El Covid, la okupación y la nueva ley de vivienda amenazan los precios
La vivienda española está entre las que más se han abaratado de la UE en la última década, pero venía recuperando su valor a pasos de gigante desde el final de la recesión en 2014
Hay quien compró su vivienda durante el verano de 2007, cuando su precio marcó el máximo histórico en España, y la vendió por la mitad de lo que había pagado tan solo cinco años después, cuando su valor cayó a mínimos. En el supuesto de que la vendiera hoy, la cifra sería mucho más generosa, pero no menos atroz, ya que perdería uno de cada cinco euros que invirtió en ella.
Son los daños colaterales de la crisis del ladrillo que, a un ritmo de 900.000 viviendas construidas al año, con la banca concediendo hipotecas «a tutti pleni» y el inversor extranjero acaparando la costa, fraguó que el precio de la vivienda en España se inflara hasta crecer en su punto más alto, cerca de un 50% más de lo que lo hacía la media de los países de la Unión Europea, según datos de la oficina comunitaria de estadística, Eurostat. Pocos meses después, la burbuja estalló y la tendencia empezó a revertirse.
De hecho, según datos de Eurostat extraídos por Ep, en la última década la vivienda española se ha abaratado un 4,5%, mientras que la media de los 27 países comunitarios se ha disparado por encima del 26%, lo que nos coloca entre los cuatro únicos países europeos en los que comprar una casa resulta más barato hoy que a finales de 2010. Solo Grecia (-31%), Italia (-15,55) y Chipre (-7,7%) pueden quejarse de lo mismo. Incluso países como Irlanda que sufrieron también la severidad del estallo de la burbuja, hoy sitúan el crecimiento de sus precios en sintonía con el resto de comunitarios.
«En otros mercados siguen con un crecimiento acorde a sus circunstancias y su economía. Sin depender de la demanda externa, ni tener que absorber tanto «stock» de viviendas y con un mercado interior menos maltratado por la crisis y un poder adquisitivo mayor con más capacidad de ahorro», explica sobre esta caída el presidente del Consejo General de los Colegios oficiales de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de España, Gerard Duelo.
El director de estudios de Pisos.com, Ferran Font, también señala la dificultad de acceso a la vivienda para los jóvenes como una de las principales causas de esta fluctuación. «En un contexto donde acceder a una hipoteca requiere de tener ahorrado el 20% del valor de la vivienda, la precariedad de los sueldos, hace complicado llegar a esta cifra», señala Font.
Freno a la recuperación
Sin embargo, con la recuperación de la economía experimentada desde 2014, el mercado inmobiliario en España comenzó a rearmarse y en los últimos seis años el precio se recuperó un 23%, según el Índice de Precios de Vivienda del Instituto Nacional de Estadística (INE). Años al alza que nos ponían al día con Europa, pero que 2021 amenaza con devolver frente a sus fantasmas. Porque en el horizonte no son pocos los obstáculos para el mercado inmobiliario. El principal, la incertidumbre económica que acecha a las familias con el virus y que quiebra las previsiones de un sector que consiguió contener los precios en 2020, pero que está a punto de rendirse en su expansión con la tercera ola y el retardo de las vacunaciones.
Pero también sobre la demanda acecha la nueva ley de la vivienda, con los posibles límites al precio del alquiler. Además del ya aprobado decreto creado por el Gobierno de coalición para regular la figura del consumidor vulnerable, que modifica la norma antidesahucios al prohibir la okupación solo cuando la entrada al inmueble se haya efectuado mediante violencia o intimidación.
Factores que atentan directamente contra el apetito de los inversores. «Este escenario que frena a la demanda, ayuda la contención o la bajada de los precios, repercusión que será mayor en función de la aparición de normativas en ese sentido», afirma Duelo.
Difícil acceso
La precariedad de los sueldos imposibilita el ahorro de los jóvenes y dificulta el acceso a la vivienda Tercera ola
El recrudecimiento de la pandemia agrega más incertidumbre a las familias y frena las ventas