El plan B del PSC: presidir el Parlament y comicios en dos años
Los socialistas dejarían gobernar a Junts y ERC pero controlando la Cámara catalana
La «toma» de las instituciones autonómicas catalanas en dos tiempos. Primero, el Parlamento autonómico; después, la Generalitat. Este es el plan B con el que se trabaja en la sede del PSC en la calle Pallars de Barcelona. Aunque en público y durante la campaña electoral, obviamente, los socialistas salen «a ganar» el 14 de febrero, en la dirección del PSC son conscientes de que es prácticamente imposible que Salvador Illa sea el próximo presidente de la Generalitat.
Los números no dan para que el candidato socialista consiga aunar 68 escaños (mayoría absoluta) o, como mínimo, menos rechazos («no») que apoyos («sí»), en una investidura para una legislatura que pasaría, sí o sí, por llegar a un acuerdo con ERC. «No ha pasado suficiente tiempo. El referéndum ilegal de 2017 y la condena del Tribunal Supremo de 2019 están muy recientes», señalan a ABC desde la dirección, descartando así un posible pacto con ERC después del 14-F.
La estrategia del PSC pasa por hacerse con la Generalitat pero no a cualquier precio ni obligatoriamente a corto plazo. «La noche electoral habrá que hacer sumas, pero no para la Generalitat sino para la presidencia del Parlament»,
apuntan las mismas fuentes socialistas. Eso sí, cualquier posible hoja de ruta pasa por una reducción del peso en escaños de la suma de Junts, ERC y la CUP (actualmente 70). Si suman al menos 68, no hay nada que hacer, el independentismo seguirá controlando las instituciones autonómicas. Pero si se quedan por debajo de ese listón, aunque el PSC no pueda sumar para la Generalitat sí podría hacerse con el Parlamento autonómico, que, tal y como se ha visto durante la época del «procés» y los años anteriores, marca gran parte de la agenda política y limita la acción del Govern.
La elección del presidente parlamentario se realiza en la sesión constitutiva de la Cámara autonómica, veinte días hábiles después de las elecciones, y se elige por mayoría absoluta en primera vuelta o simple en segunda. Si el PSC, tal y como auguran las encuestas, es el partido con más escaños de la actual oposición, los socialistas presentarían una figura femenina para relevar a Roger Torrent (ERC). En ese momento, empezarían las negociaciones en las que la opción del PSC podría contar fácilmente con el apoyo de Cs y los comunes, y también con el del PP e incluso de Vox, pues entraría en juego el cambalache con el objetivo añadido de echar a los secesionistas.
La carambola es «complicada» pero no «imposible», reconocen en la sede socialista de Barcelona. Las encuestas publicadas en enero dan una horquilla de escaños al tripartito independentista de entre los 65 y los 77 escaños (con la excepción del CIS, que baja el suelo a los 59 representantes).
La misma aritmética sería imposible para formar gobierno, pues una cosa es apoyar, pactar, transaccionar a cambio de algo los puestos de la Mesa y otra, bien distinta, pactar un gobierno entre el PSC y el resto de formaciones constitucionalistas. Y el acuerdo entre los socialistas y ERC está descartado, tal y como reiteran sus dirigentes en público y en privado. «Sería nuestra muerte», advierten en el PSC.
El plan B del PSC se completaría a los dos o tres años. Junts y ERC volverían a gobernar, ahora, pero sin el control parlamentario. Illa tendría este tiempo para consolidar su posición de líder de la oposición y opción real de gobierno alternativo al de los independentistas que, en las previsiones socialistas, no aguantaría más allá de 2023. A esto se sumaría que el Parlamento de Cataluña habría dejado de situarse al margen de la Constitución. «Nuestra carrera electoral empieza el 15 de febrero», advierten en el PSC.