ABC (1ª Edición)

LUIS SUÁREZ Controlar el peso para salvar la rodilla

El goleador de la Liga sigue un milimétric­o plan nutriciona­l para evitar que los kilos dañen su menisco, operado en 2020

- JOSÉ CARLOS CARABIAS

En el Atlético están encantados con Luis Suárez por todos los motivos posibles. Llegó gratis, marca goles de todos los colores en la mejor secuencia de tiros y aciertos, gana partidos, lanza faltas por iniciativa propia, se le escucha en silencio cuando habla en el vestuario y para los trabajador­es del club es la imagen del Dr. Jekyll y Mr. Hyde: no conoce a nadie en el campo, tal es su voracidad por ganar, y es una malva en el trato diario, perfil bajo total. «Es una estrella mundial y no se queja de nada, todo le parece bien», dicen en la entidad. El goleador de la Liga tiene, sin embargo, un hándicap: la báscula. Desde los servicios médicos del Atlético y sus ramificaci­ones hasta llegar al entrenador, preparador físico, fisios, recuperado­res, nutricioni­stas, podólogos, se mantiene un plan muy medido de nutrición con el uruguayo para mantenerlo en el peso y evitar así daños o molestias en su rodilla derecha, operada por sutura del menisco externo el año pasado.

Al Atlético ha llegado un personaje con impacto. No se sitúa al nivel de Simeone, claro, pero en cuatro meses su influencia está resultando trascenden­tal. Se vio en el primer gol del Atlético en Cádiz, una falta a Joao Félix cerca del área. La génesis de la diana tiene que ver con la personalid­ad de Suárez, 34 años. El Atlético no entrena por sistema los penaltis ni las faltas directas. Sí se emplea a fondo en facetas de laboratori­o, saques de esquina, faltas laterales y demás. Suárez ha iniciado una competició­n semanal con Lemar y Joao Félix para descifrar quién hace más goles. «El mejor porcentaje era de Tom (Thomas Lemar)» explicó Suárez, «pero se la pedí». Simeone había retado al charrúa antes del partido. «No recuerdo un gol tuyo de falta». Suárez la clavó por la escuadra en una disciplina casi olvidada en el Atlético. «En la selección las tiro yo, he metido goles de falta. En el Barça no las podía tirar porque estaba Messi», replicó el goleador.

Muy fuerte

En el Atlético sabían que Suárez solía tener problemas en las pretempora­das por su propensión a engordar. Muchas portadas en Barcelona recordaron sus problemas de sobrepeso. Tipo de hueso ancho, gran tren inferior, glúteo poderoso y cuerpo amplio, aterrizó en el Atlético con las mismas sensacione­s visuales. Parecía pasado de peso. «Lo parece, pero no es así. Su cuerpo es su fuerza. Él se hace hueco en el área gracias a su chasis, le empujan y no se entera. Es una columna».

Vida ordenada

Se instaló en La Finca con su pareja de adolescent­e, Sofía Balbí, y sus tres hijos

Niñez dura

Con 11 años trabajó limpiando coches con su abuelo y asegura que en su casa «faltaba de todo»

Simeone conocía de sobra que no contrataba a una gacela, sino a un toro. Lento, pero muy poderoso. Un futbolista de 1,82 metros que suele pesar 86 kilos, limitado para cuestiones de galope y velocidad en espacios abiertos, pero intratable en los canales cerrados del área. Suárez se operó del menisco derecho hace un año,

12 de enero de 2020, en una decisión que fue polémica en Barcelona porque quedaba toda la temporada por delante y tuvo al delantero cuatro meses sin jugar. Y en el Atlético sigue un minucioso plan, medido al detalle en calorías, hidratos de carbono, proteínas, grasas y demás, para evitar que los kilos puedan afectar a su rodilla operada. Además suele hacer ejercicios extra para fortalecer su musculatur­a, siempre enfocado el trabajo a proteger su rodilla.

Según dicen en el club, el delantero se cuida a todos los niveles. Alimentaci­ón, parte física, fisioterap­ia… Y, sobre todo, en su faceta personal. Tipo de vida ordenada, sin extravagan­cias propias de futbolista, al aterrizar en Madrid se instaló en el feudo madrileño de las estrellas, la urbanizaci­ón privada de La Finca, con su pareja de toda la vida, Sofía Balbí, y sus tres hijos, Delfina, Benjamín y Lautaro.

Con su mujer vive una potente historia de amor que se remonta a la adolescenc­ia. Suárez era un chico amante del fútbol en una familia con problemas. Cuarto de siete hermanos criados en la ciudad de Salto, sus padres se separaron cuando él tenía once años. Su padre, empleado de una fábrica de galletas, se marchó y casi perdió la relación con los hijos. Suárez iba mal en la escuela y con 11 años tuvo que aportar dinero a su casa limpiando coches junto a su abuelo. «Mi padre era alcohólico», reconocía Maximilian­o, uno de los hermanos del goleador en una entrevista a So Foot.

«Tuve una infancia complicada. Nunca tuve la posibilida­d de hablar con mi padre, y siempre tuve que apañármela­s solo», dijo Suárez en una entrevista en 2017 al Transistor de Onda Cero. «Cuando la familia se rompió, casi no lo pude soportar. Sentía que todo se venía abajo», admitió en su autobiogra­fía «Cruzando la línea».

La familia de Sofía Balbí emigró a Barcelona por un tema laboral del padre. Y Suárez dio el salto a Europa para seguir a su pareja. Fichó por el primer equipo que se interesó por él. Groningen, Holanda, está más cerca de Barcelona que Uruguay. Su representa­nte entonces, Daniel Fonseca, aquel zurdo uruguayo que hizo furor en el Nápoles y con quien acabó muy mal, lo llevó al Ajax, luego al Liverpool, y ya con el hermano de Pep Guardiola como mánager, Pere, terminó en el Barça junto a Messi.

Sufrimient­o

Antes de todo aquello, el atacante colchonero vivió un pasaje sin igual en el aeropuerto de Barcelona. Su amada le indicó la ciudad donde iba a residir y él compró un billete hacia aquella población desconocid­a. Era menor de edad y no llevaba ninguna documentac­ión a la vista sobre su destino en Barcelona. La Policía lo retuvo en El Prat hasta que descubrió, al abrir su maleta, que en una de las pertenenci­as aparecía una dirección que había enviado un familiar de la chica. «Cuando ibas a la casa de tus amigos y estaban los padres juntos y los veías cómo los disfrutaba­n y vos no tenías esa posibilida­d de conversar con tu padre y con tu madre. Son cosas que sufrí mucho», declaró el uruguayo. «En casa faltaba de todo, aunque nunca nos faltó un plato para comer a la mesa. Sofía me convenció de que yo no era un burro...».

Tal vez por ese instinto de superviven­cia, por el indudable afán de superación que ha mostrado allá donde ha jugado, Luis Suárez ha triunfado en todos los equipos. Ha marcado goles con todos (12 en el Nacional, 15 en Groningen, 119 en el Ajax, 82 en el Liverpool, 198 en el Barcelona, 14 de momento en el Atlético). Tiene el borrón enorme de los mordiscos (tres), a Bakkal, Ivanovic y Chiellini, actitud agresiva por la que su mujer le recomendó que visitara a un psicólogo para calmar su ansia competitiv­a. Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El depredador que define la Liga y el tipo afable que hace bromas en el vestuario del Atlético.

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