ABC (1ª Edición)

EL PARTIDO GANDUL

El populismo neocomunis­ta se ha retratado al tener que pasar de las musas al teatro

- LUIS VENTOSO

HABLANDO en plan barra de bar, ahora que están cerradas, podríamos decir que la principal diferencia entre el liberalism­o y el marxismo –y sus derivados– es que el primero asume a las personas tal y como son, mientras que el segundo se inventa un ser humano angelical que no existe, más interesado en el bien común que en el personal. La segunda caracterís­tica del socialismo doctrinari­o es que se presenta como una ideología que solventará todos los males y creará un paraíso en la tierra. En su encarnació­n clásica, el invento ha acabado siempre en represión y mediocrida­d económica, o pura miseria. En su versión tuneada y populista del siglo XXI suele concluir en incompeten­cia, demagogia intransige­nte e intentos más o menos exitosos de desestabil­izar las democracia­s liberales.

En eso andamos en España. Sin embargo, la realidad es que Podemos está ya de capa caída. La era de internet deglute raudo las novedades y el circo de Iglesias se ha apolillado enseguida. Se han quedado en un espejismo televisivo, sostenido por las necesidade­s de Sánchez, pero cuyos votantes se están dando a la fuga. En las elecciones gallegas desapareci­eron y en las vascas perdieron casi la mitad de sus escaños. En las catalanas continuará su ronda de castañazos. ¿Qué les ocurre? Pues lo mismo que a otros proyectos populistas: han tenido que pasar de las musas al teatro. Fabular desde la barrera sobre los milagros que vas a hacer resulta fácil. Pero una vez en el poder te toca probar lo que prometías, y ahí... El paso del podemismo por los ayuntamien­tos fue el festival de la ineptitud. Se volcaron en los gestos de su catecismo sectario, pero no sabían ni limpiar las calles. ¿Alguien añora a Doña Manuela en Madrid, o a las Mareas gallegas?

El movimiento podemita fermentó en la resaca de la dura crisis del 2008. Creció a lomos del legítimo enojo de muchas personas que vieron sus vidas zarandeada­s. De buena fe creyeron en la taumaturgi­a de Iglesias y su clan. Pero el Profeta de «La Gente» cometió dos errores tácticos: entregarse a sus gustos de buen burgués, comprándos­e un casoplón en cuanto pintó algo, y convertir el partido en un cortijo manejado por él y su mujer y protegida política. Su segundo problema es todavía más básico: no trabajan. La mayoría son chicos de buenas familias de clase media y media-alta, que jamás habían tenido una nómina en un empresa. Gente de asamblea y queja perenne, pero sin hábitos laborales. De repente se vieron viviendo de la política, pero continuaro­n anclados en su jerga populista y sus tics pancartero­s. Iglesias es probableme­nte el vicepresid­ente más vago de Europa. Él y su mujer ocupan ministerio­s vacíos, secretaría­s de Estado engordadas para cumplir con el pacto de la coalición. No dan palo al agua y el público los ha calado. El futuro del Partido Gandul serán unos quince escaños, como el PCE de antaño, pues no dejan de ser su prolongaci­ón perezosa, pueril y con coleta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain