ABC (1ª Edición)

El último vestigio del «otoño caliente»

Cada noche desde hace más de un año un grupo de independen­tistas corta una de las entradas de Barcelona para protestar contra la sentencia del 1-O

- MIQUEL VERA BARCELONA

El independen­tismo mantiene una relación algo bipolar con el año 2019. Por un lado, el movimiento sigue lamiéndose las heridas que abrió la sentencia del Supremo a los líderes del 1-O. Del otro, alimenta el recuerdo de los disturbios que vivió Barcelona durante las noches en las que el «procés» se disfrazó de guerrilla callejera y llenó la capital catalana de barricadas y jóvenes encapuchad­os. Aunque a día de hoy poco queda de ese fervor desatado que tocó techo en la «batalla de Urquinaona» –momento en el que los altercados llegaron a poner en serios problemas a Mossos y Policía– hay un lugar en el que se sigue protestand­o a diario contra la sentencia. En la avenida Meridiana de Barcelona, la entrada nororienta­l de la ciudad, se realiza cada tarde un corte viario que se prolonga hasta el toque de queda. Sus organizado­res se jactan de ser los últimos que siguen protestand­o contra el TS en una acción que sólo interrumpi­eron durante el confinamie­nto.

Tanto da si llueve o si hace frío, sea Navidad, o Nochevieja, cada noche se reúnen allí entre 30 y 200 personas que cortan el tráfico ante la apatía policial. Juntos, gritan sus proclamas contra la «represión» del Estado y claman por la «amnistía total» de los organizado­res del 1-O.

«No nos cansaremos, tenemos derecho a protestar aquí aunque haya campaña», explica a ABC David, uno de estos manifestan­tes acostumbra­dos a los reproches de los vecinos y al «acoso» que, relata, sufren de vez en cuando por parte de grupos de extrema derecha.

Impunidad Colau y la Generalita­t permiten la protesta: 340.000 euros cuesta ya el operativo policial

Lo cierto es que tanto el Ayuntamien­to como el Departamen­to de Interior de la Generalita­t han revestido esta protesta de impunidad y protección. De hecho, cada tarde, un operativo municipal desvía el tráfico por cuatro puntos de esta avenida de ocho carriles así que la protesta corta una arteria en la que no puede circular nadie. Por su parte, los Mossos hacen la vista gorda con las multas y se centran en evitar que la protesta se convierta en un foco de trifulcas con vecinos y grupos ultras. Según expuso este mes de diciembre la alcaldesa Ada Colau, el operativo diario de la Meridana ya ha tenido un coste de 340.000 euros para las arcas municipale­s. La Fiscalía, por su parte, ya ha anunciado que investigar­á el corte. Mientras las au

toridades y cuerpos de seguridad deciden qué hacer con las últimas ascuas del «otoño caliente», en la Meridiana siguen fieles a su cita diaria.

El ritual empieza pasadas las ocho, después de que David haya acabado su recuento con un contador manual que le regalaron estas fiestas. Acto seguido, otro presente grita una serie de consignas y reúne a los dispersos. A los pocos minutos, un tercero recita una letanía de nombres que repasa la cronología del «procés». Va de Junqueras a Julian Assange, pasando por Puigdemont, los CDR, Torra y hasta Laura Borràs, investigad­a por, supuestame­nte, trocear contratos públicos. «Llibertat», exclaman los asistentes detrás de cada nombre. Acto seguido, cierran su plegaria con algunos cánticos más a favor de la independen­cia que rápidament­e se desvanecen entre la oscuridad y el frío. «Mañana más», se prometen unos a otros.

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A. QUIROGA Un corte de la Meridiana

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