Portugal,sin autoayuda
Los cadáveres se amontonan en las morgues y los responsos se ofician de forma abreviada frente a los vehículos funerarios que trasladan a los muertos, pero el Ejecutivo luso no da su brazo a torcer. Antonio Costa es tenido, porque así lo ha venido demostrando, como un político sensato. Pero la virulencia con la que la pandemia está atacando a Portugal, que presenta la más alta incidencia acumulada del continente, parece haberle hecho perder ese punto que distingue a los dirigentes cabales cuando dejan de mirar el contexto y se dejan guiar por parámetros ideológicos. Es difícil entender que Portugal prefiera enviar a sus enfermos de Covid a Austria, o que médicos y material alemanes lleguen en misión humanitaria a las UCI del país con tal de no utilizar la sanidad privada lusa, que se ha ofrecido a aligerar el sistema público asistencial, absolutamente desbordado, sin que la solicitud haya sido admitida por el Gobierno de izquierdas. Demuestra con ello Costa que su ideología está por delante del interés inmediato de los portugueses y, de rebote, perjudica el prestigio del país, cuya imagen queda dañada con esta presunta solución, que deja la impresión de que el Estado no cuenta con medios para proteger a sus ciudadanos. Y no es cierto del todo. El personal sanitario y los medios de los centros privados son tan portugueses como Costa, y no utilizarlos sí que es un despilfarro. Á. MARTÍNEZ