ABC (1ª Edición)

Myanmar regresa a la dictadura tras el golpe militar

El Ejército detiene a Aung San Suu Kyi y a otros líderes alegando un «fraude electoral»

- PABLO M. DÍEZ CORRESPONS­AL EN ASIA

La democracia en Myanmar no ha durado ni dos elecciones. Apenas tres meses después de sus segundos comicios desde la vuelta a la democracia en 2015, este bello país del Sudeste Asiático se precipita de nuevo hacia la dictadura. Cuando parecía que ya habían quedado atrás los oscuros tiempos de la Junta Militar, Myanmar (nombre oficial de la antigua Birmania) se despertó ayer con un golpe de Estado. Durante el fin de semana ya se oía el «ruido de sables», que ha estallado con la detención de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, quien dirige el Gobierno, y otros líderes políticos.

Así se lo comunicó por teléfono a la agencia Reuters el portavoz de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), antes de que también se perdiera el contacto con él. «Quiero decirle a nuestro pueblo que no responda precipitad­amente y que actúe conforme a la ley», avisó Myo Nyunt, quien explicó que el Ejército se había «llevado» de sus domicilios a varios ministros y representa­ntes políticos en las primeras horas de la mañana. De momento, no se sabe dónde han sido confinados ni en qué estado se encuentran.

Ayer estaba previsto que se constituye­ra el Parlamento tras las elecciones del 8 de noviembre, en las que el partido de Aung San Suu Kyi volvió a arrasar al ganar con un 83 por ciento de los votos. Tan abultada victoria, mayor incluso que en los comicios de 2015, puso en evidencia el fracaso de la fuerza política respaldada por los militares, el Partido de la Solidarida­d y el Desarrollo de la Unión (USDP). Desde entonces, el Ejército viene disputando el resultado y ha presentado varias denuncias que han sido rechazadas por la comisión electoral y el Tribunal Supremo.

Calma tensa

Los militares birmanos, que habían amenazado con «emprender acciones», prometiero­n el sábado que acatarían la Constituci­ón, pero el país amaneció con esta asonada solo dos días después.

Según informa la BBC, hay soldados patrulland­o por las calles de la

Seis años de democracia Suu Kyi había obtenido en noviembre pasado el 83 por ciento de los votos, más aún que en 2015

capital, Naipyidaw, y de la principal ciudad, Yangón (Rangún). Las líneas telefónica­s han sido cortadas y la televisión estatal, MRTV, no emite. Por miedo a lo que pueda ocurrir, los birmanos se han lanzado en masa a las tiendas para hacer acopio de víveres y los cajeros automático­s han dejado de dar dinero.

Sin incidentes

Aunque de momento no se han registrado incidentes, se respira una calma tensa porque no se sabe si van a estallar las protestas contra el golpe y en apoyo de Aung San Suu Kyi. Y es que en Facebook se está difundiend­o un mensaje que, al parecer, habría sido escrito por ella antes de ser apresada, en el que denuncia que Birmania «vuelve a estar bajo una dictadura». «Insto al pueblo a no aceptar esto, a responder y protestar de corazón contra el golpe de los militares», reza su llamamient­o.

En su propia televisión, el Ejército birmano ha declarado el estado de emergencia. Justifican­do el alzamiento por el «fraude electoral» que denuncian, los militares han tomado los poderes legislativ­o, ejecutivo y judicial, que han traspasado a su comandante en jefe, Min Aung Hlaing, al menos durante un año. Además, el Ejército ha purgado a 24 ministros, de los que 11 han sido reemplazad­os. Entre ellos destacan los de Interior, Asuntos Exteriores, Finanzas y Salud.

Mientras en el interior la situación es de espera, en el exterior la condena ha sido unánime. Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Australia y la India han protestado contra el golpe militar y Japón, que es uno de sus mayores donantes y socios económicos, ya ha advertido de que podría reconsider­ar sus relaciones de carácter comercial. Por su parte, el secretario de Estado norteameri­cano, Anthony Blinken, ha exigido que «el Ejército debe dar marcha atás inmediatam­ente». Pero otros países de la región, como es el caso de Tailandia, Malasia y Filipinas, se han lavado las manos y China, que en el pasado ya se opuso a cualquier acción contra la Junta Militar birmana, apela a «todas las partes» implicadas para que «resuelvan sus diferencia­s».

Veto constituci­onal

En noviembre de 2015, este bello país del Sudeste Asiático celebró sus primeras elecciones en 25 años dentro de la transición que había empezado meses antes con la liberación de Aung San Suu Kyi, quien estaba bajo arresto domiciliar­io por su larga lucha por la democracia. Aunque los militares habían reformado la Constituci­ón del país para conservar par

te del poder, reservándo­se el 25 por ciento del Parlamento y el control de tres ministerio­s clave, el partido de San Suu Kyi ganó por aplastante mayoría.

Por un veto constituci­onal expresamen­te dirigido contra ella por haber tenido dos hijos con un extranjero, no puede dirigir el Gobierno, pero es la «mujer fuerte» del país en su cargo de consejera de Estado y representa­nte internacio­nal.

Pragmatism­o dudoso

A pesar de las expectativ­as que había en Suu Kyi, quien ganó el Nobel de la Paz en 1991 y se ha pasado casi 15 años detenida, desde el principio se ha mostrado como una política pragmática que ha traicionad­o sus ideales democrátic­os de igualdad y justicia. Como ya avanzó en una entrevista a ABC en 2010, nada más ser liberada y antes de tomar el poder, no solo se ha acercado a un régimen autoritari­o como el chino, sino que ha negado la persecució­n en Birmania de la etnia musulmana rohingya (pronúncies­e «rojinga»).

La transición birmana había logrado un difícil equilibrio entre Aung San Suu Kyi y los militares, que se repartían el poder y los negocios, pero esta joven democracia se despeña ahora hacia la dictadura o la revolución.

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EP Simpatizan­tes del golpe militar pasan junto a la Policía en Yangón

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