Sitges. Apuestas, en cualquier caso, para un fin de semana de estrenos en casa a la espera de que vuelva el foco a las salas.

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Javier Gutiérrez, asediado por los presos que traslada
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