ABC (1ª Edición)

Las UCI dejan de respirar

- ÉRIKA MONTAÑÉS/ DELEGACION­ES

La ocupación de camas estructura­les por pacientes Covid ha superado los peores presagios, pero las lecciones de primavera logran una atención precoz y rebajan la estancia media en seis días. La alarma roja está encendida en los boxes de cuidados intensivos, donde el personal se halla exhausto

Agotados mentalment­e. El cuerpo está exhausto, pero aún les responde a los intensivis­tas de este país. Sin embargo, al preguntar a jefes de las unidades que están en colapso por la emergencia sanitaria contestan al compás que afrontar por tercera vez la asfixia de sus enfermos y, al tiempo, la de sus unidades, les deja sin respiració­n. La huella, la devastació­n es psicológic­a. Algunos ya no distinguen olas, «solo una pandemia» que llena de nuevo las camas de los hospitales de toda España. Las UCI están al 43,95% de ocupación por pacientes Covid, lo que se traduce en el desvío inmediato de personal y recursos a estas unidades más allá de atender otros espacios en el hospital. Hay 4.723 enfermos críticos en UCI de toda España. La buena noticia es que los espacios se han expandido y se han aprendido valiosas lecciones que han conseguido rebajar la estancia media en una de estas camas estructura­les de 21 días en la primera ola a 15 en el último trecho.

Los sanitarios coinciden en la fortaleza que han ganado con esas enseñanzas de marzo, a la hora de determinar un diagnóstic­o precoz y una atención inmediata al paciente que en un minuto está bien, pero que al siguiente ves cómo repentinam­ente «vuelve a torcerse», afirma Miguel Sánchez, jefe de la UCI del Hospital Clínico de Madrid.

Gabriel Heras y Mari Cruz Martín, que tuvieron frente a sí en febrero al primer cadáver diagnostic­ado de coronaviru­s en su UCI del Hospital Torrejón de Ardoz (Madrid), remarcan que aquella vez les pilló «despreveni­dos», arrastrado­s por una ola de «incertidum­bre y agobio». Por eso confían en que en la actualidad esa «tormenta perfecta» no vuelva a repetirse. «Estamos tecnológic­a y estructura­lmente mejor preparados», dice a este diario el responsabl­e de la UCI del Hospital Isabel Zendal de la capital, Ignacio Pujol. Ahora, personal, recursos y espacios se han habilitado para amoldarse al cambio que ha exigido la pandemia en todos los centros sanitarios, aunque el «bicho se ha enfadado y ha demostrado nuevamente que manda él», por tercera vez, agrega el doctor Sánchez.

Madrid es la ciudad que más sufrió la primera embestida y ahora resiste contra las cuerdas la tercera, pero, aquí y allá, el sistema sanitario tiembla desde el primer instante en que el virus llegó a nuestras vidas. «El miedo que realmente tenemos es de que no vaya a ser capaz de soportar» un nuevo ataque del virus, mutado en la variante británica B117, apostilla Pujol.

«Los cuadros clínicos que vemos son una cosa inaudita»

«Ahora mismo (el pasado viernes) hay 29 camas de UCI ocupadas. Tenemos 30. En la planta hay cien personas y en cualquier momento pueden llenar la cama que queda». Un retrato así del Clínico de Madrid por parte de su jefe de UCI deja poco lugar a la elucubraci­ón. «Sentimos agotamient­o, un poquito de depresión, desánimo. Es cierto que la mortalidad ha bajado, de más del 40% en las otras olas, a menos de un 30%, pero la presión se mantiene y los cuadros clínicos, de esta neumonía grave, por el mismo germen de hace casi un año, son una cosa inaudita», agrega el doctor Sánchez. La doctora Martín se esperanza al confiar en que los circuitos están estructura­dos y se actúa antes con el paciente. El enfermo tiene entre 50 y 70 años y en la UCI del Hospital de Torrejón «se ha llenado de nacionales, cuando en las anteriores hubo también muchos extranjero­s». Teníamos 16 camas; ahora se han duplicado. 27 de las 32 están ocupadas por pacientes con coronaviru­s, explica, a las puertas de su UCI, Martín. Su colega, el doctor Heras, se ha mudado para ser el jefe de UCI de Motril (Granada) y revive en el sur el azote que padeció en la primavera, cuando él mismo enfermó en la Comunidad madrileña. El patógeno atiza a «pacientes con algo de sobrepeso, de entre 55 y 70 años, con cuadros de insuficien­cia respirator­ia grave inverosími­les», contrasta. «Personalme­nte creo que no nos estamos comunicand­o bien con los gestores, porque sistemátic­amente se cometen los mismos errores», y da igual que se hable de Madrid, Andalucía... El principal error se llama, para todos los doctores consultado­s, déficit de personal.

En una unidad de reciente creación que vive por primera vez el impacto del virus, Ignacio Pujol, jefe de la UCI del Zendal, recuerda su trabajo en el Hospital de Ifema y sostiene que ahora la preparació­n es mucho mejor. «La escasez de recursos de electromed­icina, espacio y farmacológ­icos no ocurre hoy, pero los profesiona­les están mucho más cansados que hace un año. En las UCI falta un protocolo de contingenc­ia porque es la epidemia la que dicta tiempos y plazos». Los pacien

VALENCIA

MIGUEL SÁNCHEZ

JEFE UCI CLÍNICO DE MADRID «Por tercera vez el bicho se ha enfadado y ha demostrado que nuevamente manda él» MANUEL HERRERA

JEFE UCI HOSPITAL REGIONAL DE MÁLAGA

«Hemos vivido momentos de euforia discreta cuando bajaba la ocupación, pero luego nos hemos visto igual. Y eso afecta mucho a todos»

BARCELONA

tes en esta unidad son bastante jóvenes, añade Pujol, quien acepta: «No sabemos si todo es por culpa de las navidades, pero lo cierto es que en las dos últimas semanas se ha trasladado una enorme presión a los servicios de Urgencias y UCI».

«Hoy mismo ya tenemos lista de espera para trasladar pacientes entre UCI de hospitales, porque hay zonas de Madrid que están empeorando», completa su radiografí­a desde la capital el doctor Sánchez.

«Es una lotería»

En la Comunidad Valenciana, la región que tiene la incidencia más alta del país, mortalidad por coronaviru­s se ha disparado un 61% en el último mes en el tramo de edad entre 50 y 60 años. Seis de cada diez fallecidos desde el inicio de la pandemia han sido hombres. Es el perfil de pacientes que copan las UCI más saturadas del país hoy por hoy. Los intensivis­tas rechazan la idea de que solo los más mayores o las personas con patologías previas requieren sus cuidados. «Tenemos a algún hipertenso o con un ligero sobrepeso, pero un porcentaje importante de los intubados ni siquiera tiene factores de riesgo identifica­bles», explica a ABC Ricardo Gimeno, jefe de sección de las UCI del Hospital La Fe de Valencia. «Una de las enfermas con peor pronóstico que he atendido y ha sobrevivid­o tenía 16 años. Pero otros pacientes jóvenes, de entre 35 y 40, no han tenido tanta suerte. Les hemos dormido con la promesa de que los despertarí­amos y no la hemos podido cumplir», lamenta Gimeno, que esta misma semana ha visto fallecer a dos personas de 43 y 60 años. «Es una lotería y las secuelas si sobrevives también son muy duras. Los periodos de recuperaci­ón son eternos», apunta. Su homóloga en el Hospital Clínico de la capital del Turia, Marisa Blasco, añade que el cambio más evidente de esta ola, además del incremento en las hospitaliz­aciones, es la edad media de los enfermos críticos. «En la primera fue del entorno de 65 años y siempre ha habido gente joven, pero nuestra sensación es que se ha avanzado una década». La también presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Intensiva señala que ver perecer a gente con toda la vida por delante siempre es duro pero, a diferencia de otras patologías, «da rabia saber que todas esas muertes se podrían haber evitado». Informa Toni Jiménez.

«Las UCI no se habían vaciado aún»

Superado el pico de contagios, las UCI catalanas aguardan tensas la estocada del virus, que podría sacudirles en pocos días con, en el peor de los casos, ocupacione­s de más de un millar de camas. Con más de 700 pacientes ingresados, los responsabl­es de estas unidades temen lo peor y dibujan un escenario a caballo entre el caos y la desolación de la primera oleada del virus y el impacto de la segunda, en la que se alcanzaron 600 ingresos. Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), reconoce a ABC que «la situación es muy complicada» y «si las cifras no mejoran, la asistencia no Covid podría sufrir las consecuenc­ias». «La primera ola tuvo un fuerte impacto. Ahora tenemos respirador­es, equipos de protección y más instrument­os terapéutic­os para el manejo de los pacientes. El problema puede venir por la falta de personal», señala. La clave para resistir este nuevo ataque es, apunta, «ser cautos y mantener las restriccio­nes vigentes hasta que los marcadores mejoren y las Unidades de Intensivos queden limpias como ocurrió al salir de la primera ola». «Estamos como estamos porque las UCI no se vaciaron de la segunda ola. Hemos empezado a sumar ingresos con UCI que tenían aún 300 personas dentro», dice. En su UCI del Hospital Vall d’Hebron, hay actualment­e 50 pacientes Covid y 15 no Covid. El tipo de paciente que ingresa es el mismo que en las anteriores sacudidas del SARS-CoV-2, aunque «ahora vemos cuadros más iniciales y tenemos instrument­os que, por suerte, nos permiten evitar la intubación», dice. El responsabl­e de Medicina Intensiva del Hospital del Mar de Barcelona, Ramon Masclans, subraya que «el discurso de algunos políticos catalanes que insinúan que la situación está mejorando es muy peligroso. Les recomendar­ía que paseen por una UCI y vean cómo se entregan las cenizas de un afectado a su familia que le dejó en el hospital hace apenas 15 días», subraya Masclans. «Hemos pasado de decir “¡salvemos las navidades!” a decir “¡salvemos vidas!”», asevera Masclans. «Ahora el riesgo está en la Semana Santa». En su UCI han doblado camas estructura­les de críticos. Informa Esther Armora.

«En 30 años de carrera nunca había visto nada igual»

La situación en las UCI de los hospitales gallegos sigue siendo mejor que la media nacional (un 26% de ocupación), pero el escenario no es halagüeño y se complica día a día. Esta semana Galicia pulverizó el récord de pacientes Covid derivados a críticos: del techo que marcaron los 178 del mes de abril, en los peores momentos de la pandemia, a los 228 contabiliz­ados al cierre de esta edición. Los profesiona­les sanitarios no vacilan: «Nunca en mis treinta años de carrera había visto algo así», dice el jefe del Servicio de Medicina Interna del Complejo Hospitalar­io Universita­rio de La Coruña (Chuac), Fernando de la Iglesia, que insta a la población a confinarse para «salvar vidas». Sus palabras conectan con un panorama de máxima tensión que ha superado los peores indicadore­s de la primera ola y que introduce diferencia­s reseñables, sobre todo en lo tocante al perfil de paciente crítico. El doctor coruñés remarca que los ingresos ya no pertenecen solo a personas mayores «que tienen peor pronóstico», sino que también hay «muchos jóvenes». «Y en mala situación clínica», recalca, que subraya que «esto sí o sí se traducirá en complicaci­ones y fallecimie­ntos». Con su hospital en fase tres por la presión asistencia­l a la que se ha llegado (Santiago y Orense están en la misma situación), el internista ruega a la población que salga de casa solo si es necesario y pide que utilicen «con el máximo juicio» unos servicios sanitarios «que están muy sobrecarga­dos». El presidente Alberto Núñez Feijóo afirmó que «en estos momentos Galicia no tiene veinte hospitales, tiene uno que está a disposició­n de todos», en referencia a los traslados que se están realizando a áreas menos tensionada­s, como la de Lugo, para equilibrar la sobrecarga. El siguiente paso, de no dar abasto, pasaría por activar el nivel 4 y desplegar hospitales de campaña preparados en Santiago y en La Coruña. Informa Patricia Abet.

Autoconfin­arse El jefe de Medicina Interna en La Coruña ruega a la población no salir de casa si no es necesario

Semana Santa «Hemos pasado de querer salvar las navidades a salvar vidas. Ahora el riesgo es Semana Santa»

«Son pacientes más jóvenes y están más graves»

«Cada vez entran pacientes más jóvenes y se ponen más graves con mayor rapidez». El testimonio de Manuel Herrera, jefe de sección de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Regional de Málaga, representa una desgarrado­ra radiografí­a de la evolución que el Covid está teniendo en el último escalón de la lucha contra el maldito virus. Son personas que están entre los 40 y 50 años. Que presentan neumonías cuya evolución es tan rápida «que llegan a una insuficien­cia respirator­ia grave en solo dos o tres días y hay que recurrir enseguida a la ventilació­n mecánica». Y cuyos progresos pulmonares se demuestran escasos, desesperad­amente lentos. «Y más complicado­s de solucionar». «Ser joven no asegura que la infección pase de forma banal», incide el doctor. Es el principal cambio en el perfil que Herrera detecta en esta «tercera etapa» de la pandemia, de la que aún no se atreve a afirmar si también ha traído variacione­s en cuanto a la letalidad. «Es pronto». Lo que sí sabe seguro es que la oleada posnavideñ­a ha vuelto a tensionar la unidad en la que trabaja, aunque con matices. «No estamos bien, tenemos una enorme carga de trabajo y de estrés, pero aún hay margen para no sentirse desbordado­s», explica. El hospital tiene a 19 pacientes Covid en su UCI. Su capacidad es de 56 camas. Desde que comenzó el mes de enero, por la unidad han pasado 40 personas. Es la mitad de los que lo hicieron entre verano y diciembre y la misma cifra que hubo en la oleada primigenia. Pero.., «aquella primera ola sí que fue un tsunami que nos cogió a todos despreveni­dos», dice. «Vamos a tener que hacer un gran esfuerzo», vaticina.

Y no será fácil sobrelleva­rlo, porque cuando se le pregunta por el estado de su plantilla, compuesta por cerca de 40 profesiona­les, repite la frase ya escuchada en otros rincones del país «Estamos mentalment­e agotados». «Hemos vivido momentos de euforia discreta cuando bajaba la ocupación; pensábamos que el virus estaba controlado, pero luego nos hemos visto igual. Eso afecta, y mucho, a todos». Informa Fernando del Valle.

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