El imperio mafioso que factura 50.000 millones y se lucra de la pandemia
Los fiscales que han puesto en el banquillo a los cabecillas de la trama calabresa explican a ABC cómo el clan compra a políticos italianos de todos los colores para quedarse en tiempos del Covid-19 con el monopolio del tráfico de cocaína
«Hoy, para ser mafioso es necesario, sobre todo, ser gran empresario». Su interlocutor le respondió: «Hoy para ser mafioso ya no es necesario saber disparar, lo que hace falta es saber usar el dedo índice para mover el ordenador». Esta interceptación policial desvelada por la máxima autoridad antimafia de Italia, el fiscal general Federico Cafiero de Raho, sirve para explicar de forma gráfica lo que es hoy la mafia. Y muy en particular la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, que se ha convertido en la más peligrosa organización criminal europea, la más rica y poderosa del mundo, gracias a su control del tráfico internacional de la cocaína, con una facturación anual en torno a los 50.000 millones de euros, de los cuales al menos el 75 por 100 lo invierte en la economía legal.
Según la oficina de estudios de Mediobanca, la ‘Ndrangheta sería la cuarta empresa italiana por facturación, un coloso superado en Italia solo por FiatExor y las multinacionales energéticas Eni y Enel. Su liquidez es tal que la ‘Ndrangheta nada en ríos de oro: «Estamos contando dinero toda la noche y a pesar de que utilizamos máquinas, no hemos logrado sumar todos los billetes», se lamentaba un miembro de la ‘Ndrangheta, inconsciente de ser interceptado.
El confinamiento por el coronavirus no ha detenido los negocios mafiosos. Muy al contrario, el Covid es para la ‘Ndrangheta una oportunidad única, gracias a su enorme disponibilidad de liquidez, según explica el magistrado más popular y admirado de Italia, Nicola Gratteri (Gerace, Reggio Calabria, 1958), jefe de la fiscalía de Catanzaro –capital de la región de Calabria– que vive blindado y bajo escolta desde hace 30 años. «Disponer de dinero contante significa tener gran poder y lograr comprar dejando pocas huellas. Están comprando lo que quieren en Europa. En general, sus afiliados son muy activos en el campo de la restauración: compran y gestionan bares, restaurantes, pizzerías, hoteles...Y también en la construcción. Se ocupan del reciclaje de residuos y basuras; gestionan la usura, juegos ilegales… Los mafiosos se dirigen a distintas personas que tienen a su servicio: abogados, financieros... Esto quiere decir que el mercado legal está drogado. Y Europa no es capaz de unirse para contrarrestar a las mafias».
En este tiempo de profunda crisis,
con la economía que agoniza, la ‘Ndrangheta actúa como una banca para prestar dinero a empresarios o pequeños comerciantes en dificultad. «El gran objetivo de las mafias con la usura –explica Gratteri– no es el de hacerse ricos a través de ese medio, sino conseguir que al final el comerciante o el empresario al que se prestó el dinero se vea obligado a ceder su negocio. De esta forma, las mafias mantendrán esa actividad comercial, pero la utilizarán para reciclar el dinero sucio procedente, por ejemplo, del tráfico de cocaína».
Del total de su facturación anual, más de 30.000 millones procede del tráfico de cocaína, un mercado que no conoce crisis y que sigue estando bien abastecido, a pesar del confinamiento. «La droga sigue llegando a los puertos de Amberes (Bélgica), Róterdam (Países Bajos), los puertos italianos del mar Tirreno y también a los españoles; en esos lugares la ‘Ndrangheta tiene redes estables que están a la espera para recibir la carga», señala Cafiero de Raho.
En España está bien nutrida la red colombiana que, según comenta el magistrado Nicola Gratteri, «almacena toneladas de cocaína para introducirla en Europa; la ‘Ndrangheta es fuerte y está presente en España, porque va a comprar cocaína y también invierte. Ellos compran cocaína con un 98% de pureza. Esto les puede costar poco más de 1.000 euros el kilo. Un precio muy bajo. Al cortarla, de un kilo pueden obtener cuatro para la venta en la calle. Si tenemos en cuenta que se vende a más de 50 euros en Italia –el precio varía en cada país–, se comprende fácilmente que no hay otra actividad ilícita más rentable».
Mafia y corrupción van siempre de la mano. Son dos caras de la misma moneda. Capos y empresarios corruptos caminan muchas veces a golpe de sobornos a funcionarios públicos y políticos, sin hacer discriminación ideológicas con la derecha o la izquierda. Han apoyado candidatos de todos los partidos políticos. El conocido magistrado Piercamillo Davigo (70 años), que ha dirigido importantes investigaciones sobre la mafia y blanqueo de dinero, ha puesto el dedo en la llaga: «Los políticos no han dejado de robar; dejaron de avergonzarse. Afirman con desenvoltura lo que hicieron anteriormente a escondidas. Ahora dicen cosas de este tipo: “Con nuestro dinero hacemos lo que queremos”. El problema es que no es su dinero, sino el de los contribuyentes», concluye Davigo.
Mostrarse como benefactores
Este tiempo del coronavirus está siendo aprovechado por las mafias para lograr consenso en su territorio y mostrarse como benefactores. «Luego, a la hora de votar –explica el fiscal Gratteri– esa pobre gente votará al candidato elegido por el capo mafioso. Lo harán con una mayor motivación y convencimiento que antes. Al igual que hacía el Chapo en México: asesinaba a cientos de personas, traficaba con miles de toneladas de cocaína, pero al mismo tiempo construía hospitales. Así, era visto por el pueblo como un benefactor. No debemos cometer este error», explica Gratteri.
Las infiltraciones mafiosas en la política son tan habituales en Italia que ya casi dejan de ser noticia. La ‘Ndrangheta encuentra fácilmente políticos del norte y del sur dispuestos a negociar y a hablar de negocios. En los últimos días sí ha causado cierto escándalo el caso de Lorenzo Cesa (69 años), secretario del partido UDC, Unión de Centro, investigado en una gran operación contra la ‘Ndrangheta, con 48 arrestados entre jefes mafiosos, políticos y empresarios. Cesa tuvo que dimitir y se declaró inocente. Fue una noticia clamorosa porque el primer ministro en funciones, Giuseppe Conte, estaba negociando con Lorenzo Cesa, entre otros políticos, para reforzar su mayoría parlamentaria y salvar así su gobierno. El equipo de fiscales que dirige Nicola Gratteri acusa a Cesa de participación externa en asociación mafiosa para favorecer a la ‘Ndrangheta, al formar parte de «un comité de negocios» que los magistrados han calificado como «una alianza diabólica entre empresarios y políticos con la mafia».
Desgraciadamente, se ha perdido sentido ético y casi nada parece ya perturbar a una sociedad adormecida frente a la corrupción. A este respecto, el magistrado Raffaele Cantone, hasta hace poco presidente de la Autoridad Nacional Anticorrupción ha escrito: «Se ha perdido el patrimonio emotivo que nació con las investigaciones de la operación “manos limpias” (llamada también “tangentopoli”, el proceso judicial que a partir del 1992 sentó en el banquillo a políticos y empresarios corruptos), cuando el hombre de la calle tuvo la percepción de que había que cortar de raíz con un pasado de corrupción». Es más, el exministro de Justicia, Giovanni Maria Flick, habla de que en los tiempos de «manos limpias» había quienes «robaban para hacer política; hoy algunos hacen política para robar».
Las ambiciones y el apetito de riqueza une así a veces a políticos y mafiosos, sobre todo si confluyen sus intereses. Las vías para la corrupción y la ilegalidad son infinitas. Así la ‘Ndrangheta
ha acumulado una montaña de dinero. Pero no hace ostentación. En las casas de los jefes en Calabria no se encuentran excesos o lujos vistosos, con la excepción de algún grifo de oro y algún que otro mueble de anticuario. Suelen vestir modestamente. Dedican su vida a los negocios, partiendo del principio de que el dinero no tiene olor ni color ni militancia política.
Agencia de servicios propia
Entre sus inversiones está también la de dar una buena preparación técnica a su prole. Hoy muchos hijos y nietos de los viejos padrinos viven en las regiones más ricas del centro y norte de Italia y algunos han estudiado en buenas universidades: son médicos, ingenieros, abogados, economistas… Muchos de ellos forman parte de una especie de «agencia de servicios» de la que se vale la ‘Ndrangheta para infiltrarse en la administración y en el tejido empresarial, para realizar contratos o blanquear dinero negro. Es decir, esa «agencia» es capaz de proporcionar a la mafia los servicios que los poderes legales no están en condiciones de garantizar. Estos mafiosos de hoy que viven fuera de Calabria «quieren hacer una buena vida, con confort, viajar… Desde este punto de vista son más vulnerables, son menos duros», afirma Gratteri.
Esa montaña de dinero no está paralizada. Su sombra se mueve por internet, de un ordenador a otro, desde un ángulo a otro del planeta. Son muy sofisticadas sus técnicas para blanquear el dinero negro, moviéndose en paraísos fiscales. Una de las técnicas más utilizadas por la ‘Ndrangheta es la de exportar capitales, depositarlos en una banca que les garantice el secreto de las operaciones, mediante una sociedad fiduciaria, para después repatriarlos bajo forma de préstamos e hipotecas. En argot se llama «loan back», préstamo de vuelta para uno mismo. A veces no tienen necesidad de irse lejos, al Caribe. Muy cerca, en Luxemburgo «operan más de 200 institutos bancarios, donde tradicionalmente se esconden ingentes capitales europeos en negro, detrás del rígido anonimato de los bancos locales», ha escrito Gratteri.
Hay estados que no desdeñan los dineros mafiosos. La Guardia de Finanzas italiana se ha lamentado también de la poca colaboración que ha encontrado a la hora de investigar presuntas operaciones de blanqueo de dinero negro: «En algunos países en los que se depositan las riquezas de las personas investigadas, como Suiza, Luxemburgo, Ghana, China, Rusia, Seychelles y Túnez no ofrecen información sobre capitales presentes en sus respectivos territorios». Por no hablar del muro que encuentran los investigadores en las Islas Vírgenes Británicas, Chipre, Panamá, isla de Jersey o Delaware (USA), diminuto estado norteamericano que es un colosal enclave financiero, un paraíso fiscal con más empresas que ciudadanos (1,3 millones de entidades, frente a menos de un millón habitantes).
Una idea de ese entero mundo de la mafia calabresa muy relacionado con la política y el mundo empresarial, es procesado ahora en un aula búnker de 3.300 metros cuadrados en Lamezia Terme,
provincia de Catanzaro, en Calabria. Se sientan en el banquillo 350 imputados acusados de asociación mafiosa, extorsión, tenencia de armas, narcotráfico, robo, usura, daños varios e intentos de homicidio. Además de «’ndranghetistas» hay también profesionales de «cuello blanco», políticos, empresarios y masones. El juicio es comparable, por número de imputados, al macroproceso de Palermo (Sicilia), contra 475 mafiosos de la Cosa Nostra, iniciado en 1986 con los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Tras las rejas está el muy poderoso clan de los Mancuso de Limbadi, en la provincia de Vibo Valentia, que domina con sus hombres un amplio territorio de Calabria, además de ramificaciones en el narcotráfico internacional. En el pasado no tuvieron reparos en matar a las mujeres de la familia que habían intentado colaborar con la justicia. Una demostración del atavismo y antigua brutalidad, junto a la obsesión por la tierra que aún persiste en algunos clanes, es el crimen atroz de una empresaria agrícola.
Triturada con una segadora
En enero pasado se ha conocido, que en ese municipio de Limbadi, Maria Chindamo, desaparecida misteriosamente en el 2016, fue triturada con una segadora, asesinada por no querer vender sus terrenos agrícolas y su cuerpo arrojado a los cerdos. Según la declaración de un arrepentido de mafia, el presunto asesino había sido el narcotraficante Salvatore Ascano.
Para entender el poder y la despiadada actuación criminal de la ‘Ndrangheta, subdividida en clanes, hay que conocer cómo la familia mafiosa calabresa (‘ndrina) tiene en su centro una familia de sangre, en torno a la cual se extiende una amplia red de parientes naturales y artificiales. Para compactar y dar estabilidad al grupo, se siguen rigurosamente ritos, símbolos y reglas. La cohesión interna, continuamente fortalecida por la práctica de los matrimonios cruzados y la participación de familiares en actividades ilícitas, colocan a la ‘ndrina a salvo de acusaciones y traiciones. Explica el fiscal Nicola Gratteri que «el joven con la ambición de entrar en la ‘Ndrangheta debe hacer una práctica de año y medio o dos con una persona que está ya afiliada; en ese periodo se le somete a diversas pruebas para comprender si está capacitado para formar parte de la dura y cerrada estructura mafiosa».
Familia de sangre
Cumplido ese proceso, se formaliza la entrada en la ‘Ndrangheta con un solemne ritual que establece lazos de sangre: Sustancialmente, el capo local le pregunta al aspirante a ser afiliado: «¿Qué buscas?». El afiliado le responde: «Busco sangre y honor». En la sala, que se ha purificado, hay una vela encendida, con una aguja se pincha el dedo índice del nuevo afiliado y dos gotas de sangre caen sobre la estampa de San Miguel Arcángel que arde en manos del afiliado. Este hace su juramento con la fórmula tradicional: «Juro ante esta sociedad ser fiel a mis compañeros y negar a mi padre, madre, hermanas y hermanos y si es necesario, incluso mi propia sangre». El capo local le dice: «Tú igualmente te quemarás si traicionas a la ‘Ndrangheta. Desde este momento, ya solo existe la organización, y si es necesario tú deberás matar a tu padre, tu madre, tu hermana… Y si traicionas a la organización, serás asesinado. Pero para preservar la existencia de la propia ‘Ndrangheta, tú debes estar dispuesto a asesinar a los de tu propia sangre».
Gratteri considera que se trata de «un juramento terrible, porque de la ‘Ndrangheta se sale solo con la muerte, o cuando una persona es suspendida por ser un alcohólico, un toxicodependiente o uno que es notoriamente cornudo; eso es considerado un desprestigio y se les suspende por un periodo determinado hasta que resuelva el problema». La policía tiene fichas de más de 6.000 afiliados de la ‘Ndrangheta en Calabria, pero en la región hay más de 30.000, sin contar a sus cómplices. En verdad, la enorme riqueza que produce la ‘Ndrangheta se concentra en pocas manos. De ese banquete, en el que se sientan los grandes capos, en Calabria –la tercera región más pobre de Europa– solo se quedan poco más que las raspas.